jueves, 15 de diciembre de 2011

La senda del tiempo: una oportunidad que no podemos dejar pasar

He buscado en los desiertos de la tierra del dolor y no he hallado mas respuesta que espejismos de ilusión. He hablado con las montañas de la desesperación y su respuesta era solo el eco sordo de mi  voz”. (Celtas Cortos)
A Pepe Collado, in memoriam.

Fue en 2004 cuando un exultante presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero manifestaba que iba a hacer, nada menos que “la segunda transición”. Ocho años después descubrimos que uno de los problemas a los que se enfrenta nuestra economía, y concretamente la consecución del objetivo del déficit, es el incumplimiento de uno de los aspectos de esa promesa: la reforma de la Administración estatal y la finalización del modelo autonómico; esto es, una solución al problema de las duplicidades en los gastos por la provisión de bienes y servicios públicos que se dan al mismo tiempo en otros niveles estatales.
Uno de los líderes europeos más inteligentes de su generación es el liberal Nick Clegg, viceprimer ministro de Reino Unido, que en su visita hace unos días a Mariano Rajoy insistía en que había que explicar todas las decisiones a los ciudadanos y hacer un esfuerzo porque la gente comprendiera la crisis y las medidas de los gobiernos respecto a las reformas. El eje Merkozy: la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy adelantaron hace diez días (5 de diciembre de 2011) las grandes líneas que proponen para la creación –esta vez sí que parece de verdad- de Europa con la modificación de los Tratados al menos a 17: la implantación de la regla de oro en los presupuestos de los países miembros, lo que se traduce en la introducción de una férrea disciplina fiscal. Y así se plasmó en la última cumbre europea que acabó “como el rosario de la aurora” con el Reino Unido saliendo a la carrera de donde nunca había estado (ni va  a estar), de la eurozona. Con todo lo que ello implica.
La reforma constitucional española de septiembre de 2011 refleja en su artículo 135.2 que “El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.”, lo que en definitiva supone que nos hemos adelantado a lo que reclama el gobierno bicéfalo de la UE. Además, el futuro presidente, Mariano Rajoy, ha afirmado que España quiere estar en la primera línea de los países que integren ese núcleo duro de la Unión. Cosa nada fácil.
Aunque a primera vista pueda no parecer tan claro, la propuesta franco-alemana es una gran oportunidad para nuestro país. Y ello por, al menos, dos motivos: en primer lugar porque renunciar ahora a formar parte de ese grupo supondría abandonar el euro y el proyecto europeo, lo que nos descolgaría del tren de la modernidad para el presente siglo; y en segundo lugar, y tan importante como el primer punto, porque nos permitiría llevar a cabo esa segunda transición y cerrar el modelo autonómico. Y esta es, creemos nosotros, la gran ocasión para que España solucione el eterno problema autonómico. Hemos dicho muchas veces que las crisis son una oportunidad y esta lo es. El llamado Estado de las Autonomías pudo tener sentido en aquellos años de la transición, ahora no. Es un lujo que no nos podemos permitir.
Sucede que a  lo largo de los 35 años de democracia la administración pública ha ido creciendo sobre un modelo que podríamos denominar de acumulación de instituciones. A las ya vigentes durante el franquismo se sumaron las autonómicas, locales… de forma que una misma competencia ha llegado a tener hasta cuatro administraciones que la regulan. Si a eso sumamos que los máximos dirigentes de cada administración han actuado como auténticos reyes de taifas, gastando a su voluntad sin un control conjunto, el resultado salta a la vista cuando la economía comienza a decrecer: hay autonomías y ayuntamientos en España en bancarrota porque sus regidores se han gastado, de manera totalmente inconsciente, un dinero que no tenían. La regla de oro presupuestaria que Merkel y Sarkozy quieren aplicar a los países de la zona euro debe extenderse a todas las Administraciones españolas, como indica nuestro artículo 135.2 de la Constitución. En esa medida, aplaudimos la iniciativa del presidente Rajoy de exigir su cumplimiento a las CC.AA. regidas por el PP, pero también creemos que debe ser muy firme en sus negociaciones con los nacionalistas catalanes y vascos para que estos se sumen, sin ninguna restricción, a su cumplimiento. Vamos a ver, se debe elaborar una Ley de Estabilidad Presupuestaria de obligado cumplimiento para todos los niveles administrativos del Estado. Así de claro. Empezando con un Presupuesto Base Cero. Se deben lograr los objetivos, pero al mínimo coste: con eficiencia y eficacia.
Es evidente que la próxima legislatura va a ser muy dura para los españoles. Vamos a vivir un período de ajustes en el que nuestra capacidad adquisitiva –la de todos- va a verse mermada. Pero hemos de ser conscientes de la necesidad del ajuste en beneficio de un futuro mejor, integrados plenamente en Europa. Siendo un país de primera división. Pero para que los  españoles admitamos ese sacrificio se deben cumplir, a nuestro juicio, al menos una premisa: el Sr. Rajoy, en su  discurso de investidura, debe ser valiente y realista. Debe olvidarse de generalidades y explicar muy  claramente a los españoles cuál es la situación y cuáles son las medidas que va a adoptar en beneficio de toda la sociedad. Debe involucrar a todos los españoles en un proyecto nuevo: en la salida de la crisis. No tiene nada que perder y mucho que ganar ya que los españoles le hemos pedido  que nuestro país esté en el lugar que le corresponde y, para ello,  le hemos dado un mandato claro: haz lo que sea necesario, pero queremos ser europeos de primera fila.
Las políticas de rigor presupuestario son una condición necesaria, pero no suficiente, para abandonar esta crisis. La austeridad sola no es la panacea. Hay que promover, además, la confianza y la ilusión en los ciudadanos. Y hay que hacer políticas económicas de estímulo de la demanda que favorezcan el crecimiento. El paro debe reducirse obligatoriamente en el primer año de mandato. El paro es nuestro principal desafío. Logremos esos objetivos. Intentémoslo.
Para eso hay que explicar las cosas y tener un mismo fin común y ser leales a esas metas, por difíciles que sean.  Pero para eso debemos estar unidos. E pluribus unum.
Y una última cosa. Los primeros que deben dar ejemplo de austeridad, de rigor y unidad han de ser los propios políticos.
© José L. Calvo y José A. Martínez.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Los retos económicos del nuevo Presidente

Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan. Maestro Sun.
Sangre, sudor y lágrimas. Winston Churchill


España está sufriendo intensamente los efectos de la crisis. Con cinco millones de parados, un déficit público que mucho nos tememos va a estar bastante por encima de lo previsto por el gobierno saliente, con una deuda situada ya cerca del 80% del PIB y una prima de riesgo muy superior a la tasa de crecimiento de la economía, lo que la convierte en explosiva, la labor que tiene que acometer el gobierno elegido el 20N es gigantesca. Numerosas son las tareas y reformas que deberá realizar. Nosotros desde aquí sólo queremos señalar algunas y mostrar el camino que, a nuestro juicio, debe seguir.
Antes que nada, antes de comenzar a realizar ninguna reforma, el Presidente entrante debe  transmitir a la sociedad un mensaje de serenidad, ilusión y confianza. Debe dejar claro que con el esfuerzo y la colaboración de todos y cada uno de los españoles el futuro va a ser mucho mejor que el presente. Es cierto que a corto plazo la única oferta posible es la de Churchill –sangre, sudor y lágrimas- pero al igual que ocurrió en la SGM, el esfuerzo nos permitirá ganar la guerra contra el paro y volver a la senda de crecimiento.  Eso debe quedar meridianamente claro desde el principio para evitar el pesimismo en el que hoy estamos sumergidos.
Y en cuanto a las reformas, la primera y principal es la reforma del mercado de trabajo. Las reglas del juego en el modelo capitalista son claras: quienes crean empleo son los empresarios. Sin ellos no hay ninguna posibilidad de reducir el paro. Por ese motivo hay que facilitarles su tarea. En esa medida, creemos necesario un nuevo tipo de contrato laboral único que, ayudando a las PYMES y emprendedores, les libere de los costes de la Seguridad Social al contratar los primeros cuatro empleados –recordemos que el tamaño medio de la empresa española es de menos de cinco trabajadores-. Contrato que llegaría a ser indefinido al cabo de tres años, período en el que se podría comprobar la viabilidad del proyecto empresarial y la obtención de beneficios.
Un segundo elemento de mejora consiste en la reforma de las administraciones públicas, eliminado duplicidades. Administración central, autonómica y local deben sentarse y redefinir su modelo de relaciones: si una de ellas tiene una competencia ninguna otra debe asumir esa misma actividad. Es igual el modelo que pacten: federal, confederal, centralizado…pero es fundamental finalizar el proceso de descentralización de las administraciones que lleva casi treinta años de “negociación”. Ah!, y los ayuntamientos de menos de 10.000 habitantes deben agruparse en mancomunidades (es ilógico que España tenga el doble de ayuntamientos que Alemania con la mitad de la población).
España tiene una economía sumergida de más del 20% de su PIB (200.000 millones de euros) lo que es una situación improductiva y despilfarradora de recursos interesantes para la Hacienda Pública. Utilicémoslos con eficiencia y eficacia. Que afloren esos recursos. Y con toda seguridad la subida de los impuestos indirectos no favorecerá ese afloramiento.
Debemos ser tremendamente ambiciosos en la imagen que proyectemos al exterior. Debe ser una imagen de país moderno, que posee una tecnología competitiva. Debemos emular el ejemplo de aquellos países que se desarrollan adaptándose a los cambios. El secreto de China, Japón, Corea del Sur y los emergentes es tener claro su modelo de crecimiento. El camino de la industria, tecnología, investigación y desarrollo científico es el adecuado para ser más competitivos. La cooperación entre la Universidad y las empresas privadas a la manera americana, el patrocinio de las investigaciones, la alianza con naciones que posibiliten el intercambio de conocimientos es clave para situar a España en el siglo XXI. El modelo de España no puede ser sólo terciario o basarse en el sector turístico. Debe ser tecnológico. Se debe invertir realmente en educación e investigación y potenciar nuestro desarrollo humano  y el avance científico en todas las áreas.
España debe establecer nuevos y amplios acuerdos preferenciales de intercambio comercial, técnico, cultural y universitario con América Latina. Independientemente de lo que hagan otros socios europeos. Eso es clave para nuestro sector exterior y para dar salida a nuestras exportaciones.
Se debe establecer un gran Plan de Política Económica (PPE) para España, con objetivos e instrumentos adecuados para lograrlos y, sobre todo, basado en un gran pacto nacional. Hay que volver al escenario de los Pactos de la Moncloa y del consenso porque la situación lo requiere. Hay que huir de los extremos y estar centrados en la toma de decisiones económicas: eso quiere decir ser prudentes y hábiles y hacer cosas que otros países no hacen. Ser diferentes para ser mejores. Los remedios económicos al uso no valen en esta crisis. Ni en este escenario internacional mutante, donde los amigos y los enemigos mutan, donde las reglas del juego son las del  todo vale.
Los bancos tienen miedo: el crédito no fluye porque no se prestan en el interbancario. No se fían unos de otros. Pero no lo hacen porque nadie sabe donde está el contagio del negocio. La parte comercial y la tóxica. Eso debe arreglarlo España inmediatamente. Separar en los bancos, el negocio comercial del de inversión. Establecer cortafuegos claros que impidan la exposición al riesgo. Los bancos de inversión no pueden estar mezclados con los comerciales. Y a partir de ahí volverá el crédito, se quitarán las restricciones y se animará la economía.
Finalmente, España tiene en su Constitución el compromiso de lograr el equilibrio presupuestario: pero lo debe tener en su ADN. Debemos ir más allá y creer en la regla de oro presupuestaria.  Y eso no quiere decir renunciar a los logros del estado del Bienestar. Antes bien, significa hacerlos posibles. Y garantizarlos. Y significa hacer inversiones (pero sólo las productivas) públicas que produzcan externalidades positivas: es decir, efectos económicos a terceros, efectivos para la población española, generadores de crecimiento, riqueza y capital humano. El Fondo Presupuestario Contracíclico (FPC) no lo tiene ningún país en este momento.
Como ya hemos dicho, la tarea a la que se enfrenta el señor Rajoy es ingente. Y como el general Sun necesita tomarse tiempo en la planificación y coordinación. Pero todavía queda un mes para ser investido como Presidente del Gobierno,  tiempo en el que deberá concretar sus planes económicos, estructurar su equipo y formalizar una estrategia clara, precisa y contundente de política económica. Que España se recupere puede parecer difícil. Pero veamos cómo está la situación de los EEUU: según datos de la CBO ,la Oficina de Presupuestos del Congreso y del FMI, el déficit público americano supera ampliamente el 10% del PIB y tiene una deuda pública de más del 90% del PIB, más de 14 billones de dólares. España que partía del 9,3% en el cierre de 2010 está alrededor del 7% y su deuda es más de 20 puntos menos. Parece que la economía estadounidense entrará en recesión con motivo del desacuerdo en el Thanksgiving. Sin embargo, Obama no ha parado de señalar a la eurozona y al euro como culpables de la crisis, cuando esta surge en EEUU y se recrudece por los costes del rescate a la banca. ¿Hay maniobras de distracción americanas hacia Europa?

© José A. Martínez, 2011.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Bienvenido Mister Marshall II: el Plan Merkozy

“Americanos, vienen a España guapos y sanos, viva el tronío de ese gran pueblo con poderío. Olé Virginia, y Michigan ,y viva Texas…, os recibimos americanos con alegría,olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía”. Estribillo de la canción de bienvenida a los americanos de la película de Berlanga de 1953.

El ciudadano europeo de a pie tiene miedo. Desconfía de la evolución económica de su país y de Europa. No entiende muy bien que algo llamado “los mercados” tenga más poder que los gobiernos democráticamente elegidos y que la propia Unión Europea. Los mercados son rápidos en sus actuaciones, las instituciones muy lentas. Los mercados marcan la pauta, las instituciones van detrás. Y, lo que es peor, los mercados imponen gobiernos a los ciudadanos, como acabamos de ver en Grecia e Italia. Estamos viendo, pues, el nacimiento de una nueva superestructura “la dictadura de los mercados”. Las noticias económicas de ayer (16 de noviembre) daban una buena medida de los problemas a los que se enfrenta la zona euro: 12 de los 17 países que la componen se encuentran en una situación comprometida. Grecia, Portugal e Irlanda intervenidos y teniendo que aplicar unas políticas de austeridad que imposibilitan su crecimiento y que lo harán por décadas; Italia y España con unas primas de riesgo que les abocan a seguir el camino de los otros PIGs; Francia, Bélgica y Austria con primas de riesgo en crecimiento exponencial… y mientras en Bruselas no se toman decisiones inmediatas que puedan aliviar esta dramática situación. Por eso, nos preguntamos: ¿es posible la continuidad de la Unión Europea?
El diagnóstico de la situación es sencillo, pero muy grave: la UE, la zona euro, está condenada a desaparecer en un breve plazo si no se toman medidas urgentes y enérgicas que den una imagen de unidad. Y, sobre todo, de que aún siendo un proyecto en construcción tiene la firme convicción de convertirse en una Federación de Estados –o en unos Estados Unidos de Europa, como se prefiera-. Si no, sus posibilidades de supervivencia son nulas.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Lo fácil es echarle la culpa a Grecia por engañar en sus cuentas –a sus políticos y no a su población, que sufre las consecuencias-, a Irlanda, Portugal, España o Italia por vivir por encima de sus posibilidades. Pero ¿qué justifica los ataques a Francia, Bélgica o Austria? ¿Qué explica sus primas de riesgo? Solo hay una respuesta factible: nadie –ni los mercados, ni los inversores, ni los políticos de otros países- se fían de Europa; nadie se cree a estas alturas de la película que la UE sea capaz de tomar las medidas necesarias que eviten su ruptura. Y eso no es responsabilidad únicamente de los PIIGS –acrónimo que, por cierto, va a seguir creciendo, y que dentro de poco se denominará PIIGSFBA-; es un problema de paletismo, de que nunca se han creído lo que predicaban: una Europa unida que sea capaz de poner los intereses conjuntos –europeos- por encima de los nacionales. Es curioso que la calificación F (de Francia) se la vayan a ganar porque les retiren la triple A, por tener casi el mismo déficit que España y mucha más deuda pública, además de unos bancos con alta exposición a la deuda griega. Situación esta última, todavía no solucionada. Y la A (de Alemania) se la van a ganar por estar tan ciegos y ser tan egoístas que la situación se las va a volver en su contra. Y este es el gran error.
El objetivo de Alemania y sus satélites al crear la zona euro fue el imperialismo comercial. Tener un grupo de países a los que poder vender sus productos originados en una economía más productiva y competitiva, evitando a los otros la posibilidad de utilizar la devaluación competitiva al tener una moneda común. Este planteamiento es válido cuando la economía crece, pero se va al traste cuando el consumo de esos países primero se ralentiza y luego desaparece. ¿Cómo va a crecer Alemania si el 40 por ciento de su PIB procede las exportaciones y de ese porcentaje el 70 por ciento va destinado a Europa? Si los europeos dejamos de comprar Alemania dejará de vender y su economía se estancará. Y no será difícil ver entonces cómo los diferenciales de la prima de riesgo se estrechan y no precisamente porque mejoren los nuestros sino porque empeoren los holandeses y alemanes.
El mundo sajón, Centroeuropa básicamente, siempre ha pensado que la UE era como la Quinta Flota: un conjunto de barcos de diferente tamaño navegando juntos pero que, si uno tenía dificultades, se le podía abandonar en alta mar a su suerte. Pero no es verdad. El euro ha actuado de pegamento, y ahora si uno se hunde arrastra a los demás. La lección que deben aprender los centroeuropeos es que si no se actúa inmediatamente el efecto contagio va a llegar al mismo corazón de Berlín.
Tampoco los mercados emergentes (de fuera de la Unión) son una solución. La nueva Directora del FMI, la francesa Christine Lagarde, ya ha alertado de la posibilidad de una recesión mundial. Y es pura lógica: Europa no demanda, EE.UU tampoco crece de manera sustancial, Japón está estancado desde hace décadas… eso poco a poco va a ir ralentizando el crecimiento de los BRICs –con especial referencia a China, “sentada” sobre una inmensa burbuja inmobiliaria- hasta que este se pare. Y la recesión será, entonces, una realidad.
Y es que esta crisis que muchos dieron por acabada al año de comenzar, está lejos de terminar. Nosotros creemos que más que en forma de V, es una crisis en W, sin saber exactamente donde está el segundo fondo. Lo que si tenemos claro es que durará otros diez años y hasta, más o menos el 2020, no se empezará a salir de ella. Y esto porque mientras no se reinstaure la Ley Glass-Steagall no se habrá evitado el contagio de la enfermedad.
La gravísima situación europea muestra cada vez más que solo hay dos caminos: la disolución de la UE y el sálvese quien pueda; o la creación de unos Estados Unidos de Europa.
Por eso PROPONEMOS: La creación de un Tesoro Europeo, de una Oficina Presupuestaria Europea que controle los presupuestos de todos los países miembros, que analice y dictamine su compatibilidad y, sobre todo, si cada uno de los 27 puede pagar sus gastos y/o si los demás están dispuestos a financiárselos.
A esto hay que añadir la implantación de un gran Plan de Desarrollo hecho por y para el conjunto de Europa, y no para la suma de sus integrantes. Un nuevo Plan Marshall al estilo del que se implantó en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Ese plan tuvo una vigencia de cuatro años fiscales a partir de julio del año 1947 y, durante este periodo, los estados europeos que ingresaron en la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE) (precursora de la OCDE) recibieron un total de 13 mil millones de dólares de la época. Fue uno de los elementos impulsores de la unificación europea al crear instituciones para coordinar la economía a nivel continental. Se modernizó la Hacienda Pública con la introducción de técnicas de gestión y presupuestarias de inspiración norteamericana. El Plan Merkozy tendría el mismo objetivo: encaminar económica y socialmente a toda Europa hacia el crecimiento y la plena integración.
Hasta ahora los políticos europeos han hecho lo mismo que decía el antológico alcalde interpretado por Pepe Isbert en su discurso en el balcón (junto a Manolo Morán): "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación os la voy a dar porque os la debo". Menos explicaciones y más hechos. Si no, el tren de Europa volverá a pasar de largo (como la caravana de los coches del Plan Marshall en la película de Berlanga).

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2011.

martes, 25 de octubre de 2011

El Efecto Mateo o la parábola de los talentos

Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden (Jesús en el evangelio de Mateo).
Se llamaba Leví y se dedicaba a recaudar impuestos, por eso la gente de su pueblo (Cafarnaún) le consideraba pecador, porque trabajaba para el César como publicano. Jesús, como había hecho con otros, observó fijamente a Leví y le dijo: "¡Ven conmigo!". El Mesías también le cambió el nombre, llamándole en hebreo "Mattyáh" (don de Yahveh). Y es una cita de este evangelista el origen de lo que tanto en las investigaciones de sociología como economía algunos hemos llamado con el nombre de «Efecto Mateo». Textualmente: porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, aún lo que tiene, se le quitará. Esta frase aparece varias veces en el Nuevo Testamento (Lucas y Marcos también la utilizan) además de que Mateo la utiliza en otra ocasión y en similar sentido (Mateo, en el capítulo 13, versículos 10-17): A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.
Ya hemos comentado muchas veces en este blog que una de las características más definitorias de la actual crisis que sufrimos desde 2007 es su mutabilidad: comenzó siendo una crisis financiera para afectar a la economía real; pasó de ser una crisis centrada en los países desarrollados a un problema global, ralentizando el crecimiento incluso de China o Rusia; y ahora afecta a todo el modelo político-económico-social que estuvo vigente durante el siglo XX. Porque, digámoslo de una vez ya que va a ser el tema que desarrollaremos en este post, el modelo del pensamiento único, ese que defendía que habíamos llegado a la sociedad perfecta con la democracia capitalista, ha fracasado rotundamente. La crisis es económico-financiera pero también social y política. Es sistémica. Y no hay marcha atrás.
No entraremos a discutir lo ya conocido de los efectos económicos de la actual crisis. Pero sí a un concepto que se ha desarrollado en ella y que supone un nuevo planteamiento en los modelos de oligopolio de Teoría Económica: los bancos sistémicos, es decir, los bancos demasiado grandes para quebrar. El planteamiento es sencillo: la empresa ya no necesitan aumentar su tamaño para aprovechar las economías de escala. Su objetivo debe ser alcanzar un tamaño lo suficientemente grande como para que los gobiernos no puedan permitir su quiebra y deban intervenir –con el dinero de todos- para salvarla. Eso permite a esas empresas financieras especular sin asumir las consecuencias de sus acciones –riesgo moral se denomina en términos económicos- ya que cualquiera que sea el resultado siempre saldrán ganando: si lo hacen bien porque obtendrán beneficios; si lo hacen mal porque el estado –nuevamente, con nuestro dinero- las salvará porque no puede dejarlas quebrar.
El otro punto que queremos destacar desde la perspectiva económica es que estamos probando nuestra propia medicina. Durante siglos hemos considerado a África o Asia como continentes a explotar, lugares donde obtener las materias primas o el trabajo no cualificado para mantener nuestro nivel de vida. Sus condiciones vitales y laborales no nos importaron mientras permitieran que el mundo occidental creciese. Como ha contado Stiglitz, algo similar hicimos con otros países, a los que aplicamos las recetas del FMI que ahora nos toca asumir. Acciones como el corralito argentino arruinaron a un país y le impusieron unas condiciones extremas, de práctica supervivencia. Pero no nos importó, como diría Bertolt Bretch, porque no éramos nosotros: ahora vienen a por nosotros, ahora nos las imponen desde fuera.
La crisis es también social. La escuela del pensamiento único hizo creer que la lucha de clases era innecesaria, que todos podíamos ser ricos o aspirar a serlo. Que como dice la máxima estadounidense, cualquiera podía llegar a Presidente. Esta crisis ha desmontado esta falacia. El abanico de ingresos se ha ampliado: los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Según los últimos datos publicados por el INE los ingresos medios anuales de los hogares españoles disminuyeron un 4,4% en 2010 hasta situarse en los 24.890 euros. En 2011 el 35,9% de los hogares afirma que no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos; el 21,8% de la población residente en España está por debajo del umbral de pobreza; el 26,1% de los hogares manifiesta llegar a fin de mes con dificultad o mucha dificultad; el 38,8% no se puede permitir ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año… Y mientras, los bancos reportan beneficios, las grandes fortunas incrementan su patrimonio, aquellos que hicieron quebrar las Cajas de Ahorros se asignan indemnizaciones millonarias y 4,5 millones de españoles tienen que vivir de la beneficencia, de lo que entre todos los pobres/clase media aportamos para mantenerlos. Recuerden un hecho: los ricos españoles tienen su dinero en las SICAV –a las que el gobierno no se atreve a incrementar la presión fiscal- que cotizan al 1% , y han dejado muy claro que ellos no apoyan la iniciativa de Warren Buffet de pagar más.
Por último, la crisis es también política. La democracia representativa tal y como funcionó en el siglo XX está finiquitada. Internet ha permitido el acceso instantáneo de todos a toda la información, por lo que los políticos han perdido su control. Pero, sobre todo, porque la actual crisis ha demostrado quienes son los auténticos detentadores del poder: los mercados y quienes los dominan. El hecho de que la balanza se incline hacia la derecha o la socialdemocracia –nos negamos a denominarles izquierda- en las próximas elecciones del 20N no va a suponer opciones significativamente diferentes. La política económica la seguirán dirigiendo desde Alemania y los mercados dictarán, en última instancia, lo que deberá hacer el próximo gobierno en materia económica, financiera, laboral… Los políticos deberían tomar buena cuenta y reaccionar si no quieren verse sobrepasados por los movimientos sociales.
Una última consideración para finalizar este post: desde tiempos inmemorables la gran lucha de la humanidad ha sido por el reparto de la riqueza. Cuando la economía crece esa lucha se suaviza, porque en cierta medida hay para todos. Cuando hay recesión surgen los problemas. Hoy por hoy las demandas de redistribución de la riqueza son pacíficas, pero vivimos una época convulsa y de transformaciones muy profundas, por lo que el futuro es impredecible. Tan solo hay una cosa segura: la sociedad que se asiente tras esta crisis político-económico-social distará bastante de la democracia capitalista representativa del siglo XX. De todos nosotros, de no dejarnos manejar, depende su creación.
La Crisis Fringe durará más de una década y una vez se supere las cosas nunca serán iguales, el mundo habrá cambiado como lo hizo en 1929. Evitar el Efecto Mateo quiere decir que, para ese nuevo mundo que surja tras la gran crisis debemos tener en cuenta el desigual reparto de la riqueza, las necesidades humanas básicas o el sufrimiento de cientos y cientos de millones de seres, iguales a nosotros, que viven (sobreviven) con menos de un dólar al día. Y reorientarnos a la economía real más que hacia la cultura de la banca en la sombra, que nos ha llevado a la primera crisis del siglo XXI. El problema es que por ahora no tenemos a un Franklin Delano Roosevelt, ni a un Keynes con una renovada Teoría General; ni, por supuesto, a una valiente Ley Glass-Steagall . Y es que miran y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.

© José A. Martínez y José L. Calvo, 2011.

domingo, 16 de octubre de 2011

La gangrena y los nefastos médicos de la UE.

A todo el mundo le atrae la seguridad y teme el peligro, todos quieren vivir y temen la muerte.

Según el Diccionario de la Real Academia Española la gangrena es “la muerte de los tejidos por falta de riego sanguíneo, generalmente a causa de una herida seguida de infección y putrefacción”, aunque también cabe la acepción de “ruina, asolamiento, daño o desperfecto grande”. El tratamiento habitual es la cirugía que elimina el tejido infectado o la amputación, necesaria en muchos casos. Los antibióticos solos no son eficaces porque no penetran suficientemente los músculos isquémicos. De no tratarse rápidamente puede dar origen a la muerte del paciente. Esta es la misma enfermedad que aqueja a la economía europea, financiera y real, desde el inicio de la crisis de 2007. Y las medidas tomadas por los políticos de la Unión no solo no han servido para atajarla sino que la han extendido aún más. El resultado, si no se interviene rápidamente y con contundencia, va a ser la desaparición del euro y de la Unión Europea.
Analicemos por qué decimos esto a la luz de cómo se han desarrollado los acontecimientos. Cuando comienza la crisis, en el 2007, se observa que algunos gobiernos de países de la UE se habían comportado de forma poco rigurosa (eufemismo): Grecia falseó sus cuentas. Atenas, durante una década y con la ayuda de Wall Street, realizó prácticas que le permitieron esquivar los límites de deuda establecidos por Bruselas, como señala el prestigioso The New York Times.
Una transacción promovida por Goldman Sachs permitió a Grecia ocultar miles de millones de euros en deuda a las autoridades de la UE. Unos tres meses antes de que Atenas empezara a preocupar a la zona euro, Gary Cohn, presidente de Goldman Sachs, y otros banqueros sugirieron a Grecia un producto financiero que posibilitaba a los griegos la redistribución de una parte de la deuda de su sistema sanitario, haciendo frente a ella más adelante –para los autores del artículo del NYT ese método es similar al que aplican ciudadanos con problemas económicos cuando hipotecan sus casas para pagar las facturas de sus tarjetas de crédito-. Lo sorprendente es que esta ingeniosa idea ya había funcionado en 2001, poco después de que Grecia fuera aceptada en la zona euro. En esos días, Goldman ayudó a Atenas con un plan (una transacción, que no salió a la luz pública porque fue calificada como una intermediación de divisas y no como un préstamo) con el que pudo tomar prestado miles de millones de euros sin superar los límites fijados por Bruselas.
Aunque Atenas no aceptó la última propuesta de Goldman, el papel que jugó Wall Street en el más reciente drama financiero mundial arroja serias dudas, porque instrumentos financieros como los derivados fueron fundamentales en la pre-crisis de deuda griega. (Otra cuestión es cómo fue posible que ese engaño griego superase todas las barreras de la UE, con la aquiescencia de algunos países grandes, y cómo se puede admitir que quién ayudó a su encubrimiento vaya a ser el próximo presidente del Banco Central Europeo).
En mayo de 2010 la UE aceptó inyectarle a Grecia 110.000 millones de euros en un primer plan de rescate para salvarla de la bancarrota. Después del país heleno también se acogieron a estos planes Portugal (78.000 millones) e Irlanda (85.000 millones) y nuevamente Grecia (100.000 millones más en julio de 2011). Italia y España hemos “bailado en la cuerda floja”, pero hoy por hoy seguimos en el lado de la no intervención directa (la indirecta es obvia, y si no que se lo pregunten al Sr. Zapatero y su “caída del caballo social” con posterior conversión al neoliberalismo). Para que ese dinero llegase a las arcas de los países “periféricos” afectados –los cruelmente denominados PIGS- se les exigió la implantación de un conjunto de medidas muy restrictivas, en algunos casos la práctica desaparición del estado del bienestar.
Es aquí donde comienza la gangrenación de la UE: Grecia no es capaz de hacer frente a todas las demandas de la troika –FMI, BCE y Comisión Europea- porque eso supone retrotraer a su economía y a sus ciudadanos a la situación de hace cuarenta años; como no puede implementarlas no se le entrega la totalidad del dinero sino solo parte; y dado que no tiene los recursos que necesita, el país debe hacer frente a la posibilidad de bancarrota (default) lo que introduce más inestabilidad en los mercados.
Como la herida helena no es curada surge la primera extensión de la gangrena: la desconfianza ante la falta de decisión de la UE para resolver la crisis griega se traslada a los otros periféricos cuya prima de riesgo se dispara. Estos entran en una espiral de imposible cumplimiento: es preciso emitir más deuda para pagar los mayores tipos de interés de la que ya tienen y, al mismo tiempo, deben reducir su gasto público con la consiguiente deflación de la demanda, que reduce la recaudación por impuestos –aunque estos suban; solo es preciso considerar que la demanda agregada es elástica para que las subidas de impuestos den origen a una menor recaudación-; los ingresos públicos no son capaces de cubrir el déficit (al que se ha sumado la nueva deuda y sus intereses más altos por la elevación de la prima de riesgo) y se hacen necesarios nuevos ajustes a la baja del gasto público.
Y dado que la UE vuelve nuevamente a no tomar medidas rotundas la gangrena se extiende por todo el cuerpo de la UE: ya no son solo los países periféricos los que sufren las consecuencias de la incapacidad política para curar la herida financiera europea, sino que el problema se traslada primero a Francia y Bélgica (Dexia) y dentro de poco a Alemania (que posee más del 40% de la deuda pública griega, por lo que un default pondría a sus bancos en una situación muy grave). Por ello, la necesidad de capitalizar los bancos europeos ante la posible quiebra griega y la sucesión de complicaciones que generará en las entidades financieras de la UE.
¿Qué ha fallado en la estrategia curativa de Europa? Decisión y un auténtico concepto de la Unión. Decisión para tomar las medidas necesarias en el momento oportuno. Con esto no queremos decir que se debería haber expulsado a Grecia del euro y la UE. Todo lo contrario. Habría que haber dicho: los griegos han engañado con sus cuentas pero hay que resolverlo, hay que desembolsar inmediatamente la cuantía total del plan de rescate e imponerles un gobierno dirigido por la UE que tome las decisiones necesarias para resolver la crisis sin necesidad de imponer medidas extremas a su población. Así se habría evitado la desconfianza y el contagio, se habría lanzado un mensaje de fortaleza y unidad.
El segundo elemento es aún más importante. Los países de Centroeuropa, con Alemania a la cabeza pero sin olvidarse de Austria, Holanda… no han tenido sentido de Europa y han pensado que podían salvarse solos, que podían dejar caer a los demás y salvar su nación. Y el mensaje –para Centroeuropa pero también para las autonomías españolas- es que ya no existe la nación alemana separada del resto, la entidad supranacional es Europa y es ahí donde hay que resolver las dificultades. Ellos piensan que no estamos a su altura “moral” y económica, pero ya no hay marcha atrás. Todos estamos embarcados en la UE y o nos salvamos todos o todos juntos iremos al fondo de la economía mundial.
Cualquier retraso, cualquier duda, solo hará que la infección se extienda más. La gangrena avanza inexorablemente. Ante un sistema financiero enfermo es imprescindible huir de los médicos miserables y paletos, es preciso tomar decisiones valientes y tomarlas ya. Por eso hay que actuar inmediatamente con unidad. La primera: el gobierno económico europeo.
E pluribus unum. De muchos, uno.

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2011.

viernes, 7 de octubre de 2011

La "Crisis FRINGE" y los universos paralelos: señales del colapso económico en el comienzo del siglo XXI

Sólo cuando conoces cada detalle de la disposición de un terreno puedes maniobrar

Desde hace tres años vivimos en una crisis global para la que se han intentado medidas parciales, simples y que no van a solucionar el grave problema financiero mundial. Porque billones de euros después, varias inyecciones de capital y nuevas recapitalizaciones de la banca, estamos en la casilla de salida o en una aún peor. Y es que la crisis económico-financiera que comenzó en 2008 podría denominarse la Crisis Fringe; esto es, aquella en que conviven dos realidades distintas de la economía: el lado real, productivo, donde se intercambian bienes tangibles –alimentos, viviendas, coches…-, donde las instituciones financieras se dedican a la labor de intermediación para la que fueron creadas, donde no pueden invertir su dinero para actuar en contra de sus propios clientes, y el lado oscuro, especulativo, donde los productos son no ya intangibles, sino irreales –futuros, opciones, certificados de depósitos…-, meras especulaciones que surgen de la mente de aquellos que las crean. Y lo que esta crisis está volviendo a demostrar es que lo realmente peligroso es que esos universos se mezclen.
Y eso es exactamente lo que pasó hace unos años con la eliminación de la Ley Glass Steagall (LGS), que actuaba de cortafuegos. Al abrir las puertas de contacto entre ambos universos empezó el problema y no tiene solución, porque como ya se ha explicado en este blog (ver el "Cubo Agujereado de Okun") todo el dinero que se proporcione para las capitalizaciones bancarias es como echarlo en un cubo lleno de agujeros, y nunca llegará en forma de créditos a los consumidores y las empresas. No vale para nada en el lado real.
¿Cómo funciona cada uno de los mundos y cómo se interrelacionan? Volvamos a FRINGE. Como buena historia televisiva, podríamos decir que todo comenzó cuando en los alegres años 20 del siglo XX entraron en contacto por primera vez los universos. De hecho en esa época comenzó a gestarse el universo especulativo. Muchos individuos, desconocedores del peligro, optaron por tener avatares o participar en las realidades de ambos mundos. Y si en la serie, "distorsiones de las leyes físicas y fuertes tormentas preceden al colapso de los mundos paralelos" de la misma forma sucesivas minicrisis a comienzos del siglo pasado nos estaban avisando de que la puerta se había abierto y que la confluencia de ambos universos podía tener un resultado fatal. La consecuencia es de todos conocida: la Gran Depresión de 1929.
Para cerrar la puerta entre universos se estableció la Ley Glass Steagall (promulgada en 1933 por la administración de Franklin D. Roosevelt) que separaba los bancos comerciales de la banca de inversión, a la banca normal de la banca en la sombra. La crisis demostró que era mejor no mezclar.
Esta Ley junto con la aplicación de políticas keynesianas de estímulo de la demanda agregada, después de la segunda guerra mundial, lograron que Occidente creciera económicamente durante décadas, hasta tal punto que muchos economistas pensaron que la teoría de los ciclos quedaba invalidada, que siempre se crecería. Al desarrollarse la economía financiera y sus nuevos productos, al aparecer el fenómeno inexorable de la globalización, esos mismos economistas pensaron que ya no era necesario el cortafuegos y que se podía derogar la Ley Glass Steagall –lo que se hizo el 12 de noviembre de 1999 por el Financial Services Modernization Act, más conocido como Gramm-Leach-Bliley Act-, que ahora ya era posible pasar de un universo al otro sin peligro. No solo eso, sino que donde realmente se vivía bien, donde se podían hacer pingües negocios era en el otro lado…en el universo especulativo. El nuevo escenario al que dio lugar la derogación fue el de todo vale, el de que las "reglas del nuevo juego financiero" eran que no había reglas porque los mercados eran "eficientes y no necesitan regularse". Pero no todo parecía funcionar tan a la perfección: en los setenta hubo dos crisis asociadas al petróleo, y ahí empezó el fin de los años de vino y rosas y el comienzo de la economía triste de los años ochenta.
Al devolver todo el poder al mercado (al hacer economía vudú, como diría Krugman) la política económica pierde la capacidad de maniobra y eso se hizo al romper la frontera de los universos, al fomentar el negocio de especuladores sin escrúpulos y de financieros por objetivos donde lo importante era la parte variable. Se inició así una nueva carrera que produjo la situación actual de descontrol total. Porque, si bien hubo crisis desde 1990 a 2000, se trataba de avisos (señales del colapso) de que el sistema no funcionaba bien, de que era necesaria una regulación financiera a nivel global.
Y así, si después de la crisis de 1929 la economía y el mundo no volvieron a ser iguales, después de la de 1999, tampoco. Y cuando llegó la hecatombe de 2008 ya no teníamos instrumentos financieros para defendernos del contagio, no teníamos cortafuegos: los universos paralelos estaban mezclados.
Al igual que en FRINGE lo realmente importante es cerrar las puertas al universo especulativo, porque de lo contrario, es imposible que fluya el crédito en el lado productivo y, como consecuencia, es quimérica la recuperación del crecimiento y la generación de empleo. Cualquier propuesta de salida de la actual crisis pasa, inexorablemente, por cerrar la puerta al universo especulativo. Esto no quiere decir que no deba existir, significa simplemente que los que quieran vivir en él lo pueden hacer, pero que su comportamiento no puede contagiar a la economía real.

[La serie Fringe está protagonizada por Anna Torv en el papel de Olivia Dunham, John Noble en el papel del científico Walter Bishop (un "Frankenstein mezclado con Albert Einstein" ) y Joshua Jackson como su hijo, Peter Bishop. La serie es heredera de otras como The X-Files y actualmente se emite la cuarta temporada].

© José L. Calvo y José A. Martínez. 2011.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Ley Glass-Steagall: ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Cuantas más defensas induces a adoptar a tu enemigo, más debilitado quedará.

La crisis económico-financiera de 2008 pasará a la historia junto con la de 1929 como las dos más perniciosas del capitalismo. Y aunque ahora ya prácticamente no se hacen analogías entre la una y la otra, nosotros pensamos que cada vez se asemejan más. Por eso posiblemente sus soluciones también deban tener un gran parecido.
Ambas crisis surgieron de un período de alegría incontenida, de una época en la que todos creían que el bienestar estaba garantizado y que el capitalismo había conseguido encontrar la vía para un crecimiento sin límite; de un período en el que el sector real/productivo cedió su predominio al financiero/especulativo, y todos consideraron que era más rentable ganarse la vida invirtiendo en acciones, bonos, futuros… en vez de crear empresas y trabajar; y, sobre todo, de un sector financiero absolutamente desregularizado, del capitalismo salvaje.
Para hacer frente a la Gran Depresión una de las decisiones más importantes que se tomó –y probablemente una de las más desconocidas- fue el establecimiento en 1933 de la Ley Glass Steagall, que promovió la separación entre la banca comercial y la banca de inversión. De hecho, nosotros creemos que esta ley tuvo tanta trascendencia para superar la primera gran crisis del capitalismo como la política keynesiana del New Deal de Roosevelt. Un simple dato de su relevancia: durante los 67 años que estuvo vigente –hasta la aprobación por Bill Clinton el 12 de noviembre de 1999 del Financial Services Modernization Act, más conocido como Gramm-Leach-Bliley Act- el capitalismo sufrió varias crisis, pero ninguna de la entidad de la que se produjo en 1929; tras su derogación, introduciendo la plena liberalización del sistema financiero, este solo tardó 7 años en hundirse y arrastrar al resto de la economía a una crisis sin precedentes.
Pero, ¿qué significa la separación entre la banca comercial y la banca de inversión? ¿Qué son cada una de ellas? En la banca comercial, o banca tradicional, lo que las entidades hacen es coger el dinero que depositan los ahorradores y prestárselo a las empresas para llevar a cabo la actividad productiva, obteniendo un beneficio por esa labor. La diferencia entre lo que pagan y lo que cobran es positiva, y ahí reside su beneficio básico. Es el típico negocio de intermediación, cuyo beneficio es muy estable y hace extremadamente difícil que un banco comercial entre en pérdidas. Por su parte, la banca de inversión se dedica a sacar empresas a Bolsa, diseñar y ejecutar OPA's, fusiones, emisiones de bonos, operaciones de trading de gran volumen en los mercados financieros, etc. Es la parte creativa del negocio bancario, por lo que si bien sus beneficios pueden ser muy elevados también son mucho más inestables. En los momentos buenos de la economía gana mucho más dinero que la banca comercial, pero en los momentos de desaceleración puede sufrir grandes caídas de beneficios e incluso entrar en pérdidas.
La ola liberalizadora que surgió tras el Gramm-Leach-Bliley Act tuvo como resultado la fusión entre los dos tipos de banca, y todos se dedicaron a hacer de todo. De hecho, permitió a los bancos realizar una actividad denominada propietary trading consistente en invertir su propio dinero en todo tipo de activos, pero sobre todo en los más rentables y, consecuentemente, más arriesgados: certificados de depósitos, futuros… Su apalancamiento, es decir la inversión ligada a cada euro propio del banco, llegó a ser de entre 40€ en USA y 60€ en Europa. Pero el propietary trading tiene dos efectos perversos: el primero que pone en riesgo a la institución financiera, ya que ahora no invierte (y expone) el dinero de sus clientes sino el suyo propio. Y con esas tasas de apalancamiento cualquier desajuste puede provocar el caos; y en segundo lugar, como se demostró en el caso de Goldman Sachs, que la institución financiera puede actuar contra los intereses de sus clientes (les vendía Certificados de Depósito y con el dinero del banco “apostaba” a que el valor de esos CDOs iba a descender). Obama ha querido prohibirlo pero no ha podido.
¿En qué se traduce todo esto? Pues que en nuestra opinión no solo no se ha salido de la crisis de 2008 como se está intentando vender a todo el mundo, sino que lo que se está haciendo es una cura paliativa, se está tratando de aliviar los síntomas; pero el problema financiero que está en el origen no se ha corregido, no se ha hecho por falta de voluntad política. Y nuestra propuesta es sencilla: ¿por qué no retornamos a una renovada Ley Glass Steagall que ponga orden entre tanto caos especulativo? ¿Por qué no separamos nuevamente la banca comercial, que se dedicaría a su misión fundacional de intermediación y en esa medida permitiría que fluyese el crédito, de la de inversión, especializada en actividades más propias de un casino en la actualidad?
Los políticos europeos andan perdidos en sus nacionalismos y visión cortoplacista; parecen comportarse como un replicante ( Blade Runner,1982) desorientado en busca de respuestas .Y como en la genial novela de 1968 de Philip K. Dick habría que preguntarles: ¿sueñan los androides (europeos) con ovejas eléctricas?

© José A. Martínez y José L. Calvo 2011. No citar sin autorización expresa de los autores.

martes, 13 de septiembre de 2011

The Day After Greece. Imitation of Life

El que los adversarios vivan o mueran depende de ti; así pues, es como si fueras el director de su destino.
En la película dirigida por Roland Emmerich en 2004 The Day After Tomorrow el protagonista sugiere que el calentamiento global podría provocar un cambio brusco y catastrófico en el clima de la Tierra, al igual que sucedió hace diez mil años; por eso alerta a las autoridades del peligro, pero su advertencia llega demasiado tarde y graves eventos climatológicos comienzan a suceder alrededor del planeta.
Tenemos la impresión de que algo muy similar está pasando ahora mismo en la economía mundial (no sólo europea). Las señales están ahí: incertidumbre, volatilidad, derrumbe de las bolsas, problemas de deuda soberana y anuncios oficiales (FMI, OCDE, BM) de recesión o Gran Depresión. El Presidente Obama habló hoy sobre Grecia y señaló que es ahora mismo el "gran problema inmediato", aunque "el mayor problema" es, "lo que pase en España e Italia si los mercados siguen arremetiendo contra esos países muy grandes". Este lunes (12/09) las Bolsas vivieron una jornada negra, arrastradas por rumores de que Grecia se encuentra en quiebra, algo que, de confirmarse, podría suponer un problema de dos billones de euros en la banca europea. La Presidencia de Norteamérica piensa que las turbulencias del euro tienen un "impacto enorme en toda la economía, no solo en los Estados Unidos". El Presidente insistió: "nos encontramos en profundo contacto con los europeos para tratar de resolver esta crisis". Por su parte, Krugman, en un brillante artículo publicado hoy mismo, manifiesta lo siguiente: "España, en concreto, tenía superávit presupuestario y una deuda baja antes de la crisis financiera de 2008; se podría decir que su historial fiscal era impecable. Y aunque fue golpeada duramente por el fin de su boom inmobiliario, sigue siendo un país con una deuda relativamente baja y resulta difícil defender el argumento de que la situación fiscal subyacente del Gobierno de España sea peor que la de, por ejemplo, el Gobierno británico. Entonces, ¿por qué tiene España -junto con Italia, que tiene una deuda más alta…tantos problemas? La respuesta es que estos países se enfrentan a algo muy parecido a una espantada masiva bancaria, excepto por el hecho de que la retirada masiva de fondos afecta a los Gobiernos, en vez de…a sus instituciones financieras: los inversores, por la razón que sea, tienen miedo de que un país no sea capaz de pagar sus deudas. Esto hace que no estén dispuestos a comprar los bonos del país o, al menos, no salvo que se les ofrezca un tipo de interés muy alto".
Los últimos datos de la economía estadounidense y de la zona euro señalan la existencia de una nueva recesión en esta crisis que parece no tener final. Los “brotes verdes” europeos y americanos se han secado. Y mientras, el mundo académico y profesional se sume en un nuevo debate sobre si la crisis presenta forma de V, de U con un largo período en el “fondo”, en forma de W…
Consideramos este debate estéril, y seguimos manteniendo nuestra posición ya comentada en algunos posts: esta es una crisis sistémica, de forma que hasta que no se resuelvan las incógnitas que plantean el paso del sistema actual hacia una nueva forma de entender el capitalismo no será posible salir de la crisis. Dicho en términos que entendamos todos, en septiembre de 2007 el “muro” del capitalismo también cayó, y todavía no hemos encontrado el camino para manejarnos sin él.
Pero ¿qué es una crisis sistémica? Esta pregunta nos la han realizado algunos participantes en el blog –a quienes queremos agradecer públicamente sus comentarios-. A nuestro juicio una crisis sistémica se produce cuando una forma de entender el mundo –desde la perspectiva económica pero también social, política, de sistema de valores…- se queda obsoleta y la nueva concepción no se ha instalado plenamente. Ese confuso período de adaptación, con pasos en múltiples direcciones, muchas de ellas erróneas, es lo que define este tipo de crisis.
Centrémonos en cuatro aspecto que, nuevamente según nuestra forma de entender, van a resultar completamente transformados en este período de crisis: el modo de producción; la distribución de poder entre las potencias económicas; el papel del sistema financiero; y el estado del bienestar.
Por lo que se refiere al primero de los aspectos, el sistema productivo que funcionó desde la Revolución Industrial ha ido siendo sustituido paulatinamente por la Sociedad del Conocimiento. Esto supone no solo un cambio en la forma de entender la fabricación –por ejemplo en esta economía de sobreproducción el consumidor es “el rey” y ya no funciona la Ley de Say- sino también en las formas de competencia entre empresas –con el predominio de la diferenciación vía innovación-, de la invalidez de criterios tan en boga durante el siglo XX como las economías de escala e incluso de las relaciones laborales. La concentración de los trabajadores en grandes empresas ya no es necesaria en la mayoría de los sectores, y cada vez se hace un uso más intensivo del teletrabajo. Al final de esta crisis –concebida como período de transición- se habrá impuesto un nuevo modelo productivo y de relaciones laborales muy alejado del que predominó a lo largo del siglo XX.
La salida a la crisis actual verá una nueva distribución del poder económico y político. Dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Europea, aparecen como las grandes perdedoras, mientras que los BRIC, y en concreto Rusia y fundamentalmente China, son las más que factibles ganadoras. Para cuando la crisis actual haya terminado China habrá superado a EE.UU. como primera potencia mundial, marcando un nuevo devenir de la historia moderna. Por su parte, la Unión Europea está herida de muerte, y si bien es posible que sobreviva a esta crisis, aquél proyecto de una Europa unida tanto en lo económico como en lo político ha demostrado ser una entelequia. Hemos demostrado ser tan terriblemente diferentes no solo económica sino también social y culturalmente como para ser capaces de “remar juntos cuando la mar se pone mala”.
En cuanto al sistema financiero, este deberá renunciar a eso que tan alegremente se denominó “ingeniería financiera” y volver a sus a orígenes: la intermediación entre los ahorradores y los inversores. El nuevo sistema capitalista deberá imponer reglas muy estrictas al sistema financiero para evitar la especulación: volver, en suma, a la Ley Glass Steagall, de separación de la banca en la sombra.
Finalmente, hay que ser conscientes de que el Estado del bienestar que tan bien funcionó durante el siglo XX es insostenible en el futuro. En países como España la universalidad y gratuidad de la sanidad –como demuestra la tragedia de los comunes-; las jubilaciones a los 65 años –con una esperanza de vida de 85- y pensiones no ligadas a la riqueza de los individuos; el actual sistema de prestaciones por desempleo –con 4,5 millones de personas metiendo mano en la caja común por necesidad- o la práctica gratuidad de la enseñanza universitaria, entre otros, son inviables a medio y largo plazo. Y sería bueno que la socialdemocracia española lo reconociese y empezase a buscar soluciones imaginativas, porque los conservadores las tienen muy claras: privatización (como ya ha hecho con la educación y la sanidad en comunidades como Madrid y Valencia).
Esto son solo unas pinceladas de lo que para nosotros es una crisis sistémica como la actual. Hay, desde luego, muchos más puntos, y de los aquí comentados volveremos a hablar en el futuro. No obstante, esperamos haber hecho un poco de luz en un tema tan manipulado.
Terminamos con un comentario casero: Alemania ha vuelto a demostrar que solo tiene una forma de entender la convivencia entre los pueblos europeos: bajo su bota. Y señalando injustamente a culpables que no lo son. Porque, como muy bien dice Krugman: "Y el hecho de que el país deba refinanciar su deuda a tipos de interés altos empeora sus perspectivas fiscales, lo que hace el impago más probable, de modo que la crisis de confianza se convierte en una profecía que acaba cumpliéndose". Nadie sabe lo que pasará el día después de Grecia, nadie lo sabe, pero nosotros exigimos, desde aquí, responsabilidad a los políticos y que tengan en cuenta las palabras del Libro de la Sabiduría (LA SABIDURÍA Y EL DESTINO DEL HOMBRE): "Pues todo lo creó para que perdurase, y saludables son las criaturas del mundo". Imitemos a la vida, emulemos lo bueno y ayudemos a los demás: esperemos que el nuevo capitalismo sea, como mínimo, tan solidario como lo fue el del siglo XX.

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2011.

viernes, 26 de agosto de 2011

Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones

"Lo que distingue al hombre de los otros animales son las preocupaciones financieras".
Jules Renard (1864-1910) Escritor y dramaturgo francés.
"La mejor victoria es la que se logra con una planificación inteligente". Sun Tzu.

El debate sobre el control del déficit público forma parte del análisis económico desde prácticamente su principio. A la necesidad de un presupuesto equilibrado anual se la conoce como la Regla de Oro del presupuesto clásico. Todos los grandes pensadores económicos, desde Adam Smith(1723-1790) a Keynes(1893-1946), pasando por Friedman(1912-2006) o los defensores de la herejía keynesiana como el Premio Nobel de Economía (2008), Paul Krugman han discutido sobre la necesidad de establecer una limitación estricta a los gastos públicos de forma que estos no superen los ingresos o, por el contrario, permitir un cierto “margen de maniobra” temporal. John Kenneth Galbraith, economista keynesiano, lo expresaba de forma certera en 1958, en su The Affluent Society, "…las tendencias dilapidadoras de príncipes y repúblicas fueron reprimidas a través de la norma que les obligaba indefectiblemente a ingresar tanto dinero como gastaban. Las consecuencias de la violación de esta regla han sido siempre desafortunadas a largo plazo, y a menudo también lo han sido a corto plazo". Nuevamente es Galbraith quién resume perfectamente la argumentación de aquellos que defienden la restricción total cuando señala que: “…la norma que requería un presupuesto equilibrado había sido concebida para gobiernos que eran irresponsables, por su naturaleza o porque la experiencia lo demostraba, en asuntos fiscales”; por su parte, los defensores de la posibilidad de un cierto déficit en situaciones de recesión económica consideran este necesario para impulsar la actividad económica y permitir la recuperación en los períodos “bajos” del ciclo económico. Kondrátiev (1892-1938) formuló diversas teorías sobre el ciclo económico, la más recomendable es la del ciclo largo, divulgada en occidente por Joseph Alois Schumpeter (1883-1950), como parte de su modelo tricíclico. La aportación más relevante de este gran economista (catedrático de Harvard desde 1932) fue la concepción cíclica e irregular del crecimiento económico. Hoy, en esta vieja Europa urge encontrar un camino que nos libere de los miedos irracionales, de la desconfianza y de esos factores psicológicos que están detrás del comportamiento de inversores, financieros y especuladores y que, como en el sueño de José (Génesis 1:41:1 - 1:41:36) debemos saber interpretar, porque nos pueden facilitar la vía de salida de esta cruel y despiadada crisis. José le habla al faraón de lo que en Teoría Económica se conoce como "ciclos" y de que hay que prepararse en los tiempos de bonanza para las épocas de escasez.
Todo esto viene a colación de la transcendental, y sorprendente, propuesta del Presidente Zapatero para llevar a cabo una reforma de la Constitución española que incorpore una limitación al déficit de las Administraciones públicas. Esto supone la primera modificación de nuestra Constitución desde 1978, por lo que debería ser analizada con sosiego y consultada a toda la población.
Partamos de un principio común: todos los economistas han sido, son y seremos partidarios de unas cuentas públicas saneadas en el medio y largo plazo. Por ello, el debate no es si debe o no existir déficit cero, sino de si esta medida se debe aplicar en todos y cada uno de los años fiscales y si debe consagrarse en la Carta Magna. Es en el primer punto donde también se centra la discusión entre el PSOE, que está más en la idea de permitir pequeños déficits –sin cuantificar- en períodos en los que la tasa de crecimiento de la economía española no supere el 2% del PIB, y el PP, partidario de la más estricta doctrina neoclásica de déficit cero en cualquier circunstancia. Recordemos que los criterios de convergencia de Maastricht ya señalaban una hoja de ruta fiscal más flexible que el equilibrio presupuestario permitiendo un déficit público del 3% del PIB.
Desde un punto de vista técnico, si los gastos de un país crecen a un ritmo superior a sus gastos la única forma de financiarlo es emitir Deuda. Esta, a su vez, genera unos intereses que es preciso pagar y que deben incluirse dentro del presupuesto de gasto. Si ese déficit se mantiene en el tiempo, la emisión de Deuda también lo hará, lo que llevará a que cada vez una mayor parte de los gastos del estado estén representados por los intereses de esa deuda, pudiendo dar origen a una situación explosiva –básicamente cuando el tipo de interés sea superior a la tasa de crecimiento de la economía-. Eso lo saben muy bien los mercados, que a partir de un determinado momento considerarán que el país empieza a tener problemas para pagar, por lo que, en un primer momento demandarán tipos de interés mayores para luego negarse a comprar esa deuda ante la perspectiva de no cobrar –el ya famoso default-. Por ello, la disciplina fiscal no solo es necesaria, sino imprescindible.
A esto, y en el caso español, hay que sumar una situación muy grave procedente de una utilización del gasto público en los últimos años que entra de lleno en los “gobiernos que eran irresponsables” de Galbraith. No deseamos insistir nuevamente sobre el hecho de haber pasado de un superávit del 2,2% del PIB en 2007 a un déficit del 11% en 2009, pero sin una política económica tan catastrófica España no se vería en la obligación, impuesta por sus socios europeos en la carta del BCE, de reformar su Constitución para evitar que nuevos políticos inconscientes aboquen al país a la quiebra. Algo muy similar, por otro lado, a lo que ha pasado en el resto de los PIIGS (ahora con Italia entre nosotros). Es, sencillamente, un problema de desconfianza europea y de los mercados hacia nuestra clase política, lo que les debería hacer reflexionar.
Pero si todos estos argumentos son ciertos, no vemos tanto la necesidad de que la disciplina fiscal deba ser consagrada en la Constitución y mucho menos que el cambio deba ser tan precipitado, tomando además la decisión los mismos “inconscientes” que nos ha llevado a la intervención de nuestra economía. Porque, por mucho que nos intenten vender, la actual reforma de la Constitución que se solicita está impuesta por los mercados –quienes quieran que sean- y nuestros socios europeos –estamos, en estos momentos en una situación de tutela económica ejercida por Merkel, Sarkozy y el BCE-. En esa medida nuestra soberanía y democracia se ven comprometidas.
En definitiva, si bien apoyamos el control de déficit para evitar que los “políticos irresponsables” vuelvan a hacer de las suyas, creemos que su inclusión en la Constitución es una medida que, en cualquier caso, debería ser discutida y explicada con más tiempo y en profundidad. La Constitución de 1978 no es algo que se modifique cada año, debe tener una solera, y es preciso entender que los principios económicos que ya la inspiran pueden entrar en contradicción con la reforma propuesta. Dudamos que consagrar una opción concreta de política económica en la Constitución, sea la vía correcta. Pero, si se hace, se debería o bien consultar a todos los españoles vía referendum, o conseguir un amplísimo acuerdo parlamentario de al menos el 80-90 % de las fuerzas políticas. Y decimos más: se debería aprovechar la ocasión para sentar las bases de un consenso político entre los dos grandes partidos de España para establecer las reformas necesarias de salida de la crisis. El Decálogo de ineludible cumplimiento de ese Gran Pacto sería el siguiente: 1º) Reforma del sistema financiero español con la vuelta a su labor fundamental de intermediación y control estricto de las actividades especulativas; 2º) Flexibilización del mercado de trabajo; 3º) Reforma de las Administracioens públicas para evitar duplicidades; 4º) Introducir criterios de eficiencia, eficacia y equidad en las decisiones públicas; 5º) Lograr los objetivos al mínimo coste; 6º) Desmantelamiento de los actuales 17 mercados, regulados cada uno por una autonomía; 7º) Flexibilidad y libertad de los factores de producción 8º) Reforma de las pensiones: edad de jubilación a los 70 años, supresión de las prejubilaciones; 9º) Incremento de la inversión en educación básica y superior y 10º) Interiorizar el principio de la emulación: inversión en investigación científica y técnica para el desarrollo industrial y tecnológico. Estos mandamientos se encierran en dos: 1º) no subirás impuestos pero reducirás gastos (en el propio Estado, las CCAA y las corporaciones locales) y 2º) Como decía el fundador de nuestra ciencia: Investigarás (y emularás) la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.

© José A. Martínez y José L. Calvo, 2011.

sábado, 6 de agosto de 2011

La hora de los valientes. En lo esencial, unidad

En cuanto la tropa se halle fuertemente unida, el valiente no tiene ocasión de avanzar solo, el cobarde no tiene ocasión de retroceder solo. Este es el método para emplear a muchos hombres.
Los coetáneos de los grandes sucesos históricos no suelen ser conscientes de ellos, precisamente porque los están viviendo en ese momento. Nosotros creemos que el mundo está en uno de esos procesos de transformación histórica: el sistema económico vigente está mutando. Y esos cambios o transformaciones suelen ser dolorosas, si son radicales. Veamos tres escenarios posibles (hay más, lógicamente) uno el americano e internacional, otro el europeo y, finalmente, el español. Nuestro post de hoy es más largo de lo habitual, pero la ocasión lo merece: queremos dejar clara nuestra posición.
Primer escenario. Después del acuerdo forzado sobre el techo de deuda en USA, los mercados tienen dudas con los Estados Unidos: "La rebaja está motivada porque la consolidación fiscal acordada por el Congreso y la Administración se queda corta, de lo que sería necesaria para estabilizar la dinámica de deuda a medio plazo del gobierno", indicó Standard & Poor's en un comunicado oficial. Esta agencia de calificación crediticia acaba de rebajar la calificación de la deuda de EEUU por primera vez en la historia al pasarla de AAA, la máxima posible, a un escalón menos AA+. Además, la agencia china de calificación Dagong Global Credit ha rebajado la nota de solvencia de EE UU, hasta A desde A+ con perspectiva negativa, al considerar que el acuerdo alcanzado para elevar el techo de deuda no revierte la tendencia de crecimiento del endeudamiento del país por encima del ritmo de su recuperación económica. Con esto queremos decir que, excepto en Asia, concretamente en China, las grandes potencias o bloques económicos industrializados parecen tener problemas económico-financieros con la perspectiva de entrar, de nuevo, en una recesión global que será, necesariamente, sistémica. Y también irreversible. China desea desde hace tiempo la sustitución del dólar como moneda de reserva internacional por los derechos especiales de giro. China, con 1.300 millones de personas y un capitalismo de estado (gobernado por el partido comunista) está buscando el liderazgo político y económico del mundo en el siglo XXI.
Segundo escenario. La situación actual en Europa es complejísima: con unos diferenciales de deuda para Italia y España que rondan los 400 puntos, suponen que ambos países deben pagar tipos de interés por los bonos a 10 años en el entorno del 6%, habiendo llegado al 6,4% en el caso español. Como bien señalaba ayer el Presidente de la Comisión Europea, José Durao Barroso, y hoy mismo negaba el ministro de finanzas alemán, la actual situación ha sobrepasado a los países periféricos de la UE y está alcanzando el corazón de la Unión. Porque, y este es un argumento que nosotros hemos defendido desde hace mucho tiempo, nadie está libre de los ataques especulativos de los mercados. El patrón de ataque es evidente, primero se inventan el acrónimo PIGS, luego utilizan expresiones como los "periféricos", después se transmite al ciudadano una imagen errónea que asocia las políticas de austeridad fiscal con la inmunidad ante esos ataques del lado oscuro financiero. Nosotros defendemos las políticas de equilibrio presupuestario: debes hacerlas por principio, las debes tener en tu ADN fiscal; esto es, si te exigen el 3%, tener tú el déficit cero o incluso superávit. Pero lo que deben tener ustedes claro es que los ataques seguirán existiendo. La diana está puesta en el euro y la Unión Europea. Una vez derribados Grecia, Irlanda y Portugal, el objetivo hasta ayer mismo era España, pero hoy hemos visto como “nos sobrepasaba” Italia, y se está acercando muy peligrosamente Bélgica. Esto supone que el margen de maniobra para Francia, Alemania y el resto de la UE se va estrechando cada vez más, por mucho que lo nieguen los teutones. De hecho, los analistas sitúan ahora en primera línea de intervención a Italia, por encima de nuestro país. El motivo es muy claro si tenemos en cuenta que si bien ambas economías están prácticamente estancadas, con crecimientos mínimos, el porcentaje que representa la deuda pública sobre el PIB es muy superior en el país transalpino: un 120% del PIB frente a un 67% en el nuestro. ¿Cómo hacer frente a esta situación? Creemos que el título de este post es muy expresivo y refleja claramente nuestra posición. Es la hora de que alguien “coja el toro por los cuernos” en España y en la UE, que se enfrente a la situación con realismo. Es el momento de que la Unión Europea se haga creíble, actuando como una unidad, despejando las dudas. Es la hora de los valientes. De los que toman decisiones en beneficio de todos por encima de intereses personales, partidistas o de país. De esos políticos europeos que se den cuenta de que para frenar los ataques de los mercados ya no sirven las medidas neoclásicas de recorte del sector público y liberalización, sino que la única posible es la credibilidad del proyecto político de la Unión Europea. Y eso supone que ante la especulación contra uno de los 27 la actuación debe ser conjunta, unánime y perfectamente visible (otra cosa es que luego haya que “poner orden en casa”, con un férreo control de la política fiscal, aplicando estrictamente las normas del Pacto de Estabilidad, sin posibilidades de relajación). De esos personajes que sepan trasmitir el mensaje de que pase lo que pase la UE va a defender a sus miembros. Es la hora del todos o ninguno –se equivocan los alemanes si piensan que pueden salvarse solos tirando lastre. Para su desgracia en 2000 se embarcaron en el Eurosistema, y aunque aquél barco que parecía el de Vacaciones en el mar se ha convertido en una patera, la única posibilidad de llegar a la orilla es la de remar todos juntos. Alemania no tiene inmunidad ante los especuladores: igualmente podrá ser atacada.
Tercer escenario. Los ataques de los mercados a España son el reflejo de lo que se está haciendo mal en nuestro país y en la UE. La deuda pública española se situará en los 733.428 millones de euros en 2011 --94.661 millones más que en 2010--, lo que equivale al 67,2% del PIB, medio punto por debajo de la previsión recogida en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para este año, que la situaban en el 68,7%. Estamos todavía por debajo de la media europea (80%) y de los principales países de la UE: Francia con un 81,7% en 2010 y Alemania con un 83,2% para ese mismo año. Lo malo de nuestro deuda pública, en relación al PIB, se encuentra en su evolución y no en su cuantía: en 2007 era del 36,1%, en 2008 ascendió al 39,7%, en 2009 fue ya del 54,3 y, en 2010 del 60,1% del PIB. Esto se debe a una enloquecida política de gasto público –no queremos volver a insistir sobre el Plan D-espilfarro, al que ya criticamos muy durante en agosto de 2009- que hizo que pasásemos de un superávit público de un 2,2% del PIB en 2007 a un déficit del 4,1 en 2008 y al 11,1% en 2009. Dicho en cifras redondas, el gobierno dilapidó en dos años 13,3 puntos del PIB, unos 150.000 millones de euros (para que se hagan una idea comparativa, la reducción del sueldo de los funcionarios un 5% ha supuesto un ahorro de 10.000 millones); es decir, una clara muestra de incompetencia fiscal. No parece que esos ataques sean, en consecuencia, muy justificados, sino es por la falta de credibilidad de España por culpa de la imagen que transmiten nuestros políticos por el mundo: escaso talento, precariedad intelectual y nulo liderazgo. España necesita gigantes: estadistas como Sarkozy, Obama o Lula Da Silva, que en las dificultades saben tomar decisiones. Lula en un Brasil en peor situación que nosotros supo tomar el camino adecuado. Hoy Brasil tiene una gran imagen exterior, está metido en todos los foros internacionales y compitiendo (como BRIC) en cuota de mercado dentro de las grandes potencias emergentes. En el caso español parece que por fin nuestras propuestas van calando en algunos miembros de una clase política que hasta ahora ha vivido de espaldas a la realidad enfrascada en sus batallitas por ver quién se hace con la poltrona. Ayer, el Presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, llamaba a un gobierno de concentración nacional –nosotros lo pedimos el 29 de enero de 2010 en este mismo blog- y a la suspensión de la política de “café para todos” de las autonomías –pueden consultar nuestro post del 15 de septiembre de 2008 sobre la propuesta de estado federal reduciendo el número de autonomías-.
Conclusión. Imaginen ustedes que estamos en una isla desierta: un avión se ha estrellado y ha dejado 27 supervivientes. Cada uno de ellos con talentos distintos, con diferentes cualidades, pero ninguno por sí mismo sería capaz de encontrar el camino de vuelta a casa si no tiene la ayuda de los demás. Tienen que entender, primero, que están en una situación de vida o muerte; después deben evaluar correctamente esa situación, comprenderla y poner las bases para salir de ella. Para lograrlo, entenderán que todos se necesitan mutuamente, que todos son necesarios, que (de muchos, uno) no hay nadie se pueda beneficiar individualmente a largo plazo. Y sólo trabajando unidos lo conseguirán.
(A) España necesita una política presupuestaria muy estricta y para ello es preciso interiorizar el concepto de austeridad total, desarrollar una nueva Ley de Estabilidad Presupuestaria que ponga techo al despilfarro autonómico, evitar duplicidades y reordenar el estado autonómico: no puede haber 17 unidades de mercado; debemos ir a un tamaño mínimo eficiente en las corporaciones locales (reduciendo su número); es precisa una reforma más contundente del sistema financiero, que se quiten las restricciones al crédito: el problema de España es de liquidez, no de solvencia; y, finalmente , necesitamos una simplificación del mercado de trabajo (contrato laboral único) .
(B) Para la Eurozona dos ideas: 1ª) Eurobonos que respalden la deuda de los países del Eurosistema y 2ª) Resulta imprescindible un Ministro de Finanzas Europeo que coordine la política económica común. Pero lo más necesario para Europa, lo primero, es estar unidos: en lo esencial, unidad (In Necesariis Unitas, San Agustín). Esto es lo realmente importante, porque como dice el Evangelio según San Mateo: "y todo lo demás se les dará por añadidura".
El futuro de España, de Europa y probablemente del mundo se dirime en estos días. Y solo a los valientes les hará justicia la Historia. El resto pasarán como esos personajes pusilánimes que no supieron anteponer los objetivos generales a sus obsesiones personales.

© José A. Martínez y José L. Calvo, 2011.

jueves, 21 de julio de 2011

Exuberancia Irracional

Perdona a tus enemigos, pero jamás olvides su nombre. John Fitzgerald Kennedy, 1917-1963.

El pasado jueves, el Presidente de la Reserva Federal de los EEUU manifestó su preocupación por la crisis europea, en concreto por Italia y España, y dijo que si esos países son rescatados "algo que no digo que vaya a suceder" la UE debería realizar una sustancial contribución a su estabilización. No obstante, tampoco es que los norteamericanos estén mucho mejor, ya que se encuentran inmersos (en palabras de Paul Krugman) en la inquietante posibilidad de impago de la deuda estadounidense. En el mes de mayo pasado el techo de la deuda americana superó el límite legal de 14,29 billones de dólares.
Europa está sumida en una crisis de deuda. La media de la deuda pública europea está en torno al 80% del PIB, pero la situación difiere mucho entre países. ¿Por ejemplo, qué pasa en Italia? La economía italiana es la tercera de mayor peso en la eurozona, pertenece al G-7, equivale a más de un 17% del PIB comunitario y contiene uno de los mayores stocks de deuda pública en Europa, además de un grandísimo nivel de economía sumergida, igualado con Grecia por cierto. La deuda es de 1,89 billones, un 120% del PIB, muy superior a la española. El problema de Italia es espectacular: la subida de su prima de riesgo ha sido galopante en apenas dos semanas, superando la barrera psicológica de los 300 puntos y casi igualando la española.
En el país transalpino había, en 2010, 1.156.000 familias en situación de pobreza absoluta -más de tres millones de personas- con 8.272.000 residentes que sobreviven con menos de 500 euros al mes, según datos oficiales. El motivo está en un país que lleva más de una década con un crecimiento medio del PIB del 0,25%, situándose en medio de la tormenta perfecta: sin crecimiento y sin estímulos reales para hacer crecer su economía todo hace pensar que seguirá el camino de Grecia y Portugal. La M1 italiana ha bajado un 7% lo que indica una señal clara de recesión. Aunque el gobierno de Berlusconi ha intentando tranquilizar a los mercados con un ajuste de 79.000 millones de euros (reducción del gasto público y privatizaciones) hasta 2014, es fácilmente previsible pensar que no va a conseguir transmitir esa tranquilidad.
Y es que volvemos a insistir en que en la actualidad, con los animal spirits desatados, no existe una relación causa efecto entre las medidas fiscales y presupuestarias y esa soñada inmunidad ante los ataques especulativos de los mercados financieros. Esa economía vudú de la que habla el Premio Nobel Krugman es realmente un claro efecto vendedor de humo: la misma Alemania (o Francia) puede ser atacada, nada lo impide, dada su exposición a la deuda helena. Miren, según datos del BIS (Bank for International Settlements) la cuantía de la deuda griega (privada y pública) en manos de la banca extranjera llega a 103.889 millones de euros, de los cuales la banca europea tiene el 93% del total. La primera acreedora es la banca francesa, con más de 40.000 millones de euros (38,5%), seguida por la banca alemana con más de 25.000 millones de euros (24,7%) y a mucha distancia la británica con una exposición de casi 10.000 millones euros. Si hubiese una quita de la deuda griega, los bancos que serían más perjudicados serían BNP Paribas con 5.000 millones, seguido por Dexia SA, con 3.500 millones, el Commerzbank AG, con 3.000 millones , Societé Generale con 2.700 millones, ING Groep NV, con 2.400 millones y Deutsche Bank AG, con 1.600 millones, según un informe de Goldman Sachs. Los bancos españoles solo tienen una exposición de 600 millones.
Sin embargo, si fuera Portugal quien estuviera en el ojo del huracán el problema sería muy grave para España: la deuda externa portuguesa en manos de bancos españoles asciende a 64.838 millones de euros, el 42,6 % del total. España es el principal acreedor de Portugal, seguido de Alemania (27.473 millones de euros) y Francia (20.401 millones de euros de deuda lusa en sus balances).
El problema financiero de la vieja Europa se resume en una crisis de deuda (griega) que se ha llevado por delante a Irlanda y Portugal y persigue ahora a Italia y, en menor medida, a España. El futuro de la zona euro está en peligro en estos momentos. El Fondo Europeo de Estabilidad debería emplear parte de sus recursos (440.000 millones de euros) para ayudar al país heleno. Eso habrá de acordar el Eurogrupo en su próxima reunión. Grecia debe quedarse con una deuda asumible y la Unión Europea ha de lanzar un mensaje de unidad de acción.
Un último aviso a navegantes: si España supera la barrera de los 400 puntos en la prima de riesgo, la situación para la UE sería similar a la de Lehman Brothers en septiembre de 2008. La deuda española comenzó esta semana con una rentabilidad del 6,37% y la prima de riesgo superaba los 370 puntos básicos. Muy cerca de esa delgada línea roja que marcaría la intervención o el rescate de nuestro país. Lo que pasa es que España e Italia son demasiado grandes para ser intervenidos “oficialmente”.
Vivimos momentos de convulsión a nivel mundial, con gravísimos problemas aquí y al otro lado del Atlántico. En esta vieja Europa urge encontrar un camino que nos libere de los miedos irracionales, de la desconfianza, de esos factores que están detrás del comportamiento de inversores, financieros y especuladores. Como señala Robert Shiller: ¿acaso la elevada valoración del mercado se debe a una suerte de exuberancia irracional; es decir, al pensamiento positivo de los inversores que por sus mismas características les impide ver la situación real?. Porque en la comprensión e interpretación certera de las burbujas especulativas está el camino a seguir para adoptar las políticas económicas correctas. Los que sigan ese camino serán amigos del proyecto europeo y los que lo dificulten sus enemigos. Alemania y Ángela Merkel tienen la palabra, no vaya a ser que de tanto apretar el cuello a los demás no puedan respirar ellos.

© José A. Martínez y José L. Calvo

jueves, 14 de julio de 2011

La Unión Europea: E Pluribus Unum (de muchos uno)

Lo sutil es tranquilo, lo misterioso es movimiento ,la tranquilidad es defensa, el movimiento es ataque.

Las turbulencias que está atravesando la Unión Europea en la segunda semana de julio de 2011 son tan graves que están poniendo en peligro su propia supervivencia. España es uno de los perjudicados: la rentabilidad del bono a 10 años ha llegado al 6% en el mercado secundario y el " riesgo país", esto es, el coste extra que debe pagar España frente a Alemania por vender su deuda pública, llegó este lunes a los 340 puntos básicos. El "contagio" ha llegado también ya a Italia: la prima de riesgo alcanzó los 295 puntos básicos, cayendo la Bolsa de Milán un 4,2%.
Dada la gravedad de la situación los ministros de finanzas de la Eurozona se reunieron para evitar el desastre. No obstante, no transmitieron una imagen de unión a los mercados: "No puede decirse que hayamos acordado algo importante" se lamentó el presidente del Euro-grupo, Junker. Sin un estudio de viabilidad económico-financiera de los tres países rescatados , sin tener claro el segundo plan de rescate a Grecia, los mercados financieros no tienen (ni pueden tener) confianza en Europa. Por eso, las probabilidades de que la Eurozona y el euro desaparezcan son, en la actualidad, muy elevadas y la preocupación es grande en todo el mundo. Dos cuestiones básicas surgen ante esta perspectiva: ¿por qué ha sucedido esto? Y ¿qué se puede hacer?
Lo primero que hay que dejar claro es que el proyecto de una Europa unida surgió bajo un error conceptual de partida que hoy estamos pagando. Los alumnos que cursan Macroeconomía saben que las dos grandes herramientas de la política económica son la política monetaria y la fiscal. Las famosas curvas IS y LM explican cómo hay que actuar sobre una u otra para conseguir que la economía crezca. Y ambas se complementan, no pudiendo actuar en direcciones contrarias. Por ello, la decisión de crear una Unión Económica y Monetaria con una moneda común, pero dejando que cada país controlase su política fiscal –especialmente la presupuestaria- fue un inmenso error al que nos enfrentamos en la actualidad –en nuestro caso por partida doble, porque lo que hizo la UE nosotros lo replicamos con las Comunidades Autónomas-.
Además, cuando se creó la Eurozona deberíamos haber tenido en cuenta la Teoría de Juegos y en especial cómo funcionan los cárteles: cuanto mayor es el número de miembros del cártel mayor es la posibilidad de engañar sin ser descubierto, sobre todo si uno es pequeño y periférico. En definitiva, política fiscal/presupuestaria autónoma de cada país pero con una moneda común más funcionamiento tipo cártel ha dado origen a lo que estamos viendo: cada uno va a lo suyo.
En realidad, Europa se ha comportado como si fuera un piso de alquiler de un grupo de amiguetes en el que cada uno pagaba su parte de la “renta” y que, a su vez, manejaba su propio dinero e incluso el que le prestaban los otros, en algunos casos con una generosidad digna del hijo pródigo. Pero, como sucede en los cuentos, llegó un día en el que dijeron: “No solo no podemos pagar la renta sino que hemos pedido dinero a unos prestamistas macarras que cuentan que se lo devolvamos entre todos (por eso de tener una única moneda)”. Y en lugar de unir nuestras fuerzas para hacer frente a los macarras dejamos que pegaran primero a los más pequeños (Grecia por dos veces, Irlanda y Portugal), luego a los medianos (España e Italia) y ya no se puede descartar que lo hagan con los grandes (Alemania o Francia) ahora ya sí muy castigados por la acumulación de deuda de sus socios europeos.
¿Qué hacer? Todo parece indicar que solo hay dos caminos: o bien “romper la baraja” y dejar que cada uno resuelva sus propios problemas como pueda; o bien unirse y actuar como uno solo. Alejandro Dumas lo vio claro en los tres mosqueteros (“uno para todo y todos para uno”). Esto se traduce en un gobierno económico europeo único, con un ministro europeo común de finanzas que controle los presupuestos de todos los países y no permita los desmanes. Que tenga autonomía total para elaborar, dirigir y gestionar la política económica común de la Unión Europea: fiscal y presupuestaria, laboral, económica exterior y, por supuesto, monetaria. Teniendo claros los objetivos y los instrumentos, ese ministro de finanzas europeo haría que se cumpla el lema nacional americano, ideado por el Dr. Franklin, Mr. J. Adams y Mr. Jefferson el 4 de julio de 1776 de E Pluribus Unum, o que las decisiones tomadas, beneficien a todos por igual, y no sólo a los grandes países de la zona euro.
Hay, además, otra medida urgente: la devaluación del euro para mejorar la competitividad de la Unión Europea. Esta acción, común en los países que han visto reducida su capacidad para competir en los mercados, puede y debe aplicarse en la UE. A ello se añade otra justificación: se le ha advertido a China por muy diferentes vías que está haciendo dumping con una moneda infravalorada, y no ha hecho caso. Pues bien, compitamos con sus mismas armas, luchemos con fuego contra el fuego. No hay muchos más caminos abiertos. La propuesta del gobierno europeo es en beneficio de todos. Para eso compartimos el mismo barco: el sueño europeo. De Muchos, Uno.

©José A. Martínez y José L. Calvo,2011.

viernes, 1 de julio de 2011

"The Thin Red Line". Europa en la encrucijada.

Un animal agotado seguirá luchando, pues es la ley de la naturaleza. No presiones sobre el enemigo desesperado.

El 29 de junio de 2011 la más que posible desaparición de la zona euro ha puesto a la economía mundial al borde del abismo. Dos factores lo han evitado: por un lado, el presidente francés Sarkozy, que ha convencido a los bancos franceses (que tienen un problemilla de deuda griega, en torno a los 53.000 millones de euros) de que se "reestructurara" esa deuda –en cuestión de horas España pasó la fatídica barrera de los trescientos puntos básicos en la prima de riesgo en relación con el bono alemán. Después de la intervención del pequeño Napoleón ha bajado a 277-; y la aprobación por el Parlamento griego de un nuevo recorte de 78.400 millones de euros, exigido por la Unión Europea y el FMI para liberar los 12.000 millones del segundo tramo de ayuda. El plan es, en palabras del presidente Papandreu, "una obligación patriótica".
El pueblo griego no lo ha entendido de la misma forma, y su reacción ha sido la de convocar dos días de huelga general y manifestaciones violentas en Atenas con intento de asalto al Ministerio de Finanzas incluido. Y es que es una gran mentira lo que el primer ministro griego trata de vender a su pueblo. Él sabe muy bien que aplicando ese plan de austeridad que se basa en subir los impuestos indiscriminadamente, reducir el estado del bienestar, apretar las tuercas a los más pobres (bajando el mínimo exento en el impuesto sobre la renta a 8.000 euros) y poner un cartel de "se vende" en Grecia, castigará a su país a un retraso de décadas. En concreto, el plan de ajuste heleno se basa en tres pilares contradictorios entre sí: aumentar los impuestos, reducir el gasto público y quitar derechos sociales a unos ciudadanos a los que luego vas a exigir que saquen el país adelante. Pero lo peor no es eso, sino la carencia de objetivos reales y la deslealtad a sus propias metas como país: el objetivo prioritario de la política económica ha de ser, siempre, la creación de empleo y la mejora del bienestar de los ciudadanos.
Analicemos brevemente este plan de Papandreu. La primera medida es la consolidación fiscal: recortar los gastos del estado en 14.300 millones de euros; la segunda (que nos hace empezar a levitar) es mayor recaudación. Quiere conseguir un incremento adicional de 14.100 millones de euros hasta 2015. Nosotros nos preguntamos, ¿cómo lo van a hacer sin contar con el apoyo de su población y reduciéndoles los ingresos?; la tercera es un impuesto solidario: un incremento de entre el 1 y el 14% a las rentas más altas, algo con lo que, obviamente, estamos de acuerdo, y agradeceríamos se impusiese a las SICAV; la cuarta medida es un impuesto a profesionales: 300 euros adicionales/año a los autónomos. “Fantástico” para la creación de empleo en una economía dominada por las muy pequeñas empresas. De hecho, en este momento, los autores del blog nos vamos al Himalaya porque la corriente de exuberancia económica de alto nivel que transciende del plan heleno nos lleva a las más altas cimas del orbe conocido y queremos fumar lo mismo que las autoridades griegas. Sigamos.
El IVA a los restaurantes pasará del 13 al 23%. Sublime, en un país eminentemente turístico es lo suyo. El quinto punto está en la línea Cameron: el 25% de los empleos públicos (150.000) serán suprimidos. El sexto mandamiento del plan nos lleva a las privatizaciones: El Estado griego venderá bienes y propiedades por valor de 50.000 millones de euros. Y, finalmente, nuestros amigos del FMI piden un recorte del Estado del Bienestar griego: 2.100 millones menos de gasto sanitario hasta 2015.
Señores del FMI y la UE, la política económica tiene que tener una lógica, y lo exigido a Grecia no la tiene. Los asesores del FMI saben –o deberían saber a poca economía que hayan estudiado- que si disminuyes la renta personal disponible del ciudadano medio, si castigas a las empresas, si empobreces a la población, si privatizas lo poco de valor que tienes, si le quitas los derechos sociales a tus compatriotas, en ningún caso lograrás crecimiento económico, sino que entrarás en un círculo vicioso de desesperación y miseria, con las revueltas sociales in crescendo. Todo lo contrario a un círculo virtuoso que proporcione bienestar. Y esa inestabilidad no ayudará a aplacar a los mercados.
Las medidas tomadas ayer en contra de la población griega y la decisión franco-alemana de aplazar el cobro de su deuda han sido un pequeño balón de oxígeno para el Eurosistema. Pero, como sabe todo aquél que ha jugado alguna vez a un juego de estrategia, existe un instante, un movimiento, una delgada línea roja, que una vez superado hace que el juego se precipite hacia su solución, su jaque mate. España representa esa línea para la Unión Europea. Si España sigue siendo atacada y debe ser intervenida, el Eurosistema se hundirá como un castillo de naipes. Porque no muy lejos de nuestra situación están Italia, Bélgica… e incluso Alemania, ya que no hay aval que permita no ser blanco de los “mercados”. Nada les detendrá salvo un mensaje alto, claro y consecuente de que Europa va a actuar unida apoyando a sus países más débiles. Y lo dudamos. Cuando alguien nos sorprende agradablemente como Sarkozy, lo decimos. Pero también hemos de ser honrados y exponer con claridad lo que pensamos y sentimos: el mandato de Trichet en el BCE ha sido nefasto, su política monetaria ha sido errática (para España y para la zona euro) y su decisión, en plena crisis de 2008, de subir los tipos de interés varios puntos agravó la situación financiera europea y destrozó a España. Su sucesor es aún más “ortodoxo” y se anuncian ya subidas de tipos de interés. Para que lo entienda la gente: menos crecimiento económico, más pobreza y menos renta disponible. Ya está bien de insensateces en política económica.
Esta crisis es sistémica. Si se pasa la línea roja este negocio se desmorona (el del capitalismo global y no sólo en Europa). Y en el día de ayer se estuvo a punto. Hemos salvado un match point pero la zona euro y el modelo de la Unión Europea siguen teniendo el partido muy cuesta arriba. Y no ayuda que a uno de los jugadores del equipo le hayamos quitado las botas, la camiseta…

© José L. Calvo y José A. Martínez, 29 de junio de 2011.