miércoles, 28 de abril de 2010

Alicia en el País de las Maravillas: Aventuras en Bolonia ¿Tiene remedio la obesidad mórbida?

Cuando rodees a un ejército, deja libre una salida .No presiones demasiado duramente a un enemigo desesperado. Tal es el arte de la guerra.

Erase una vez, en un remoto país, que había una niña muy soñadora que pensaba que con amor e ilusión todos los sueños se convertían en realidad. Y así, desde su inocencia, llegó a un lugar extraño y maravilloso donde tuvo muchas aventuras iniciáticas que al final le dieron la felicidad esperada. Pues bien, desde esa inocencia podemos entender la creación de una universidad que surgió en España en los años setenta del pasado siglo y que se llama la UNED. Nuestra universidad nació muy diferente de sus hermanas mayores y más prestigiosas (Complutense, Autónoma, Salamanca , Central de Barcelona…) y de hecho, su origen estaba basado en un concepto de la educación muy distinto al de estas: mientras que las universidades presenciales están creadas para ser la fuente del conocimiento, la UNED surgió en base a una idea de libertad (como universidad libre) para hacer accesible ese mismo conocimiento a gentes que por muy diversas razones no podían asistir a las clases magistrales. En fin, lo que se llama realizar una labor social difundiendo el conocimiento a gente de toda clase y condición que por diversas razones tenían dificultades en asistir a las aulas o que buscaban una segunda oportunidad en la vida.
De hecho, la UNED se convirtió en Alicia en ese país de las maravillas que es el macrocampus de las universidades españolas. En ese primer momento, era la hermana bastarda a la que el resto miraban con cierto desprecio; creció abandonada del cuidado de su padre –el Estado- que no le facilitó los medios que sí le daba a sus hermanas más resplandecientes; cuando muchas de estas fueron traspasadas a las Comunidades Autonómas nadie quiso saber nada de ella, y fue dedicada a aquellas labores/alumnos que el resto no querían asumir: formación de presos, acogida de inmigrantes, educación de los que no podían pagar el coste de oportunidad de la enseñanza universitaria, cultura para los mayores, para las amas de casa, etc. En suma, hacer una obra favorecedora o generadora de externalidades positivas.
Y, contra todo pronóstico, como Alicia, nuestra universidad se inició en los secretos del macrocampus, desarrolló unas ideas propias, marcó un determinado espacio y lo defendió contra viento y marea .Creció vigorosa gracias a una combinación óptima de dieta y metabolismo. Dieta que consiste en alumnos prácticamente autosuficientes que no desean ser molestados y que organizan su propio calendario formativo, alternándolo con su vida familiar y laboral; y un metabolismo basado en el sistema de un manual, un examen y la utilización de la tecnología para generar respuestas automatizadas.
A esto le podemos llamar el sistema UNED, nuestra franquicia, lo que nos hace singulares y diferentes. Esa combinación fue la que le permitió crecer sin límites, convirtiéndose en la primera universidad española por número de alumnos y en una de las más grandes del mundo aún a pesar de su reducido tamaño, menos de 1.500 profesores. Y aunque parezca mentira, la UNED no tenía problemas de peso/alumnos y podía asimilar todos los que se matriculasen. Era un organismo atlético y esbelto (como decimos los economistas, tenía rendimientos crecientes de escala).
Pero su dieta cambió radicalmente cuando papá/Estado se unió con otros países y entre todos decidieron que había que cambiar el sistema educativo hacia otro con alumnos más participativos, profesionales de la educación. Dieta sana y correcta para las hermanas delgadas, casi anoréxicas por la pérdida alarmante de alumnos, pero no pensada para la UNED, que seguía creciendo en número de estudiantes hasta superar los 220.000. Y claro, su metabolismo no fue capaz de digerir tal volumen de alumnos que demandan respuestas individualizadas y una atención permanente y, como les ocurre a los deportistas, el músculo se convirtió en grasa y empezó a engordar: demasiado alimento/alumnos para tan poco cuerpo/profesores. Ni siquiera la implantación de los últimos desarrollos tecnológicos y el voluntarismo de su profesorado sirvió para impedir lo inevitable: de la esbeltez la UNED ha pasado a la obesidad mórbida (un pequeño cálculo: 220.000 alumnos, 4 asignaturas por alumno y 1500 profesores dan alrededor de 600 alumnos por profesor a los que hay que atender uno a uno contestando el foro, poniendo pruebas de evaluación a distancia, etc…).
Una situación como esta tiene pocas alternativas: o bien volvemos a la antigua dieta de la UNED y permitimos que sus alumnos sigan trabajando a su ritmo, admitiendo que no tienen nada que ver con aquellos para los que está diseñado el actual Espacio Europeo de Educación Superior –lo que supondría reconocer que nuevamente se la olvidó, a ella y a sus alumnos, ccuando se adoptó el EEES como si no fueran universitarios-, o bien el cuerpo debe crecer, incorporando más músculo mental/profesores y más vitaminas/tecnología que lo revitalice –y no parece muy probable con los actuales presupuestos generales del Estado-. O, y esta parece la opción más viable, ponemos a régimen a nuestra Universidad dándole de comer tan solo aquellos alumnos que puede digerir. En dos palabras: numerus clausus. Esto último permitiría, además, que sus hermanas que tanto presumieron en el pasado pero que ahora se ven sin alumnos que llevarse a las aulas, pudieran justificar su pervivencia.
Sabemos que la mente/rectorado de la UNED reconoce el ingente esfuerzo que su músculo/profesorado está haciendo para mantener a raya la obesidad actual. Pero no estaría de más que papá /Estado también lo reconociera: si no, Alicia puede renunciar a metabolizar y se vería con un grave problema de cerca de un cuarto de millón de personas.
Las razones que justifican la participación pública en la financiación universitaria se basan en que producen beneficios individuales, sociales y también por cuestiones de equidad. Individualmente existe una correlación positiva entre nivel educativo, oportunidades de empleo y obtención de rentas. Pero, también hay una relación directa entre la inversión en capital humano de un país y su crecimiento económico. En la UNED es aplicable la teoría de que la educación universitaria mejora la equidad, entendiendo por ello la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación universitaria independientemente de las características personales del individuo. Desde estas páginas esperamos que papá ayude a Alicia, porque haciéndolo así, se ayudará a sí mismo.

©José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

lunes, 19 de abril de 2010

El dilema de Samuelson: ¿a quién quieres más José Luis, a papá/banca o a mamá/política social?

De aquel que pueda modificar su táctica en relación con su contrincante, consiguiéndole ganar, puede decirse que es un capitán nacido en el cielo porque del mismo modo que el agua no mantiene una forma constante, tampoco hay condiciones constantes en el arte de la guerra.
En el año 2004 Finn E. Kydland recibió el Premio Nobel de Economía (junto con E.C. Prescott) por sus investigaciones sobre política económica; en concreto, macroeconomía y ciclos económicos. Estuvo en Madrid la semana pasada y manifestó su perplejidad por la aplicación de una incorrecta política económica que entorpecería la recuperación. Hizo algunas reflexiones de carácter general sobre la cuestión polémica de los rescates a los grandes bancos o la ayuda a General Motors diciendo "que se vertieron fondos gubernamentales para intentar mantener el desempleo a raya, pero de forma ineficiente. Habría sido mejor no gastar tanto y que la deuda aumentara tanto, y en cambio, recolocar más fondos a ayudar a esos desempleados, y formarlos en los sectores que sean considerados de futuro". Por otra parte, hemos sabido estos días que existe un pánico evidente en las plazas bursátiles mundiales por las dudas que transmite el sector financiero a raíz del fraude de Goldman Sachs, ya que el regulador del mercado de EEUU (SEC) entiende que ese banco de inversión no actuó de forma correcta al vender cédulas hipotecarias basadas en hipotecas basura diseñadas por un empleado de Goldman. En el fondo, el Presidente de los EEUU y los demócratas quieren regular los derivados, mientras la industria financiera y algunos republicanos se oponen a ello.
Partiendo de esta última reflexión, queremos debatir una cuestión que llamaremos "el dilema de Samuelson" y que se puede resumir muy brevemente en lo siguiente: ¿qué elegir, qué opción tomar que no perjudique demasiado tus propios intereses cunado representas el poder público?
Que el Gobierno español realiza política social es indiscutible. Independientemente de frases tan grandilocuentes como “el Gobierno no va a dejar tirado a nadie” lo cierto es que el Ejecutivo ha hecho ingentes esfuerzos para paliar los efectos de la crisis sobre los más desfavorecidos: incremento de la duración del seguro de desempleo, ingresos adicionales tras finalizarse este… Y que la principal autoridad de nuestro país apoya el sistema financiero es también un hecho constatado. Ahí está el FROB. El problema surge cuando tiene que elegir entre uno y otro, o dicho de otra forma, cuando la política social obliga a actuar en contra de los intereses de los bancos y las Cajas de Ahorros. La opción que ha tomado el equipo de Rodríguez Zapatero en ese caso le ha dejado en evidencia. Dos ejemplos de la actuación del Presidente y sus ministros: la introducción de un impuesto sobre las transacciones bancarias y la posibilidad de aplicar la dación en pago.
Gobiernos tan alejados ideológicamente como el de Barak Obama o Angela Merkel han optado por mantener la misma posición: introducir un impuesto sobre las transacciones bancarias. La Unión Europea lo está discutiendo, y si bien hay ciertas reticencias en Francia, es más que probable que al final se imponga para el conjunto, al menos en los países de la zona Euro donde el liderazgo alemán está siendo cada vez más evidente. Como señalaba Paul Krugman en un artículo en The New York Times, el objetivo de este impuesto no es tanto recaudatorio como el mostrar a la banca y sus directivos que no van a salir de rositas del caos que su actuación irresponsable ha provocado. Según Krugman, de no mediar el impuesto la conclusión que la gran banca internacional y española podría sacar es que pueden hacer realmente lo que quieran, comportándose nuevamente de manera imprudente e invirtiendo especulativamente, ya que al final los gobiernos, con el dinero de todos los ciudadanos, van a acudir a su rescate para que la economía no se colapse. El argumento del impuesto es pues mostrarles que eso se ha acabado y que los gobiernos, introduciendo disciplina, no se lo van a permitir.
Y ante esta polémica ¿qué ha dicho el gobierno español? Nada. Ha dado la callada por respuesta y, salvo que le venga impuesto desde la Unión Europea, no piensa actuar en contra de los intereses de la gran banca y los políticos regionales que dirigen las Cajas de Ahorros. Primera elección.
El caso de la dación en pago es probablemente más técnico pero de más calado social. En España, como cerca de 150.000 familias han descubierto dolorosamente, las hipotecas son créditos con garantía real. Es decir, que en el crédito que nos conceden para la compra de la vivienda esta última actúa tan solo como garantía. Dicho con un ejemplo. Supongamos que fiándonos de la evolución de la economía española nos compramos en 2006 un apartamento por 200.000 euros. Desde ese momento hasta el presente hemos pagado 15.000 euros, pero, por motivos ajenos a nuestra voluntad (paro, enfermedad…), no podemos seguir haciendo frente a la cuota hipotecaria. En un país como Estados Unidos ejecutaríamos la dación en pago y enviaríamos las llaves al banco que se haría cargo del inmueble. Habríamos perdido los 15.000 euros que pagamos entre 2006 y 2010 pero quedaríamos libres de deuda.
En España el banco, después de varios requerimientos, nos embarga la casa y esta sale a subasta, adjudicándose supongamos en 120.000 euros. En ese caso nos quedan 65.000 euros por pagar, que junto a los gastos de juicio etc. pueden situarnos en una deuda de 100.000 euros. En resumen, perdimos 15.000 euros, nos hemos quedado sin casa y además tenemos una deuda con el banco de 100.000 euros más.
La dación en pago supone, de hecho, el que todos los que cometieron una imprudencia asuman su parte de culpa. Porque si bien, siguiendo con el ejemplo, nosotros fuimos unos insensatos asumiendo una deuda a la que no podíamos hacer frente, también es responsabilidad del banco o la Caja de Ahorros el habernos prestado ese dinero –muchas veces incluso más del 100% del valor de la vivienda-. Pero en España, como hemos visto, todo recae sobre el comprador, y el banco/caja se vuelven a escapar indemnes. Parece lógico, por tanto, que una gran parte de esas 150.000 familias hayan demandado al Gobierno una política social consistente en ejecutar la dación en pago en casos muy justificados. ¿Y qué ha dicho el Presidente?: nada, lo que demuestra una gran insensibilidad social.
En definitiva, que cuando el Ejecutivo ha tenido que resolver el dilema de Samuelson, es decir, elegir entre la política social y la banca, su elección ha sido muy clara: ¿a quién quieres más, a papá/banca que te da la propina, o a mamá/ciudadanos que te da los votos? Como lo de mamá solo se produce una vez cada cuatro años y quedan todavía dos, papá gana por goleada. Sin comentarios sobre el izquierdismo del gobierno.

© José L. Calvo y José A. Martínez. 2010.

lunes, 5 de abril de 2010

El aristotélico debate sobre Grecia: cada cual en su sitio o a cada uno lo suyo

En el momento crítico, el líder de un ejército actúa como aquél que ha escalado una altura y luego le da una patada a la escalera que ha dejado atrás. Alejándola, conduce a sus hombres a lo más profundo del territorio hostil antes de traslucir sus intenciones. Quema sus naves y rompe las ollas.
Si la política es el arte de lo posible, justo es convenir que la Política Económica es el arte de la estrategia. El debate que ha tenido lugar entre los países de la Unión Europea a raíz de la crisis financiera que sufre Grecia ha mostrado la situación real de la UE, así como los diferentes intereses existentes y el futuro que se vislumbra en el gobierno de la Eurozona. Grecia ha provocado que los mercados perciban que la posibilidad de quiebra es alta (la probabilidad implícita en la cotización de los CDS es de un 50% en 10 años) lo que ha supuesto que desde distintos foros se haya propuesto cambiar la política económica europea mediante una emisión de deuda común o creando un fondo de rescate de esa deuda, junto con una estrategia de coordinación ante los desequilibrios interiores y exteriores. Por eso la reciente reunión del Consejo Europeo no ha proporcionado mucha luz sobre el camino a seguir para solucionar el problema fiscal de la nefasta gestión griega.
En cuanto a las posiciones, hemos podido comprobar que las ideas que tienen de la UE el presidente Zapatero y Angela Merkel son contrapuestas, mientras que también se ha visto cómo Sarkozy antepone sus intereses personales a los del país. Comenzando por este último, la posición del Presidente francés en contra de la entrada del Fondo Monetario Internacional en la financiación de la intervención en Grecia parece estar más en consonancia con su oposición a que el actual presidente de esa institución y posible candidato futuro a la Presidencia francesa dirija la recuperación y con ello obtenga una victoria política, que a cuestiones meramente de gestión económica.
Por su parte, Angela Merkel, influenciada por la racionalidad y las elecciones municipales del 9 de mayo, ha optado por una posición más dura y, al final, ha impuesto su criterio de que entre el FMI en la intervención. De todos es sabido el alto volumen de tenencia de bonos griegos por los bancos alemanes. A pesar del intenso debate surgido entre el Bundesbank, el Ministerio de Finanzas y la propias Cancillería, la postura de Alemania podría resumirse como sigue: si “resolvemos el problema en casa” y asumimos la financiación de la deuda griega entre los países de la UE, principalmente Alemania y Francia, entonces no habrá instrumento que nos permita obligar a Grecia a adoptar una política económica consecuente con los objetivos de reducción del déficit; por el contrario, la intervención del FMI obliga al país que recibe la ayuda, por definición, a adoptar medidas de política económica muy duras y restrictivas.
Justo lo contrario ha debido pensar el presidente Zapatero, que aplicando el refrán español de “cuando las barbas de tu vecino…” y a sabiendas de que más temprano que tarde su indecisión puede llevar a una intervención en nuestro país, ha buscado una “salida entre amiguetes” de la Eurozona, tratando de evitar a toda costa la presencia del FMI, que en esa futura intervención condicionará la política económica de su gobierno, obligándole a adoptar todas esa medidas que hoy por hoy se siente incapaz de implementar por su impopularidad.
Otro de los hechos que han surgido de este debate es la demostración de lo ridícula que resulta en la actualidad la presidencia rotativa de la UE y la contrastación de que ya existe de facto una auténtica presidencia económica, al menos de la Eurozona. La capacidad de influencia de España como presidenta de turno ha sido nula, mientras que por el contrario los auténticos ostentadores del poder económico han sido, claramente, Francia y Alemania que han impuesto sus criterios al resto de los miembros.
Finalmente, dos resultados de la crisis griega muy importantes: en primer lugar la “seriedad” de la Eurozona y sus dirigentes que no se han dejado engañar y que han optado por la “cirugía correctiva” más dura, independientemente de las quejas del país afectado, Grecia, y de los que en el futuro próximo pueden serlo, España; y en segundo lugar la clara necesidad de un gobierno único en la Eurozona. Una moneda única necesita un solo gobierno que defina claramente no ya la política monetaria sino también la fiscal, con el objetivo de controlar el déficit y permitir un funcionamiento correcto en los mercados internacionales y evitar que la irresponsabilidad de algunos gobiernos afecte al resto de los países y al euro.
Aunque pueda parecer lo contrario, España ha salido ganando con la resolución del problema griego. Si el gobierno es lo suficientemente inteligente como para entenderlo, el mensaje lanzado por la Eurozona ha sido muy claro: o adoptas las medidas necesarias o las adoptaremos por ti. Así, la capacidad de maniobra del Gobierno en materia de política económica se ha visto muy reducida, y la obligatoriedad de tomar medidas que no desea es cada vez más inminente. Y eso es una buena noticia. Es incluso una oportunidad para nuestros políticos de demostrar su liderazgo.

© José A. Martínez y José L. Calvo