jueves, 5 de abril de 2012

Los CHARLIS de Europa

Una nación destruida no puede recuperarse, ni los muertos pueden volver a la vida. Por eso, aquél soberano que sea lúcido tendrá en cuenta esto. Y el buen general le prestará atención. Todo esto constituye el Tao para salvaguardar el estado y para mantener unido al ejército.
 
En abril de 1975 el imperio americano se rindió a la evidencia: un grupo de desarrapados bajitos, a los que años antes denominaron despectivamente “charlis”, les habían vencido. Los vietnamitas del norte, finalmente unidos a los del sur, habían logrado derrotar a la hasta entonces mayor potencia bélica del siglo XX.
En 2008, transcurrido un año de la más nefasta crisis económica desde la Gran Depresión de 1929, la prensa inglesa, con ese humor tan británico que la caracteriza, acuñó el acrónimo P.I.G.S. para referirse a los países mediterráneos –más Irlanda- sobre los que la crisis se estaba cebando y necesitaban ser intervenidos por el imperio Nor-europeo –no queremos hablar solo de Francia y Alemania, porque nos olvidaríamos de “nuestros amigos austríacos, holandeses o nórdicos”-.
En ambos casos se dan dos hechos concurrentes: en primer lugar la intervención se realiza por su bien, aun cuando no ha sido demandada; y en segundo lugar se hace en defensa de “valores” de nuestra sociedad que se imponen sobre los individuos.
Los americanos entraron en Vietnam sin que la sociedad vietnamita demandara su presencia. Fueron unos dirigentes corruptos, que intentaban mantener a toda costa su estatus social y económico, los que solicitaron la presencia de tropas estadounidenses para defenderlos. Algo muy similar ha pasado en los PIGS: nuestras sociedades no han solicitado la intervención de la UE y el FMI, y han sido los banqueros y políticos, tras una gestión nefasta y después de haber dilapidado nuestros recursos, los que para mantener también su estatus económico y social han alentado y apoyado la intervención.
El segundo elemento común lo tenemos en la defensa de esos valores abstractos de las sociedades capitalistas occidentales por encima de los individuos. Así, Estados Unidos entró en Vietnam en defensa de la Democracia y la Libertad –con mayúsculas- como posteriormente los hizo en Afganistán o Irak, independientemente de lo que pensasen y les sucediese a los ciudadanos vietnamitas, afganos… lo importante era la defensa de los valores que sustentan “nuestra forma de vida”. En la UE ha sucedido algo muy similar: la intervención se realiza para defender a los Mercados, al capitalismo, y es igual el sufrimiento que se genere en las poblaciones de los países afectados. Lo relevante es que los Mercados no se vean afectados, que nos crean, que la economía capitalista pueda seguir funcionando “a toda máquina”, sin importar cuántos caigan en el camino.
Es más que posible que las similitudes no terminen ahí. Que, como ya ocurrió en Vietnam, unos desarrapados, la escoria de Europa, puedan derrotar al imperio Nor-europeo. Si alguna fuerza política –ninguna de las actuales me temo- pone al hombre por encima del mercado, si considera que es más importante que la gente coma y tenga una vida digna a que usureros se paseen por el padock de los circuitos, es posible que se vuelva a repetir lo ocurrido en 1975.
La solución está a la vista: el modelo capitalista ultraliberal ha fracasado y se impone nuevamente, como mínimo, la intervención del Estado para regularlo. Cuanto más se retrase, cuantos más sacrificios se pidan a los PIGS para satisfacer a los mercados, más nos iremos alejando de una solución consensuada y más nos acercaremos a un enfrentamiento entre el imperio y los CHARLIS de Europa.
Por cierto, ahí va mi definición de los nuevos CHARLIS: Civilización, el Mediterráneo es la cuna de la europea; Historia, mientras los griegos filosofaban los del Norte todavía usaban hachas de piedra;  Alegría, no nos la robarán nunca, por mucho que les pese; Rebeldía, contra todo y contra todos, como llevamos siglos haciendo; Luz, ¡qué envidia!; Imaginación, frente a los “cabezas cuadradas” y Solidaridad, entre nosotros y frente a nuestros enemigos. Y Una adicional por si a alguien le apetece seguir jugando con las palabras: Orgullo

© José L. Calvo