martes, 22 de diciembre de 2009

Oportunismo sindical. ¿Movilizar a quién, para qué y contra quién?

Si el general no logra vencer su ira y les obliga a que trepen como hormigas, morirá un tercio de los soldados y de los oficiales pero no se logrará tomar la ciudad. Será un ataque desgraciado.

El día 12 del 12 a las 12 horas CC.OO. y UGT, sindicatos oficiales mayoritarios, convocaron una manifestación bajo el lema “que no se aprovechen de la crisis”, para que los empresarios no hagan pagar a los trabajadores la crisis económica y llamando al diálogo social (mal empezamos con esa extraña forma de apelar a la responsabilidad de los otros llamándoles aprovechados). Tres cuestiones nos surgen a raíz de esta movilización.
¿A quién representan realmente los sindicatos UGT y CC.OO? No es fácil encontrar datos sobre representatividad sindical en España. Los últimos indican que menos del 20% de los trabajadores del sector privado están afiliados a los sindicatos mientras que este porcentaje aumenta hasta casi el 40% en el sector público. O dicho de otra forma, los sindicatos representan tan solo a 1 de cada 5 trabajadores privados. Y su falta de representación la pudimos ver el día 12: la convocatoria contó con una participación de unas decenas de miles de personas y eso que se fletaron autobuses desde toda España. Mucho menos que un Madrid-Barca.
Es evidente que atrás quedaron las movilizaciones de millones de personas en los primeros de mayo. Y ello se debe a que también quedaron en el pasado aquellos sindicatos de clase que buscaban una transformación de la sociedad y que ahora no solo se han asentado en ella sino que sobreviven a costa de los Presupuestos Generales del Estado. Hemos pasado de sindicatos de clase a sindicatos de servicios –más bien serviles- pero que al mantener el mismo discurso obrerista lo han vaciado de contenido. Porque claro, llamar a la lucha de clases después de años de haber estado asentados en la comodidad del funcionariado, siendo un apéndice del gobierno, no es muy creíble.
La segunda de las cuestiones hace referencia al propio slogan de la manifestación. ¿Son los sindicatos unos hipócritas o no entienden lo que significa el capitalismo? Es cierto que nuestra Constitución afirma que España es una economía social de mercado, lo que dicho en castellano corriente supone que es una economía capitalista pura y no tan dura como, por ejemplo, la americana de la época Bush. Pues bien, el modelo capitalista se basa en la obtención del máximo beneficio. Ese es su principio inmutable. Y para ello las empresas contratan a trabajadores que deben producir más de lo que perciben como salario para generar plusvalías –según Marx- o beneficios que parece que queda “más limpio”. Dentro de esa lógica no solo no se encuentra el no aprovecharse de la crisis, sino que está el de beneficiarse plenamente de ella. Y si no pregúntenselo a los bancos, que han aumentado las comisiones, a Iberdrola, Repsol… Por eso, salir a demandar a las grandes empresas que no se aprovechen de la crisis es como pedirle a la Iglesia que esté a favor del aborto.
Pero lo que tampoco tiene lógica es lanzar un discurso obrerista apelando a la lucha de clases cuando se acepta el capitalismo y no se quiere transformar radicalmente la sociedad hacia un nuevo modelo en el que no haya esa explotación. Señores Toxo y Méndez, es un contrasentido defender el capitalismo –como ustedes hacen implícitamente- y al mismo tiempo demandar que los beneficios se repartan equitativamente entre todos. Es como cuando te peleabas en el colegio con los que eran más fuertes: a lo máximo que podías aspirar es a que te pegaran poco. Desengáñense, por si no lo sabían en el programa capitalista no está –ni se la espera- la justicia social.
Y la última de nuestras preguntas, ¿de qué empresarios estamos hablando? Los sindicatos parecen desconocer el tejido industrial español, compuesto en su gran mayoría por empresas muy pequeñas. Esos ejemplos de EREs que tanto les gusta sacar en los Telediarios como los de General Motors, Nissan… son la excepción en nuestro país. Lo habitual, de donde surge más del 90 por ciento de nuestros desempleados, es de empresas como dulces Paquito que en la época de las vacas gordas tuvo hasta 10 trabajadores y que ahora solo puede generar producción para 5, que tiene que despedir con todo el dolor de su corazón al resto porque el banco le ha cerrado la línea de crédito o porque le ponen condiciones imposibles de cumplir. A ese empresario, que probablemente tenga empeñada su casa para no tener que cerrar la fábrica, que posiblemente pierda todo el capital que ha ido acumulando en estos últimos años, es al que se dirigen los sindicatos cuando demandan que no se aproveche de la crisis. Es a ese al que llaman explotador (y no a Botín, Roures, Polanco… sorprendente).
Señores de UGT y CC.OO., menos demagogia y más sentido común. Menos discurso exaltado y más oferta real de diálogo. Si jugamos según las reglas de la economía social de mercado deberemos ponernos JUNTOS a buscar una solución. Y en esa búsqueda su misión ha de ser muy clara: defender los intereses de TODOS los trabajadores y no solo los de sus afiliados y liberados.
Claro que hay también una alternativa un poco más radical en la línea de su discurso: si lo que quieren es la lucha de clases entonces adelante, pero con el objetivo de transformar la sociedad y crear una nueva, no de parchear el modelo actual (aunque no creo que al gobierno le gustara mucho y estuviera dispuesto a seguir pagándoles de las arcas del Estado).

© José L. Calvo

domingo, 13 de diciembre de 2009

La avaricia rompe el saco o cómo morir de éxito

En suma, he aquí el método para el empleo de la milicia. Se necesitan más del li para aprovisionar un millar de carros rápidos, un millar de carros cubiertos de cuero y cien mil soldados. Después vienen los gastos externos e internos, el estipendio de los consejeros extranjeros, los materiales necesarios para colas y lacas y las aportaciones para los carros y armaduras, todo lo cual suman otras mil piezas de oro al día. Tan solo después de haber contado con todo esto se pueden reclutar cien mil soldados.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, no hablaremos del Gobierno. Hoy vamos a hablar de algo mucho más cercano a los dos integrantes de este blog y que a ustedes les puede parecer lejano… aunque quizás no tanto.
Erase que se era una Universidad tan grande, tan descomunal, que necesitaba alimentarse continuamente. Como los ogros de los cuentos, nuestra Universidad era insaciable y necesitaba “comerse” nuevos alumnos para mantener ese “corpachón” burocrático que a lo largo de los años había creado. Así la matrícula crecía año a año, y llegó a tener cerca de 200.000 (sí han leído bien) estudiantes.
El problema al que se enfrentaba la Universidad, llamémosla UNED sin ánimo de particularizar, es que en tenía un “cerebro” en el que no participaba ningún economista. O dicho más claramente, que en su equipo rectoral ninguno de sus miembros conocía los principios del análisis coste-beneficio ni del marketing. Eso le hacía pensar que cada vez que matriculaba un nuevo alumno tan solo tenía que tener en cuenta los ingresos, sin que se le pasara por la cabeza que también generaba costes y que debía cumplir lo que prometía. Vamos, que nuestro “ogro” comía sin cesar sin pensar que tenía que “digerir” el alimento y que para ello hace falta cocinarlo y gastar energías.
Si el equipo dirigente de la UNED hubiese tenido en cuenta no solo los ingresos sino la diferencia entre estos y los gastos, es decir los beneficios, se habría dado cuenta de que hacía mucho que había sobrepasado el nivel óptimo de alumnos y que a partir de ese punto cada nuevo estudiante matriculado generaba más gastos que ingresos, es decir, que producía pérdidas. Dicho en términos del ogro, tenía tal empacho de alumnos que le resultaba prácticamente imposible digerir uno más.
Pero es que además desconocía los principios que rigen el marketing y en concreto el que dicta que no es una buena política a medio y largo plazo engañar tanto a sus consumidores como a sus trabajadores. Y eso es lo que hacía: a los estudiantes les ofrecía cosas que no podía cumplir –por ejemplo el acceso ilimitado a plataformas sin un ancho de banda acorde a las necesidades de ese número de alumnos, basándose en el supuesto de que muy pocos lo usarían-, y a sus trabajadores explicándoles que todas esas mejoras eran a coste cero, cuando el único que añadía cero a sus costes era el propio “cerebro” mientras los profesores se sobresaturaban de grados, postgrados, asignaturas, plataformas, foros… y el personal administrativo era incapaz de gestionar esa masa de estudiantes.
El resultado final no puede ser otro que la indigestión. De tanto comer, de tanto matricular alumnos pensando solo en los ingresos, y del principio del marketing que dice que a través del boca a boca cada consumidor descontento genera otros 8 que no consumirán nunca ese producto, lo que hoy se vende como un éxito puede llevar al ogro a la muerte.
La moraleja es obvia: el coste cero no existe. Si quieres dar un buen servicio tienes que considerar costes e ingresos y la satisfacción del consumidor. Si sólo tienes en cuenta los ingresos, si además vendes humo y te basas en la idea de que tus consumidores no van a utilizar las cosas que les prometes porque en el fondo tienes tanques de cartón, estás condenado al fracaso. Todos conocemos ejemplos de empresas a las que las promesas incumplidas han llevado a la ruina. Y sería bueno que el “cerebro” de nuestro ogro procesase esta información.
¡Ah! Y aunque habíamos prometido que no íbamos a hablar del Gobierno aquí va una pildorita: Sr. Zapatero y sus ministros tengan en cuenta esta bonita historia cuando proponen subir los impuestos o eliminar las desgravaciones. No hagan solo cuentas con los ingresos posibles y descuenten también los gastos. Seguramente el balance no les cuadrará tan estupendamente.

©José L. Calvo

martes, 1 de diciembre de 2009

Ley de Economía Sostenible. Buenas intenciones y poco más

Cuando el general es débil y no se muestra estricto, su preparación y liderazgo no son evidentes. Debido a ello los oficiales y la tropa se muestran inconstantes. Y las formaciones militares se sienten confundidas. A esto se le llama “caos”.
Estábamos los economistas de todos los ámbitos, profesionales, académicos, gestores de los mercados… a la espera de la gran noticia prevista para este viernes: la presentación de la Ley de Economía Sostenible. Nunca, desde la publicación de la Teoría General de John M. Keynes, se había esperado tanto de una propuesta que iba a hacer que el gran enfermo de Europa (España según The Economist) remontase el vuelo, superásemos nuevamente en renta per cápita a Italia y volviésemos a llamar a las puertas del G8 para que nos hicieran un sitio entre los grandes. El nuevo gurú de la economía, José Luis Rodriguez Zapatero, había predicho que su proposición cambiaría el rumbo no solo de la economía española sino de la europea, ya que esta Ley sería puesta en marcha para todos los países de la Unión aprovechando que el 1 de enero comienza el período de la presidencia española.
Y ciertamente al conocer la Ley de Economía Sostenible nos hemos quedado boquiabiertos. Buenas intenciones, una presentación power point que podría haber hecho un alumno de primero de Economía, pero sin concreción. Y por supuesto ninguna reforma, del mercado laboral, del sistema educativo, del financiero, de la Administración Pública para introducir una política de riguroso control de gasto… Lo dicho, una apuesta por esperar, con buenas palabras y poco más, que la ola de la recuperación internacional nos saque de donde estamos varados.
La Ley nos vuelve a ofrecer un modelo basado en el I+D+i, la formación y las energías renovables, pero ni un solo euro concretado en esas actividades. De hecho, las únicas concreciones son las que figuran en los Presupuestos Generales del Estado para 2010, que van justo en la dirección opuesta con una reducción muy importante de la partida dedicada a I+D. Por otro lado “dinamita” el sector que ha sido el motor del crecimiento de nuestra economía, la construcción. Si la vivienda está sufriendo una caída en sus precios imagínense lo que va a suceder ahora que la desgravación por compra desaparece para rentas superiores a los 24.000 euros. Dos consideraciones en esta línea: en primer lugar, es lógico que los compradores vayan a descontar del precio de la vivienda las deducciones que hasta ahora obtenían, con lo que obviamente estarán dispuestos a pagar un precio menor que aquél que pagarían en el caso de que esas deducciones se mantuvieran. El resultado puede ser una “caída libre” del precio de la vivienda; y en segundo lugar está el límite de los 24.000 euros que, en principio, no parece tener en consideración elementos como el tamaño de la familia a la que pertenece la persona que obtiene los ingresos. Un ejemplo sencillo: una familia de 4 miembros –padre, madre y 2 hijos- con una única renta de 25.000 euros no tendrá derecho a deducción por la adquisición de vivienda aún cuando estén por debajo de la línea de la pobreza; y sin embargo otra familia compuesta por dos miembros con ingresos individuales de 23.000 euros, es decir 46.000 euros anuales de ingresos conjuntos, sí tienen derecho a deducción.
Saltando de las consideraciones económicas a las políticas, -los economistas también tenemos ideología- el problema es que el rumbo errático de la política económica, este socialismo estético –gracias Fernando por la definición- que practica el gobierno, con un discurso hueco pero sin acometer las reformas necesarias, y la radicalización verbal tanto de la derecha como de la izquierda está dejando a esta última huérfana de opciones. Si a la defunción certificada de IU unimos una socialdemocracia tan descafeinada que consigue que los bancos vuelvan a la senda de los beneficios en menos de un año mientras que condena a más de 4 millones de españoles a la beneficencia conculcando su derecho constitucional a un trabajo digno, los votantes de izquierdas cada vez vamos perdiendo más la ilusión por un cambio efectivo y por aquellos que deberían representarlo. Por el contrario, esa radicalización del discurso, un populismo muy bien entendido y una situación político-económica desastrosa están dando alas al sector más duro de la derecha española, a ese que camina de la mano de una iglesia ultramontana. Y no es una perspectiva nada halagüeña.
Sr. Presidente, comience a ponerle chicha a la Ley de Economía Sostenible o la época de Margaret Thatcher en el Reino Unido va a ser el comunismo comparado con lo que nos espera a partir de 2012.

© José L. Calvo

lunes, 16 de noviembre de 2009

La recesión ha terminado (en Europa). España a la espera de la gran ola

Aquel que es el primero en tomar posición en el campo de batalla espera al enemigo y se siente cómodo. Aquél que es el último en tomar posición en el campo de batalla y se apresura a pelear, se agota. Así pues, el que es hábil en la batalla emplaza al otro, y no es emplazado por él.

La recesión ha terminado en la Eurozona. En el tercer trimestre de este año esta creció un 0,4%. Todos los países de la moneda común presentan tasas de incremento positivas de su PIB: Alemania un 0,7, Francia un 0,3, Italia un 0,6 etc. Tan solo hay una excepción: España.
Nuestro Gobierno sigue, sin embargo, poniendo buena cara al mal tiempo y considera que la moderación de nuestro decrecimiento (un 0,3% en ese trimestre) es también un dato esperanzador que sumar a que el paro tan solo creció en 100.000 personas, dejando la población desempleada en 3.800.000 españoles según cifras del Ministerio de Trabajo. Vamos, que si la Eurozona puede dar por zanjada la recesión, nosotros también podemos hacerlo aunque nuestra tasa de paro siga duplicando la media europea, nuestro PIB decrezca en lugar de crecer y el déficit público esté disparado por encima del 10% de ese mismo PIB.
Una muestra clara de ese positivismo del Gobierno lo tenemos en las declaraciones de la Secretaria General de Empleo, Maravillas Rojo, que como decimos, considera esperanzadora la evolución del paro. Según esta responsable política “…la variación interanual del paro registrado sigue a la baja…” (vamos que se destruyen un número inferior de empleos, quizás porque cada vez quedan menos). Pero lo realmente sorprendente es el mensaje final de la responsable ministerial afirmando que hay síntomas de recuperación de la actividad económica internacional que "…nos llevan a pensar que si, en efecto, la recesión empieza a tocar fondo, a partir de ahora puede iniciarse una recuperación que contribuya a frenar la destrucción de empleo". Dicho lisa y llanamente, nosotros no hemos de hacer nada porque ya nos llega el empujón del exterior que nos permitirá remontar. Lo que ya definimos en su momento como el modelo del surfista.
Porque nuestras autoridades políticas llevan toda la crisis esperando la ola. Si se analiza detenidamente, la política económica socialista ha consistido hasta ahora en un conjunto de medidas tendentes a capear el temporal, a resistir, a la espera de que la recuperación económica internacional nos permita volver a coger la senda del crecimiento. Es decir, que lo mismo que negó en su momento que la crisis económica tuviera algún componente nacional –hasta que la burbuja inmobiliaria explotó y las constructoras y el empleo empezaron a caer como un castillo de naipes- ahora también aspira a que la recuperación tampoco sea nuestra, sino que nos venga ofrecida desde el ámbito internacional. Lo dicho, un surfista en su tabla dando vueltas a la espera de que venga la gran ola.
Este planteamiento es, a nuestro juicio, suicida. Porque si no preparamos nuestra economía para lo que ha de llegar, si no mejoramos nuestra estructura productiva y nuestra competitividad, si no modificamos la actual estructura del mercado de trabajo es muy probable que la recuperación exterior no solo no suponga una mejora de nuestra economía sino que por el contrario, de origen a un empeoramiento.
Las instituciones internacionales, el mundo empresarial y los profesionales de la economía hemos indicado numerosas veces la necesidad de introducir importantes reformas en el modelo productivo español que le permitan absorber la población activa, mejorar la competitividad e incrementar la internacionalización de nuestras empresas. Sin un nuevo modelo de crecimiento basado en la I+D+i es más que probable que el empujón internacional como mucho sirva tan solo para un lavado de cara que encubra las deficiencias de nuestro sistema productivo pero que, en ningún caso, resolverá los principales problemas que habrá de afrontar nuestra economía a medio y largo plazo: una tasa natural de paro alrededor del 8%, un déficit público imposible de enjugar dado que los gastos sociales no decrecerán y los ingresos aumentarán escasamente, una falta absoluta de competitividad de nuestras empresas asociada entre otras cosas a las rigideces laborales, un sistema financiero que no ha abordado todavía una reorganización en profundidad y la incapacidad de fomentar la iniciativa empresarial de las pequeñas empresas y los autónomos, que se enfrentan a un sinfín de trabas legal-administrativas y financieras.
Siguiendo con el símil del surf, si en vez de estar alerta sobre una tabla aerodinámica nos encontramos jugando sobre un cartón, es muy probable que la ola no solo no nos empuje sino que nos ahogue.
Como dice el general, el que es hábil en la batalla emplaza al otro, y no es emplazado por él. No debemos tan solo esperar la ola, hay que construir una buena tabla.

© José L. Calvo

jueves, 12 de noviembre de 2009

El secreto de sus ojos.(A propósito del Capitalismo y de la caída del muro de Berlín).

Acampa en lugares altos, frente al sol. No escales las alturas para luchar. Y eso es todo lo que hay que decir sobre la guerra en las montañas.

Cuando se habla de crisis económica se puede observar una tendencia hacia la exageración invocando el fin del sistema capitalista.
Y sin embargo, las crisis del capitalismo no son excepcionales, no representan algo nuevo y único “sino parte normal del funcionamiento del sistema” (Capitalism. A Very Short Introduction, James Fulcher, Oxford,2004). Siguiendo este magnífico libro que habla sobre el capitalismo, su funcionamiento y su historia o si existe alguna alternativa al mismo observamos que el siglo XIX convivió con crisis económicas de manera habitual, que la Holanda del siglo XVII protagoniza la tulipomanía, que viene a representar los mismos e idénticos comportamientos de las burbujas actuales, ya sean de las empresas punto com o tecnológicas u otras.
Karl Marx afirmaba que la producción capitalista creaba solamente nuevos mecanismos de crisis y que tenía una inclinación hacia ellos por la misma razón de la separación entre producción y consumo. Por eso Marx pensaba que el capitalismo era un sistema anárquico, porque la producción no estaba directamente regulada por la necesidad de consumir productos y que por eso el sistema capitalista tiende a la superproducción: por esa causa las crisis eran hasta beneficiosas al permitir la permanencia del sistema eliminando las tensiones de la superproducción. A este respecto, ver por ejemplo, el Manifiesto Comunista donde se defiende que la expansión propia del sistema capitalista propicia nuevas crisis cada vez más profundas y destructivas. Pero como señala Fulcher (y que los contrarios al sistema capitalista, los movimientos antisistema o antiglobalización, no se hagan ilusiones) el mismo Marx nunca creyó en el fin del capitalismo en forma de desastre económico.
En general, podemos decir que las crisis cíclicas que afectan al sistema son inherentes a él y consustanciales con su propia naturaleza. Desde mediados del siglo XIX hasta que llega la Primera Guerra Mundial el mundo tuvo una época de crecimiento económico sostenido que finaliza con los alegres años veinte: época de gasto y de expansión en el consumo. Cuando termina la guerra numerosos países estaban empobrecidos y extenuados (por ejemplo, Alemania, ver en este sentido el libro de Keynes sobre las consecuencias económicas de la paz)y es en esos días cuando surge la Gran Depresión de 1929 y como ha declarado Ben Bernanke “que cuando se entendieran de verdad los entresijos de la Gran Depresión se habría encontrado el Santo Grial de la economía”(citado por Claudi Pérez, El País,1 de noviembre de 2009). En este sentido y como comenta Pérez ”alguno creyó haber dado con él, en pleno supuesto triunfo de la hipótesis de los mercados eficientes-en conjunción astral con los modelos de equilibrio general de las expectativas racionales-“ el Profesor Robert Lucas señalaba (2004) que “el problema central de la prevención de las depresiones está resuelto”. Algunos autores comenta Fulcher casi llegaron a afirmar que esa Gran Depresión estuvo a punto de colapsar el sistema económico mundial pero lo único que demostró es que el sistema era vulnerable a las crisis.
Y, entonces como ahora, surge otra cuestión: la global, y esto, ahora sí, es un factor nuevo en la interpretación del fenómeno. En estos días se está conmemorando la caída del muro de Berlín, algunos comentaristas políticos hablan del verdadero final de la segunda guerra mundial o del final del comunismo con unos héroes, claramente identificados, como el Papa Juan Pablo II o Ronald Reagan y lo que hay que decir es que, efectivamente, un sistema económico ha ganado y otro ha perdido y el que ha ganado es el capitalista; pero, también, los americanos de EEUU, como señala Hobsbawn ( en la obra War, Peace and Hegemony at the Beginning of the 21 st Century, DELHI,17 de diciembre 2004.) van a tener un papel clave en el siglo XXI porque ” nos guste o no ,Estados Unidos seguirá siendo una superpotencia, una potencia imperial, incluso en una etapa de declive económico relativo evidente”.Y hay muchos capitalismos y no es lo mismo el sistema en Japón, en Suecia ,en Alemania en la India o en los Estados Unidos pero eso precisamente es lo que hará que el sistema perviva y se adapte constantemente porque como, dice Fulcher, “quienes deseen transformar el mundo deben centrarse en las posibilidades que ofrece el capitalismo desde su propio seno” hay distintas formas de capitalismo el sistema se acomoda en sitios tan insospechados como China o la India. China gobernada por el Partido Comunista y que tiene un Capitalismo de Estado y la India en la que convive un desarrollo tecnológico y económico general muy notable: cada una con más de mil millones de habitantes y que encabezarán el desarrollo y el futuro económico del siglo veintiuno. En la reunión de la American Economic Association, presidida por J.K. Galbraith, en Nueva Orleans, el 27 de diciembre de 1971, Joan Robinson dijo:”Un indicio seguro de una crisis es la aparición de chiflados famosos. Es típico de una situación de crisis que los chiflados sean escuchados por el público insatisfecho con la ortodoxia. En los años treinta tuvimos al Mayor Douglas , y el Crédito social-todo se resuelve con una estilográfica- y Warren y Pearson, que convencieron al presidente Roosevelt de que podría acabar con la Depresión aumentando el precio en dólares del oro, lo cual haría subir todos los otros precios. Se presta más atención a los chiflados que a los ortodoxos porque al menos advierten que existe un problema”.Y es que el secreto de la pervivencia del sistema capitalista es similar, o se parece, al de esa reciente película argentina a la que hace referencia el título que encabeza este artículo. En la película, el protagonista, un funcionario jubilado rememora lo que fue su vida para escribir una novela sobre un asesinato ocurrido veinte años atrás, Benjamín Expósito, que así se llama nuestro héroe, sabe identificar perfectamente donde está el bien y donde está el mal y llega al convencimiento de que muchas veces, cueste lo que cueste, merece la pena pasar por la vida como una persona auténtica. Los ojos, como medio de transmisión de lo más profundo del ser humano, reflejan todo lo bueno y también lo más perverso: la maldad intrínseca que tienen esas personas con el alma llena de mierda. En esa conferencia a la que hemos hecho referencia unas líneas más arriba, Joan Robinson, hablaba sobre la visita de Hayek a Inglaterra:” el profesor Robbins trajo de Viena a un miembro de la escuela austríaca, con la intención de que contrarrestase la influencia de Keynes. Recuerdo perfectamente la visita de Hayek a Cambridge camino de la London School .Expuso su teoría y cubrió toda una pizarra de trángulos. Según comprendimos más tarde, todo el planteamiento se basaba en confundir la tasa corriente de inversión con el stock total de bienes de capital, pero de momento no logramos desentrañarlo. La tendencia general parecía ir en el sentido de demostrar que el consumo era la causa de la Depresión. R.F.Khan, que en aquella època estaba desarrollando su teoría según la cual el multiplicador garantizaba un ahorro igual a la inversión , preguntó con aire sorprendido :¿cree usted que si mañana me compro un abrigo, haré aumentar el paro?.Sí,-dijo Hayek-.Pero -continuó señalando sus triángulos en la pizarra-, sería preciso un largo razonamiento matemático para explicarlo”. Esperemos, entonces, que el sistema capitalista responda, finalmente, a los graves problemas que le afectan: a la lucha contra la exclusión y la marginación social a una escala puramente global.

© J. A. Martínez.

lunes, 26 de octubre de 2009

Existe una política económica progresista (y no es la del Gobierno)

Al haber valorado las ventajas, atiéndelas. Después dótalas de shih para que ayuden a las fuerzas exteriores. El shih gobierna el equilibrio de acuerdo con las ventajas.

En las últimas décadas del Siglo XX surgió una corriente denominada pensamiento único cuyo postulado básico era que la humanidad había caminado durante siglos hasta encontrar la sociedad óptima, aquella que definía el modelo económico-social del cuál no debería ya apartarse: la democracia capitalista.
En España la izquierda ideológica ha seguido una trayectoria muy similar a la comentada en el párrafo anterior: a partir de 2004 se postuló que la única política de izquierdas era la que proponía el PSOE y que, en consecuencia, todo lo que hacía este partido tenía un contenido social-progresista y las críticas a sus actuaciones debían calificarse de derechas. En ese pensamiento se han basado los comentarios de nuestros “compañeros de izquierdas” a muchos de nuestros artículos.
Y sin embargo nada más lejos de la realidad: el gobierno del PSOE ha adoptado una política económica que sería plenamente suscrita por el PP si no fuera por su necesidad de oposición para lograr la victoria en las urnas. Y desde luego, existe una opción mucho más progresista de la que este está impulsando. Algunos de los elementos que a nuestro juicio la compondrían ya los hemos expuesto en otros artículos, pero los resumiremos en este.
1. La creación de una banca pública habría evitado el fracaso del Plan ICO. Además, y siguiendo la trayectoria de dirigentes tan poco izquierdistas como George Bush o Gordon Brown, se podrían haber nacionalizado algunas entidades financieras en lugar de facilitarles dinero de todos los contribuyentes –oficial y extraoficialmente- para solventar su mala gestión. Una banca pública dotada de recursos y compitiendo en la financiación de pequeñas empresas, autónomos y particulares en dificultades habría permitido que todos ellos afrontasen la crisis con una perspectiva bastante más optimista de la que tienen cuando se enfrentan a las restricciones de crédito de la banca privada. Y con muchas más posibilidades de mantener los empleos en el caso de las empresas.
2. Generación de un parque de vivienda pública de alquiler con parte de los recursos que se han malgastado en el Plan E. De esta forma se habría hecho frente a varios problemas: en primer lugar, se habría mantenido el actual modelo de crecimiento o al menos se habría frenado su caída, dado que no existe una alternativa –de la inversión en I+D+i mejor no hablar-. Con ello, además, la crisis de confianza habría sido mucho menor; en segundo lugar se habría dedicado el dinero público a inversión en vez de a gasto corriente como ha ocurrido con el Plan E. Y en un futuro, cuando la economía se recupere, incluso se podrían haber vendido algunas de esas viviendas consiguiendo unas plusvalías para el Estado, es decir, para todos; en tercer lugar, su dedicación al alquiler habría facilitado la política social, ya que podrían haberse destinado a personas con pocos recursos o a jóvenes; y por último, habrían facilitado la movilidad laboral tan necesaria en nuestro país y que sin embargo está cercenada por un mercado inmobiliario dedicado únicamente a la compraventa.
3. Subida de los impuestos directos y mejora de la lucha contra el fraude. De esto último el gobierno no ha querido ni oír hablar, y eso que se lo han manifestado muy claramente los inspectores de hacienda en su congreso: se podrían recaudar más de 100.000 millones de euros con una mejora en la lucha contra el fraude. Y sobre la subida de los impuestos directos ya lo hemos comentado: no se trata tanto de un objetivo recaudatorio como de que los españoles tengan la sensación de que son tratados con equidad. De que la crisis la vamos a pagar todos, incluidos los que más tienen.
4. Reformas en el mercado de trabajo. Es evidente que un mercado que mantiene 2 millones de parados cuando la economía está creciendo a más del 3% anual y que es capaz de perder 1 millón de empleos en un año es totalmente ineficiente y necesita ser reformado. Y uno de los elementos en los que se ha de basar esa reforma es en el cambio de actitud hacia el empresariado. No es posible que en el siglo XXI el Gobierno y los sindicatos sigan con el discurso obrerista, lanzando el mensaje de que el empresario es un explotador y que los trabajadores no reciben una retribución justa, más aún cuando en España el tamaño medio de la empresa no supera los 5 trabajadores. Porque como dicen Akerlof y Shiller “…si (los trabajadores) creen que los tratan con poca equidad, su sentido del deber será nulo y trabajarán lo mínimo para cubrir el expediente”. Esto generará una reacción contrapuesta de los empresarios que no tendrán ningún inconveniente en despedirlos ante las primeras dificultades. Y lo más sorprendente es que este discurso oficial y sindical nunca va dirigida contra las grandes empresas y grupos económicos –al menos no conocemos ningún comentario negativo hacia la actitud empresarial del difunto Sr. Polanco o de D. Emilio Botín-. El empleo, como todo el mundo sabe en Europa, se crea en las PYMES y en los autónomos, y es a ellos a quien hay que apoyar.
5. Por último, una política de pensiones ligada al patrimonio de los individuos. Existe una tradición anglosajona encabezada por John Stuart Mill en contra de las herencias. Pero sin ir tan lejos, no parece que tenga sentido que en España se estén financiando éstas a través del sistema público de pensiones. Porque si un pensionista es capaz de vivir de los ingresos de su pensión todo su patrimonio pasará a sus herederos, con lo que se produce la financiación mencionada. Y no vale decir que lo pagaron antes ya que el sistema español de pensiones no es de capitalización sino contributivo.
Estos son solo unos ejemplos de actuaciones de política económica con un shih mucho más progresista. Y eso que en ningún momento hemos querido sobrepasar el listón que la Constitución establece para la sociedad española. Más allá están el comunismo o la anarquía, que tal y como van las cosas no se deberían descartar como referencia.

© José L. Calvo

martes, 13 de octubre de 2009

Animal Spirits en España: equidad e impuestos

Si las tropas no se sienten fielmente unidas a ti y, sin embargo, las castigas, no te obedecerán. Si no te obedecen difícilmente podrás manejarlas….De modo que debes unirlas mediante la camaradería, mantenerlas firmes mediante la disciplina. Esto es lo que se entiende por ‘conquista segura’ ”.
Se ha publicado este año en nuestro país un libro de George Akerlof –premio Nobel de Economía en 2001- y Robert Shiller titulado Animal Spirits¸cómo influye la psicología humana en la economía. Su argumento viene perfectamente definido en su título, y se puede resumir como sigue: la Teoría Económica tradicional en la que se basan en gran medida las decisiones económicas de nuestros dirigentes parte de un supuesto básico no plenamente correcto: el individuo es racional y toma sus decisiones sobre la base de esa racionalidad. Por el contrario, argumentan Akerlof y Shiller, los individuos muchas veces actuamos de forma irracional, dejándonos llevar por lo que ellos denominan animal spirits, que bien podría traducirse por emociones, sentimientos,… En definitiva, que los factores psicológicos afectan a las decisiones económicas mucho más de lo que los economistas pretendemos.
Uno de los conceptos que Akerlof y Shiller emplean para justificar su argumentación es el de equidad, término que según el DRAE significa disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que se merece. Lo que defienden estos autores y otros muchos es que “…la equidad precisa la introducción en la economía de conceptos sobre el modo en que la gente cree que los demás deben comportarse”, ya que tomamos decisiones económicas en función de cómo nos sentimos tratados, justa o injustamente.
Una contrastación de la teoría de la equidad la tendremos en nuestro país el próximo año. Si, como vaticinábamos nosotros en otro artículo, la subida del IVA no va a tener el efecto recaudatorio que el gobierno prevé entonces habrá argumentos que sustenten la influencia de la equidad; por el contrario, si la recaudación es la prevista sobre la base de proyecciones de ingresos y gastos entonces la racionalidad habrá imperado.
Nuestro argumento es el siguiente: la gran mayoría de la sociedad española considera que los principales responsables de la actual crisis económica han sido los bancos y los especuladores, coloquialmente, los ricos. Y tras la subida de impuestos incluida en los Presupuestos Generales del Estado la sensación que nos ha quedado a todos es que estos se van a ir de rositas: no han subido los impuestos directos y si los que afectan fundamentalmente a las clases medias y bajas. Es decir, la elevación de impuestos es a todas luces injusta.
Ante esto ¿qué se puede hacer? Desde la racionalidad económica nada, ya que los impuestos son los que son y hay que pagarlos. Pero si aplicamos la teoría de la equidad la respuesta es muy distinta: ante un tratamiento injusto los individuos se rebelarán y harán todo lo posible por pagar menos impuestos; una parte importante de la economía se sumergirá y volverán las dobles facturas con IVA y sin IVA. Resultado, la recaudación no aumenta lo previsto e incluso es posible que caiga como ya hizo en la anterior subida de impuestos.
¿Existía alguna posibilidad de haber evitado esto? Creemos que sí. Aplicando nuevamente la teoría de la equidad el gobierno debería haber aumentado la imposición indirecta para recaudar, el IVA, pero también la directa, el IRPF, de las rentas más altas. Incluso podría haber introducido un impuesto a los bonus como el de José Ignacio Goirigolzarri o seguido la propuesta de Nicolás Sarkozy de un impuesto sobre las grandes fortunas. Es probable que la recaudación no fuese muy elevada, pero sí habría producido un efecto psicológico, generando un sentimiento de que todos debemos pagar y muy especialmente los más ricos. Y de esta forma la gente no se sentiría injustamente tratada.
Pero no ha sido así. El gobierno ha optado por aplicar la Teoría Económica en su sentido más estricto, sin tener en cuenta el principio de equidad que tan bien funciona, a nuestro juicio, en España. Y al final veremos si los españoles somos tan solidarios como dice el Sr. Zapatero y estamos dispuestos a colaborar pagando más impuestos o por el contrario nos sentimos defraudados por un Gobierno que se autodenomina de izquierdas pero deja las rentas de los ricos intocadas.

@José L. Calvo y José A. Martínez

miércoles, 30 de septiembre de 2009

La subida de impuestos: irremediable, regresiva y previsiblemente poco recaudatoria

Valora las ventajas de pedir consejo, y después estructura tus fuerzas en consecuencia, para añadir tácticas suplementarias extraordinarias. Las fuerzas han de ser estructuradas estratégicamente, basándose en lo que es ventajoso.

La subida de impuestos que el Gobierno ha incluido en los Presupuestos Generales del Estado para 2010 es, a nuestro juicio, irremediable, regresiva y más que probablemente no cumpla con los objetivos recaudatorios para los que ha sido creada. Explicaremos brevemente nuestros argumentos.
Que había que subir los impuestos era algo previsible para todo aquel que sepa no ya de Economía, sino de matemáticas. La economía de cualquiera se rige por el mismo principio: si gastas más de lo que ingresas debes pedir prestado. En el caso de los particulares habitualmente “tirando” de la Visa y en el del Estado emitiendo Deuda. Pues bien, el actual Gobierno ha gastado de forma irracional y, al mismo tiempo, los ingresos no solo no se han mantenido sino que han decrecido debido a la caída de la actividad económica. Resultado: un déficit público que se acerca peligrosamente al 10% del PIB. Al igual que nos pasa a los particulares, que en algún momento te llega la “factura de la Visa” y hay que pagar, le ha pasado al Estado español,que debe hacer frente no solo al pago de la Deuda sino al de sus intereses. Y para ello sólo le quedan dos opciones: recortar el gasto, lo que el Gobierno solo está dispuesto a hacer en lo que justamente sustentaría el cacareado nuevo modelo de crecimiento, la I+D+i, o bien aumentar los ingresos. Y la forma más factible y sencilla es incrementar los impuestos. Lo que nos lleva a la siguiente cuestión.
El Sr. Zapatero y su equipo económico se debieron “fumar” la clase de Economía de la Facultad en la que se hablaba de que los impuestos directos son progresivos y los indirectos regresivos. Los impuestos directos como el IRPF, al tener tramos en los que el tipo impositivo crece con los ingresos, son progresivos, es decir, paga más quien más ingresa, no sólo en valor absoluto sino también en términos relativos. Por el contrario, los impuestos indirectos como el IVA, al basarse sobre el consumo de determinados bienes, son regresivos ya que se recauda más de aquellos que realizan mayores gastos en esos bienes. Un ejemplo aclarará esto último. Si una familia media dedica la mitad de sus ingresos a los productos cuyo IVA ha subido del 16 al 18% su presión fiscal habrá aumentando en 1 punto porcentual -0,5 multiplicado por 2 puntos que es la subida-; por el contrario, para una familia rica que dedique el 10% de su presupuesto a esos productos –el resto lo puede meter en una SICAV- entonces su presión fiscal habrá crecido tan solo en 2 décimas. En definitiva, un nuevo “error de apreciación” del Presidente, ya que si bien es posible que vayan a ser los ricos los que más paguen en términos absolutos, a quien más va a afectar en su presupuesto, es decir en términos relativos, es a las clases medias y bajas. Es decir, el Gobierno se comporta como Robin Hood pero al revés, porque beneficia a los ricos y perjudica a los pobres. Sin comentarios sobre el carácter socialista y de izquierdas de la propuesta.
Por último, es más que posible que la subida de impuestos lleve a una reducción de la recaudación, como ya ocurrió en los años 90. Esto se puede deber a dos motivos: que como decimos los economistas la demanda sea elástica; y a algo que sabemos hacer muy bien los mediterráneos: sumergirnos.
Otra clase a la que faltaron los responsables económicos del Gobierno es la que explica qué es una elasticidad y cómo se relacionan la elasticidad y los ingresos. La elasticidad-precio es la reacción (sensibilidad) de la cantidad demandada ante la variación del precio, y cuando la demanda es elástica aumentos de los precios llevan a reducciones de los ingresos. Quitemos la pedantería profesional y expliquémoslo con un ejemplo: si una familia gastaba en 2009 pongamos 2000€ al año en ocio, la recaudación del Estado al tipo de IVA del 16% era de 320€. Pero si por la crisis y por la subida de impuestos reducen su gasto en 2010 a 1.500€, la recaudación al 18% cae hasta los 270€. Es decir, los impuestos suben y la recaudación del Estado disminuye porque la demanda es elástica.
La otra “iniciativa popular” contra la subida de impuestos va a ser la de sumergir parte de la actividad económica –algo que ya debe estar ocurriendo, porque con 4 millones de parados reales habría revueltas populares-. Así que volveremos a la pregunta que se hizo famosa en nuestra economía: “¿lo quiere con IVA o sin IVA?”.
Irremediable, regresiva, que no garantiza el incremento de ingresos del Estado y tremendamente impopular. Una buena ración de talante.

@José L. Calvo y José A. Martínez

lunes, 21 de septiembre de 2009

La función de utilidad de los políticos. Una pequeña lección de Teoría Económica

No avances con aire marcial. Basta con que seas fuerte, te enfrentes al enemigo y lo derrotes; eso es todo
Dentro de la profesión aquellos que nos dedicamos a la Teoría Económica tenemos fama de raritos. Probablemente a ello contribuya que difícilmente salimos de nuestros despachos, que trabajamos con modelos muy sofisticados y, sobre todo, que en general hacemos y decimos cosas muy alejadas de la realidad que vive la mayoría de la gente. Pero a veces nuestras teorías sí pueden ser aplicadas al análisis del día a día. Un ejemplo es la Teoría de la Utilidad.
Según esta teoría, los individuos –léase usted o yo- nos comportamos racionalmente y tratamos de maximizar nuestra utilidad sujetos a una restricción presupuestaria. Dicho para todos, tratamos de alcanzar el máximo bienestar condicionados por nuestros ingresos. Algo lógico ¿no?
Añadamos el segundo elemento de este artículo, los políticos profesionales. Existe un supuesto erróneo sobre las personas que se dedican a la actividad política: habitualmente se considera que son gente que sacrifica una vida personal y sobre todo profesional intensa para dedicarse al servicio de los demás. Y nada más lejos de la realidad en muchos casos. Existe un buen número de cargos de todos los partidos cuya vida profesional fuera de la política ha sido muy escasa e incluso nula.
Si aplicamos la Teoría de la Utilidad a los políticos profesionales nos encontramos con los argumentos que sustentan este artículo: estos intentarán maximizar su bienestar y asegurar los ingresos necesarios para conseguirlo. O dicho de una forma más directa, harán lo que sea necesario con tal de continuar en el poder y así mantener su empleo y sus rentas.
La actuación del Gobierno ante la crisis económica es un buen ejemplo de aplicación de la Teoría de la Utilidad a los políticos profesionales. Tanto el Sr. Zapatero como Dña Leyre Pajín o la Ministra de Igualdad Bibiana Aido han tenido una escasísima actividad profesional fuera del ámbito de la política –algunas clases en la Universidad de León es el bagaje profesional del Presidente-, por lo que se les puede considerar integrantes de ese colectivo en su acepción más estricta. Y su comportamiento, y muy especialmente la forma de enfrentarse a la crisis, demuestran que se están guiando mucho más por intereses personales y de partido –volver a ganar las elecciones y seguir en el poder- que por el interés común de aplicar políticas que solucionen los problemas reales de nuestra economía.
El argumento es inmediato: mientras que desde todos los foros profesionales y las instituciones nacionales e internacionales se demanda un cambio de modelo de crecimiento hacia uno basado en la I+D+i, la formación y la reforma de un mercado de trabajo ineficiente, esto no se aborda, ya que supondría tomar medidas impopulares y sobre todo con una visión política de largo plazo, sin réditos a corto, que permita transformar el modelo productivo en otro que sea capaz de absorber la población activa española –que conste que esto no es patrimonio únicamente del PSOE, ya que el Sr. Aznar primó también los intereses de partido, al asentar el crecimiento español en el modelo del ladrillo que tan buenos resultados electorales le dio pero que tan nefasto ha sido para España-.
Por el contrario, y en la medida en que cada vez más gente se queda en el paro y lo que desea es que su nivel de vida no se vea muy afectado, el Gobierno opta por una política populista: la deducción de los 400 euros; los 420 actuales para los que han finalizado las prestaciones por desempleo, obra pública para garantizar empleo a corto plazo, y gasto y más gasto público improductivo a medio y largo plazo. ¿Qué misión cumple esto? No perder las elecciones, contentar a las masas –el viejo pan y circo romano- y en esa medida seguir cobrando del erario público.
¿Quiere esto decir que son mala gente? Ni mucho menos. Son personas como usted o yo que en una situación tan complicada como la actual lo único que desean es mantener su empleo y el nivel de vida de su familia. La Teoría de la Utilidad en estado puro.

© José L. Calvo

jueves, 10 de septiembre de 2009

Algunas perlas de la política económica zapatista

Hazte estas preguntas: ¿qué gobernante tiene el Tao? ¿Qué general posee capacidad? ¿Quién consigue el cielo y la tierra? ¿Quién cumple el método y las órdenes? ¿Qué ejércitos y tropas son fuertes? ¿Qué oficiales y soldados están capacitados? ¿Qué recompensas y castigos deben producirse? A través de todo ello puedo conocer la victoria y la derrota
El Gobierno, y muy especialmente su Presidente, parecen haber vuelto de las vacaciones de verano con fuerzas renovadas para hacer frente a la crisis económica. Tanto en la comparecencia tras el primer Consejo de Ministros como en su intervención el 9 de septiembre en las Cortes Generales, el Sr. Zapatero ha dejado varias perlas de su peculiar forma de entender la economía –más bien no entender. ¡Qué lástima que no asistiese a las clases que quería darle Jordi Sevilla!-. Repasaremos brevemente algunos de sus comentarios.
Tras la reunión del Consejo de Ministros el Presidente defendió que lo peor de la crisis ya ha pasado porque “ya no se va destruir empleo a la misma tasa que en períodos anteriores”. Esto es, sencillamente, una perogrullada estadística. Es evidente que si en un año hemos pasado de 2 millones de parados a 4 millones la tasa de crecimiento ha sido del 100 por cien. Pero si ahora pasamos de 4 a 6 millones –mismo incremento absoluto- la tasa de crecimiento se habrá reducido a la mitad, el 50 por ciento. Pero ¿quiere esto decir que la situación ha mejorado o por lo menos que los ajustes necesarios ya se han producido? Con solo ese dato ningún economista se atrevería afirmarlo.
Segunda de las perlas, que además ha tenido su continuación en la intervención en las Cortes Generales: el déficit público se situará en 2012 por debajo del 3 por ciento del PIB. Algunos datos y un comentario. Con las cifras que maneja el Gobierno un déficit del 3 por ciento supondría unos 30.000 millones de euros; pero en la actualidad dicho déficit es de 100.000 millones, y la nueva presión fiscal que el Presidente prometió ayer va a suponer unos 15.000 millones de ingresos. Dado que la gran mayoría de los gastos ya están comprometidos y los ingresos sólo van a crecer en ese 1,5 por ciento del PIB, con una simple operación matemática podemos ver cómo en 2010 el déficit se situará, en la mejor de las posibilidades es decir si no tenemos en cuenta el pago de los intereses de esa deuda, en unos 85.000 millones de euros (8,5% del PIB). Dicho de otra forma, para que en 2012 las finanzas públicas españolas se situasen en el objetivo del Presidente sería necesario recaudar, como mínimo, 55.000 millones adicionales. Más que difícil prácticamente imposible, salvo que crezcamos a tasas que no conocimos ni en nuestras mejores épocas.
Tercera: el culpable de todo es el sector inmobiliario. Por fin el Presidente y la oposición están de acuerdo en algo y convienen en que un parte fundamental de la crisis que padecemos es interna y no impuesta internacionalmente. Pero lo sorprendente es que ni el PP ni el PSOE asumen ninguna culpa. Es como si toda la responsabilidad fuera de los bancos, de las inmobiliarias y de los ciudadanos que pretendimos enriquecernos rápidamente. Nadie se acuerda ya de que fue el Sr. Aznar el que creó e impulsó una política de crecimiento basada en el ladrillo y que el partido socialista, si bien llegó al poder en 2004 con la promesa de desmotar la burbuja inmobiliaria, se asentó en la bonanza que ésta proporcionaba a las finanzas públicas y no hizo nada para combatirla. Probablemente todos debemos entonar el mea culpa, pero muy especialmente los políticos que no ejercieron el control para el que fueron elegidos.
La última de las incoherencias del Gobierno en su lucha contra la crisis la hemos visto esta mañana, jueves 10 de septiembre, en la prensa: se reducirán las ayudas a la investigación en un 37 por ciento. Es decir, que mientras que se defiende que el nuevo modelo de crecimiento económico tiene que estar basado en la formación y la innovación, lo primero que se hace es disminuir los recursos destinados a estas actividades. Difícilmente se podrá crear ese nuevo modelo cuando se reducen los fondos destinados a su desarrollo, que probablemente se emplearán en la política social-populista.
En definitiva, el Presidente Zapatero sigue absolutamente fuera de la realidad económica, instalado en ese optimismo patológico tan suyo, con una política económica que tan solo puede ser calificada de errática e incoherente. Y todo por no querer ver la lo que efectivamente sucede: que la economía española necesita ajustes fundamentales en muchas áreas, y muy especialmente en el mercado de trabajo, para ganar productividad y competitividad; que la mejor política pública consiste en sentar las bases para que las empresas puedan crear empleo y de ésta forma se incremente la recaudación impositiva, permitiendo conjugar el déficit en un período no especialmente largo; y que desde luego no es sostenible aplicar aquella vieja propuesta keynesiana de que unos hagan agujeros para que otros los tapen –obra pública- conjugada con una política social que cada vez se parece más a la que ejercían las damas de la caridad del siglo XIX.
La salida de la crisis sólo puede surgir de la actividad productiva del sector privado apoyada por una acción coherente y complementaria del sector público. Algo de lo que hoy por hoy carecemos.

© José L. Calvo

lunes, 24 de agosto de 2009

El Gobierno juega al Monopoly

De este modo, se avanza sin pretender la fama. Se retrocede, sin preocuparse por la crítica. Solo se busca el beneficio de los hombres, y conseguir unas ventajas acordes con las del gobernante. Porque solo se pretende enriquecer al estado

Las últimas declaraciones del Ministro de Fomento no dejan lugar a dudas sobre cuál es la política económica del Gobierno: “Yo creo en la utilización del gasto público para fomentar la actividad económica y mantener la protección social”. Esto, que desde un punto de vista académico podría parecer una política keynesiana ortodoxa, a mi me produce la sensación, sin embargo, de que el Gobierno está dilapidando los fondos públicos utilizándolos como si del dinero del Monopoly se tratase. Dos sencillas preguntas están detrás de esta percepción: Sr. Ministro ¿de dónde ha de salir ese dinero que con tanta alegría están distribuyendo? y ¿cuántas generaciones van a ser necesarias para pagar las deudas que se generen con su política?
La prodigalidad con la que el Gobierno está gastando los recursos públicos, y el hecho de que esta sea la única medida real de política económica puesta en marcha, me hace pensar que nuestras máximas autoridades están creyendo que el dinero público es lo mismo que el que se recibe cuando se comienza el juego del Monopoly, y que no tiene coste alguno. Repasemos algunas de sus decisiones de inversión: el plan de financiación de las Comunidades Autónomas que incrementa la dotación a estas cuando se le está pidiendo a todo el mundo que se apriete el cinturón; el Plan E, con gastos en infraestructuras en algunos casos redundantes pero sin inversión real en un cambio del modelo de crecimiento; el FROB para salvar bancos y cajas de ahorro que si fuesen otro tipo de empresas deberían haber quebrado; los demagógicos 400 euros por contribuyente que se repartieron antes de las elecciones o los 420 euros actuales para los parados que han agotado las prestaciones por desempleo. Dinero puesto en circulación sin un estricto control de su rentabilidad social, y que ha dado como resultado que en un año y medio hayamos pasado de un superávit en las cuentas públicas a un déficit superior al 9 por ciento.
Como decía, se puede argumentar que esta es una política de corte keynesiano que en su momento incluso nosotros reclamamos, pero esto no es cierto por varios motivos: en primer lugar, porque lo primero que defendía Keynes es que había que ajustar los mercados a la realidad económica, y eso no se ha hecho; en segundo lugar, porque una cosa es realizar una política de gasto público para reactivar el consumo y la economía, y otra muy distinta un reparto indiscriminado de dinero, exento de toda lógica económica en su distribución; y por último, y este es quizás el argumento de más peso en referencia a este artículo, porque las reglas del juego no son las del Monopoly, y en algún momento habrá que devolver el dinero que ahora se está gastando.
Sobre las necesarias reformas de la economía española no voy a insistir nuevamente, ya que hemos dejado clara nuestra posición en este blog. Es urgente e imprescindible una reforma del mercado de trabajo que pase por actualizar su regulación. Nuevamente aclarar que no abogamos por el despido libre, pero sí por un nuevo tipo de gestión que tenga en cuenta los cambios que se han producido en el mercado global, introduciendo conceptos como la flexiseguridad. Esto es algo en lo que por cierto coincidimos la mayoría de los profesionales de la Economía y tan solo están en desacuerdo los sindicatos –cuyo comportamiento es digno de estudio, muy especialmente si como es mi caso se cree que los grandes sindicatos han perdido su carácter de sindicato de clase obrera y defienden sólo los intereses de sus afiliados- y el Ministro de Trabajo, de cuyos conocimientos en otras áreas no dudo pero que como economista no me parece de una gran solvencia. O la adaptación a la nueva Sociedad del Conocimiento, lo que supone cambiar el modelo de crecimiento hacia otro basado en las TICS y la innovación, algo pregonado por el propio Gobierno pero a lo que no se han aplicado medidas prácticas reales.
Pero el argumento más importante que quiero defender en el artículo es que el dinero público no es el de Monopoly. Es decir, que en la realidad no sucede como en ese juego, que cuando se acaba si has perdido y te has quedado sin dinero no pasa nada, porque cuando comience una nueva partida te lo darán otra vez. En la economía real el dinero que te has gastado genera una deuda que debes devolver en el futuro. Y si seguimos con la política de gasto actual es bastante probable que en 2012, cuando acabe el juego del Sr. Zapatero –desde aquí una apuesta: el Presidente no se presentará a la reelección- nos encontremos con que España no ha resuelto ninguno de sus problemas de crecimiento y competitividad y sin embargo tenemos una deuda difícilmente asumible, que deberán pagar las futuras generaciones.
Un último comentario sarcástico también dirigido a las declaraciones del Ministro de Fomento. Ahora parece que quiere también convertirse en Robin Pepiño Hood, queriendo quitarle el dinero a la clase media –desengáñese Sr. Ministro los ricos saben cómo proteger sus fortunas- para dárselo a los pobres…bancos.

© José L. Calvo

viernes, 21 de agosto de 2009

Vicente Ferrer: una vida ejemplar. O cómo sacar con su propio esfuerzo a millones de personas del club de la miseria

No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista aguda para poder ver el sol y la luna, ni se necesita mucho oído para escuchar el retumbar del trueno.

Anantapur la región de Andra Pradesh (al sureste de la India) más parecida a un desierto, es una tierra pobre, suplicante de agua y vida. Allí fue Vicente Ferrer después de una primera experiencia en Mumbai donde enseñaba a los campesinos las herramientas básicas de la subsistencia. Parece que eso no gustaba demasiado a las autoridades en aquel momento así que se decidió a ir a Anantapur. Por aquellas tierras actúa la Fundación Vicente Ferrer que en 40 años ha logrado paliar la miseria de los más necesitados. Nació Vicente el 9 de abril de 1920 en Barcelona y pronto sintió la llamada espiritual y vistió el hábito jesuita que luego dejaría porque era especial y no le gustaba demasiado la sujeción a las normas. Su única norma, en ese sentido, era la ayuda a los demás y eso es la verdadera espiritualidad. Por eso Vicente no podía pasar desapercibido. Hizo mucho y lo hizo bien. Vicente se casó con Anna Ferrer y tuvieron tres hijos. En 1969 comenzó un proyecto de vida, ayudando a los descastados y a los desesperados con el objetivo de sacar al mayor número de personas de la pobreza: salvó a 2,5 millones de personas en esos años. Su labor, hoy en día, la continúa su hijo Moncho.
Cuenta Paul Collier que “el desafío del desarrollo consistió en el enfrentamiento entre un mundo rico de mil millones de personas y otro pobre de cinco mil millones: un auténtico club de la miseria convive con el siglo XXI, pero su realidad es la del siglo XIV; esto es, guerras civiles, epidemias e ignorancia”(The Bottom Billion,2007).
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) más de 5 millones de niños mueren anualmente de hambre en el mundo. La OIT (Organización mundial del trabajo) afirma que más de 1400 millones de trabajadores ganan menos de dos dólares al día, el hambre real, el sufrimiento verdadero afecta a 850 millones de personas en todo el mundo. La UNICEF (Fondo de la ONU para la infancia) relata que más de 1000 millones de niños carecen de servicios básicos para su desarrollo. La esperanza de vida en el tercer Mundo es de 30 años. Como bien ha señalado Jeffrey Sachs, los Objetivos del Milenio han supuesto un avance: las Naciones Unidas se han propuesto para 2015 progresar en el desarrollo humano. Pero eso no es suficiente. Nosotros pensamos que cualquier propuesta de política económica que se haga en el primer mundo debe dar o proponer alternativas a la pobreza y a la exclusión social en todo el mundo. La pobreza es un fenómeno complejo y que incluye una multitud de factores, pero cuando se habla de pobreza en el Tercer mundo se hace referencia a la lucha por la supervivencia.
Para Coates, del día de hoy al 2025 habrá importantes innovaciones tecnológicas en muchos campos de investigación como la genética, la energía, los nuevos materiales, el cerebro humano, etc. Pero nos preguntamos si se ha avanzado realmente en uno de los problemas capitales de la humanidad como es la forma de paliar la pobreza.
Y sí creemos que es posible. En ese sentido tiene mucho valor la figura de Vicente Ferrer. El 19 de mayo de 2009 falleció un español universal. Un santo en vida, un ejemplo para todos lo que tengan corazón y crean que la pobreza no se arregla sólo con crecimiento económico: son necesarias unas grandes dosis de voluntad y otras no menores de pasión y alegría. Eso es lo que hizo Vicente: pasar por la vida haciendo el bien.

© José A. Martinez y José L. Calvo

viernes, 31 de julio de 2009

Fondo de Reestructuración Ordenada de Negocios e Hipotecas (FRONH). O cómo hacer llegar, de verdad, el dinero a familias y pequeñas empresas.

Actúa después de haber hecho la estimación: gana el que conoce primero la medida de lo que está lejos y lo que está cerca.

Esta última semana de julio nos deja con tres noticias impactantes relacionadas con el mercado hipotecario: en primer lugar, el EURIBOR está en su cota mínima, siendo su valor a día de hoy de 1,364%. En segundo lugar, la constatación de que ese valor mínimo no sirve para incentivar la concesión de hipotecas, ya que si bien en mayo pasado aumentaron con respecto a abril, sufren una caída interanual de más del 22%. Finalmente, el día 27 El País publicaba, en su edición para Cataluña, un artículo titulado “me quedo sin piso y con una deuda de 200.000 euros” en el que se explicaba la situación de una familia ecuatoriana que no puede hacer frente a las cuotas de la hipoteca, y a la que la actual legislación la ha llevado a encontrarse sin vivienda –subastada- y con una deuda diferencia entre el precio obtenido por la subasta y el de su préstamo, a la que hay que sumar las costas del proceso.
Comenzando por esta última, todo parece indicar que los españoles desconocemos realmente a qué nos conduce la contratación de un préstamo hipotecario según la legislación vigente. El nombre exacto de una hipoteca es el de préstamo con garantía real, lo que en la práctica supone que obtenemos un crédito poniendo como garantía nuestra vivienda. Pero eso no quiere decir que si nos deshacemos de ella nos deshagamos del préstamo. Es decir, que si contratamos una hipoteca de 200.000 euros antes de la crisis para un piso valorado en 250.000 y por la crisis hemos de venderlo por 150.000 entregando esa cantidad al banco/caja, todavía nos queda una deuda por la diferencia, 50.000 euros, que deberemos pagar aunque ya no tengamos la vivienda.
Olvídense por tanto de la denominada dación en pago, es decir entregar las llaves al banco/caja y allá cuentas –sistema vigente por ejemplo en Estados Unidos-, porque como le ha ocurrido a esta familia seguirán teniendo que responder de la deuda con todos sus bienes presentes y futuros. Y vean las ventajas del alquiler, ya que cuando uno deja de pagar se va y se acaban sus penurias.
¡Ah! Y sean conscientes de quien es el culpable de esta situación, que no son solo los bancos, a los que se intenta criminalizar desde distintos sectores de los medios de comunicación y políticos, cuando realmente lo único que hacen es aplicar la legislación vigente. La culpa, más bien, es de esa legislación y de quienes la crean y aprueban: los políticos, que han optado por proteger de riesgos a las grandes entidades financieras en lugar de a los ciudadanos. Es una opción, pero a quien parece más lógico ayudar es a los ciudadanos. Así lo han entendido en muchos países, porque son las economías domésticas y las pequeñas empresas las que tiran del crecimiento de la demanda agregada y, por consiguiente, las que crean empleo neto. Y esta es otra posibilidad de política económica que las autoridades deberían tener muy en cuenta.
Las otras dos noticias muestran muy claramente que el ajuste del sistema bancario español está todavía lejos de haberse terminado. Con un EURIBOR en mínimos lo lógico sería pensar que la Banca intentase obtener los máximos beneficios posibles de su principal actividad, los préstamos. Pero eso no es la realidad, y el dinero sigue sin fluir hacia los que de verdad lo necesitan: particulares y pequeñas y medianas empresas.
Por eso nosotros le proponemos al Gobierno una solución novedosa: la creación de lo que hemos denominado el (FRONH) Fondo de Reordenación Ordenada de Negocios e Hipotecas, en justa correspondencia con el FROB ya aprobado para reestructurar el sistema financiero. Y su funcionamiento sería muy parecido: se trataría de dotarle de una cuantía similar a la del FROB a la que podrían recurrir particulares y negocios para resolver problemas graves de liquidez financiera provocados por la crisis. Con 100.000 millones de euros, 11 millones de españoles que no deberían recurrir a él –pensionistas y funcionarios-, y una familia media de tres miembros, estamos hablando de 9.000 euros por familia, 4.500 anuales en un horizonte de dos años para la crisis. Y ese dinero iría al sistema financiero, por lo que cumpliría una doble misión: financiar a particulares y empresas y servir para reestructurar los bancos y cajas en dificultades.
Se nos puede decir que para eso están las dos líneas del ICO incluidas en el Plan E para retardar las hipotecas durante dos años para parados y autónomos en dificultades. Pero una nueva noticia de esta semana nos deja claro la inviabilidad de estas dos propuestas: de los 6.000 millones de euros asignados tan solo se han concedido poco más de 50, debido a los excesivos y farragosos trámites burocráticos.
También nos podrían decir que no hay dinero suficiente y que el déficit se dispararía. Pero no entendemos que a estas alturas de la crisis, con más de 4 millones de parados, con multitud de familias en dificultades, se opte por costear públicamente las irresponsabilidades que ha cometido buena parte del sistema financiero y que sin embargo se niegue financiación a las familias y pequeñas empresas. Al menos no es eso lo que nosotros entendemos por política social.

© José L. Calvo y José A. Martínez


lunes, 29 de junio de 2009

La parábola de la Caja de Ahorros pródiga

Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la calma para enfrentarse a los que se agitan, esto es dominar el corazón.
El viernes 19 de junio de 2009 el Consejo de Ministros aprobó una dotación máxima de 90.000 millones de euros (la dotación inicial son 9000 millones) para el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El objetivo es reorganizar el Sistema Financiero español dado que algunas entidades, fundamentalmente Cajas de Ahorros, están atravesando graves dificultades. Hasta aquí todos conformes si no nos hacemos algunas preguntas como las siguientes: ¿es preciso salvar el Sistema Financiero?, de serlo ¿es esta la medida adecuada? Y si respondemos afirmativamente a estas dos preguntas nos quedan aún otras dos más: ¿por qué este comportamiento asimétrico salvando a unas empresas, los Bancos y Cajas no son en definitiva más que empresas, y dejando caer a otras y a particulares? Y, por último, ¿alguien va a responder de las graves irresponsabilidades cometidas en esas instituciones financieras?
Vayamos por partes. La respuesta a la primera pregunta es evidente: cualquier economía desarrollada necesita un sistema financiero solvente para funcionar. Es imposible, salvo que volviésemos a una economía de trueque, llevar a cabo los intercambios que regulan la economía capitalista sin mantener un sistema financiero cuya misión es precisamente la intermediación entre los que poseen recursos y los que los necesitan. Así que, en ese sentido, nada que objetar, salvemos el Sistema.
La segunda de las preguntas formuladas requiere una contestación muy matizada, ya que el gobierno podría haber optado por multitud de soluciones. Una es, lógicamente, la que ha adoptado, prestarle dinero público, es decir de todos, a unas instituciones que lo utilizarán para sanear sus balances –privados- y luego probablemente para volver a su negocio inicial, vendérselo a usted y a nosotros –nunca prestar y si no miren la definición de este término en el Diccionario de la Real Academia- muy caro. El gobierno podría también haber optado por otra un poco más radical y probablemente más socialista y eficiente, que ya an puesto en práctica en Estados Unidos y el Reino Unido: nacionalizar las entidades financieras en dificultades a partir de su situación de balance actual y crear una banca pública que incluso una vez saneada podría haber sido vendida nuevamente al sector privado. Eso habría estado más en consonancia con el origen del dinero, público, pudiéndose haber obtenido incluso un beneficio a medio y largo plazo. Y entre medias hay toda una pléyade de soluciones que se podrían haber aceptado.
Porque, y este es el quid de la cuestión que hace que los ciudadanos contemplemos con estupor la actitud del gobierno, la situación es totalmente asimétrica. Si es usted un empresario/particular que en la época de las vacas gordas y el dinero fácil decidió acometer inversiones arriesgadas ahora debe hacer frente a su locura y pagar sus deudas o bien perder el negocio/casa. Pero si es usted una entidad financiera, y en concreto una Caja de Ahorros, no se preocupe, su negocio está a salvo porque entre todos, con los 90.000 millones, vamos a pagar su nefasta gestión económica. Dicho con un ejemplo, si usted compró una casa por valor de 300.000 euros financiada en su totalidad por una Caja de Ahorros y ahora solo vale 250.000 nada le ha cambiado, porque usted debe seguir asumiendo su deuda total. Pero la Caja no, la Caja puede descontar esa operación fallida y acudir al dinero público para solventarla.
Y llegamos así a la última de las preguntas. Las Cajas de Ahorro en España tienen una morosidad más elevada que los Bancos (5,05 frente a 3,85) debida a su alta relación con el sector inmobiliario. Además, son entidades que no se rigen exactamente por los criterios de buena gestión económica, obtención de beneficios, sino que tienen un componente social y político muy importante. Y si bien en una empresa la dirección responde de sus actos ante los accionistas, en las Cajas de Ahorros parecen no responder ante nadie. Y nosotros nos preguntamos: ¿ante quién responden los directivos poco eficientes de las Cajas problemáticas?, ¿cómo justificarán los elevados sueldos que tienen?, ¿qué grado de responsabilidad deben asumir en el desarrollo de la crisis en España? Porque si se justifica el empleo de dinero público para el rescate de las entidades con dificultades, habrá que exigir, como ha hecho el Presidente Obama, una respuesta clara a estas preguntas. ¿Lo hará aquí también el Sr. Zapatero?
De hecho uno de los grandes caballos de batalla del FROB era conseguir una profesionalización de la actividad de las Cajas que supusiera la salida, o al menos una pérdida sustancial de poder, de los representantes políticos en sus Consejos de Administración. Esta batalla la ha perdido el gobierno, principalmente contra dos de las autonomías en las que gobierna, Andalucía y Cataluña.
Y es que, al final, las Cajas de Ahorros van a ser como el hijo pródigo de la parábola: una vez dilapidada su fortuna retornan al hogar donde el padre le devuelve todos los bienes que ha malgastado. Eso sí, a costa del otro hijo que se quedó en casa, y al que se le debió quedar la misma cara de tonto con la que nos hemos quedado todos los españoles que seguimos teniendo que pagar religiosamente nuestra hipoteca cada mes. O como dice Jesucristo en el Evangelio de Mateo: “Al que tiene se le dará y al que no tiene por eso mismo se le quitará”. Definición afortunada que ha tenido notable reflejo en la literatura económica sobre redistribución de la renta, el Efecto Mateo, y que el gobierno socialista está aplicando a rajatabla.

© J. A. Martínez y J. L. Calvo

jueves, 11 de junio de 2009

La esperanza es verde...

Y así es como de tres maneras el soberano acarrea la adversidad al ejército: No saber que el ejército es incapaz de avanzar y, sin embargo, ordenar el avance. No saber que el ejército es incapaz de retirarse y, sin embargo, ordenar la retirada. Esto es lo que se entiende por “poner trabas al ejército”.
En los últimos días estamos asistiendo a un debate que muestra tanto las esperanzas –en positivo y negativo- como la altura intelectual del discurso de los dirigentes de las dos grandes formaciones políticas españolas. Mientras que el gobierno se esfuerza en ver signos de que la crisis está remitiendo en los brotes verdes que surgen en Estados Unidos y en los últimos datos del paro, la oposición niega esa recuperación sin introducir prácticamente argumentos, asumiendo que la mejoría va en contra de sus intereses; y mientras el Ministro de Industria afirma que la oposición solo ve verdes los billetes –en referencia suponemos al dólar y no al euro- el PP de Madrid afirma que el gobierno se fuma los brotes verdes, -haciendo alusión a que “está fumao”-.
Pero lo realmente relevante del análisis de ese verdor no es tanto si se está produciendo sino si es realmente el síntoma de la salida de la crisis y de cuál ha de ser la actitud ante esa posibilidad. Para empezar hemos de decir que los síntomas de una recuperación verdadera se están dando en Estados Unidos, pero no son ni mucho menos claros en Europa y España. Porque si bien es cierto que la economía española ha creado empleo en el último mes y los indicadores de la confianza de los consumidores mejoran, no lo es menos que el coste de dicha creación es muy elevado: un déficit público que en tan solo un año se ha situado en el 8 por ciento. No parece posible seguir creando puestos de trabajo si la única política que se aplica para ello son obras públicas que además no suponen inversión sino gasto corriente.
Además, a nuestro país le faltan todavía al menos dos vueltas de tuerca de la actual crisis: la recapitalización de algunas cajas de ahorros, para las que el gobierno ya está aportando dinero de todos con el consiguiente malestar entre los ciudadanos que ven cómo a algunas entidades financieras se les perdona su actuación irresponsable previa a la crisis; y la reducción de los ingresos por turismo que lógicamente se producirá en el verano, derivada de los ajustes que se están realizando en los países que son el origen de nuestros visitantes.
Pero lo más preocupante, a nuestro juicio, es la actitud que está adoptando el gobierno. Con ese optimismo ya tradicional el Sr. Zapatero y sus ministros parecen haber dado la crisis por prácticamente finiquitada. Y esto parece indicar que para ellos los ajustes que tanto se han demandado por todos los sectores ya no son necesarios. El presidente y su equipo están adoptando lo que ya antes hemos denominado la estrategia del surfista: esperar a que la ola de recuperación proveniente del exterior –Estados Unidos o Europa- nos lance hacia una nueva senda de crecimiento. Y mientras tanto no cambiar nada, simplemente mantenerse a flote.
Esa es una actitud irresponsable. Como hemos manifestado varias veces, lo importante de esta crisis no es tanto cuándo se salga sino cómo se haga. El modelo de crecimiento económico español basado en el ladrillo está agotado; el déficit público tiene un límite ligado a su sostenibilidad al que prácticamente ya hemos llegado; nuestro mercado de trabajo presenta una estructura arcaica y excesivamente rígida, y la inversión en capital humano, innovación, TICs y nuevas tecnologías es insuficiente. Esas son realidades a las que hay que hacer frente si queremos tener una posición sólida en el nuevo concierto económico que surgirá tras la crisis.
De acuerdo, hay síntomas de esperanza. Pero esos brotes hay que regarlos porque no crecerán solos. Esperemos que el gobierno no caiga en la trampa de ver la botella medio llena. Porque si no es probable que se cumpla un viejo dicho: la esperanza era verde...y se la comió un burro.

© J. L. Calvo y J. A. Martínez