martes, 25 de enero de 2011

Vente p’Alemania, ingeniero Pepe

El ir a su favor o en su contra, de ello depende la victoria militar. La tierra puede ser alta o baja, ancha o estrecha, lejana o cercana, desnivelada y plana, propicia para la muerte o para la vida.
Ha pasado casi un mes desde el comienzo de año y teníamos parado el blog. Y no por falta de noticias, sino porque sobre las más relevantes ya habíamos escrito con anterioridad. Que el gobierno debía acometer reformas es algo que ya propusimos hace casi dos años; nuestra posición sobre ellas también la habíamos manifestado: incremento de la edad de jubilación y considerar no solo la renta sino el patrimonio para fijar la cuantía de la pensión; reforma del mercado de trabajo para evitar su carácter dual e incrementar la productividad y la competitividad; pérdida de poder de unos sindicatos pesebreros; cambio radical del funcionamiento de las cajas de ahorros, sin intervención ni divina –la iglesia- ni humana –los dirigentes de las comunidades autónomas-; reducción del despilfarro público especialmente en las Comunidades Autónomas; evolución hacia un estado federal definitivamente cerrado que delimite claramente la capacidad de ingreso y gasto tanto de la Administración Central como de las Comunidades...
Pero hete aquí que nos ha sacado del ostracismo nuestra Juana de Arco particular –ya saben, uno de nosotros la seguiría en la batalla hasta el final y el otro la quemaría en la hoguera-: la canciller alemana Angela Merkel y su propuesta de contratar licenciados e ingenieros españoles para la boyante economía germana.
Parece que ya oímos las voces airadas que se van a alzar ante este ofrecimiento. Algunos sectores sociales españoles –con toda probabilidad esa dead walking formación conocida como Izquierda Unida o los sindicatos con su mensaje obrerista dedicado a la galería- elevarán su voz para protestar por esta nueva forma de explotación de la Alemania capitalista hacia la clase trabajadora española; otros afirmarán que eso es fuga de cerebros y que no se debe consentir… Ante esto dos consideraciones.
La primera es que nosotros no hablaríamos de fuga sino de expulsión de cerebros. Una economía que no puede ofrecer un empleo digno a sus trabajadores más cualificados –con un salario acorde con su cualificación y cierta estabilidad-; una economía que ha basado su modelo de crecimiento en el ladrillo y la especulación, que desprecia la innovación, que durante las últimas décadas ha destruido el tejido industrial –esto no es solo política del actual gobierno, comenzó en los años ochenta del pasado siglo y tablitas Aznar no solo no hizo nada para cambiarlo sino que inventó el crecimiento especulativo basado en la vivienda- no está permitiendo que se fuguen, los está expulsando. Estamos ahora pagando aquellas épocas no tan lejanas donde cobraba más un peón de albañil que un investigador doctor del CSIC, cuándo estudiar o investigar era una pérdida de tiempo porque cualquier inculto podía hacerse rico con un terreno, cuatro ladrillos y una paleta –Gil y Gil, el Pocero…-. Vergüenza le tendría que dar a la clase política no ya la oferta sino que la generación más cualificada de la historia de España sea la que tenga que emigrar para encontrar un empleo.
En segundo lugar, hemos escuchado múltiples veces la acusación de falta de europeísmo de Alemania. Y, sin embargo, esto es una demostración fehaciente de todo lo contrario. Es el reconocimiento de la existencia de un mercado laboral único en Europa. Las empresas alemanas no van a hacer otra cosa que lo que llevan haciendo las catalanas, vascas o madrileñas desde hace tiempo: abastecerse de los trabajadores más cualificados del mercado laboral común. Lo mismo que sería ridículo pensar que hay fuga de cerebros de Teruel porque los licenciados o ingenieros turolenses se desplazan a trabajar a Barcelona, Madrid o Bilbao, esa misma visión se debe aplicar a Alemania, que forma parte de la Unión Europea.
Por ello, la primera de las reformas que debemos introducir en la mentalidad española es sacudirnos el paletismo. Los trabajadores españoles debemos ser conscientes de que nuestro mercado laboral ya no se circunscribe tan solo a España, sino que se ha ampliado a la Europa de los 27, como mínimo. Debemos ajustar nuestra cualificación a ese nuevo mercado laboral y ser conscientes de que la movilidad intraeuropea es ya el presente, sobre todo para nuestros jóvenes. Somos europeos, con todas las consecuencias.
Y como ya saben que nos gusta predicar con el ejemplo, ahí va nuestro ofrecimiento: profesores de mediana edad con conocimientos económicos y experiencia investigadora nacional e internacional se ofrecen para trabajar en universidad europea de prestigio; dominio hablado y escrito del español, inglés y francés.

© José L. Calvo y José A. Martínez