viernes, 26 de agosto de 2011

Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones

"Lo que distingue al hombre de los otros animales son las preocupaciones financieras".
Jules Renard (1864-1910) Escritor y dramaturgo francés.
"La mejor victoria es la que se logra con una planificación inteligente". Sun Tzu.

El debate sobre el control del déficit público forma parte del análisis económico desde prácticamente su principio. A la necesidad de un presupuesto equilibrado anual se la conoce como la Regla de Oro del presupuesto clásico. Todos los grandes pensadores económicos, desde Adam Smith(1723-1790) a Keynes(1893-1946), pasando por Friedman(1912-2006) o los defensores de la herejía keynesiana como el Premio Nobel de Economía (2008), Paul Krugman han discutido sobre la necesidad de establecer una limitación estricta a los gastos públicos de forma que estos no superen los ingresos o, por el contrario, permitir un cierto “margen de maniobra” temporal. John Kenneth Galbraith, economista keynesiano, lo expresaba de forma certera en 1958, en su The Affluent Society, "…las tendencias dilapidadoras de príncipes y repúblicas fueron reprimidas a través de la norma que les obligaba indefectiblemente a ingresar tanto dinero como gastaban. Las consecuencias de la violación de esta regla han sido siempre desafortunadas a largo plazo, y a menudo también lo han sido a corto plazo". Nuevamente es Galbraith quién resume perfectamente la argumentación de aquellos que defienden la restricción total cuando señala que: “…la norma que requería un presupuesto equilibrado había sido concebida para gobiernos que eran irresponsables, por su naturaleza o porque la experiencia lo demostraba, en asuntos fiscales”; por su parte, los defensores de la posibilidad de un cierto déficit en situaciones de recesión económica consideran este necesario para impulsar la actividad económica y permitir la recuperación en los períodos “bajos” del ciclo económico. Kondrátiev (1892-1938) formuló diversas teorías sobre el ciclo económico, la más recomendable es la del ciclo largo, divulgada en occidente por Joseph Alois Schumpeter (1883-1950), como parte de su modelo tricíclico. La aportación más relevante de este gran economista (catedrático de Harvard desde 1932) fue la concepción cíclica e irregular del crecimiento económico. Hoy, en esta vieja Europa urge encontrar un camino que nos libere de los miedos irracionales, de la desconfianza y de esos factores psicológicos que están detrás del comportamiento de inversores, financieros y especuladores y que, como en el sueño de José (Génesis 1:41:1 - 1:41:36) debemos saber interpretar, porque nos pueden facilitar la vía de salida de esta cruel y despiadada crisis. José le habla al faraón de lo que en Teoría Económica se conoce como "ciclos" y de que hay que prepararse en los tiempos de bonanza para las épocas de escasez.
Todo esto viene a colación de la transcendental, y sorprendente, propuesta del Presidente Zapatero para llevar a cabo una reforma de la Constitución española que incorpore una limitación al déficit de las Administraciones públicas. Esto supone la primera modificación de nuestra Constitución desde 1978, por lo que debería ser analizada con sosiego y consultada a toda la población.
Partamos de un principio común: todos los economistas han sido, son y seremos partidarios de unas cuentas públicas saneadas en el medio y largo plazo. Por ello, el debate no es si debe o no existir déficit cero, sino de si esta medida se debe aplicar en todos y cada uno de los años fiscales y si debe consagrarse en la Carta Magna. Es en el primer punto donde también se centra la discusión entre el PSOE, que está más en la idea de permitir pequeños déficits –sin cuantificar- en períodos en los que la tasa de crecimiento de la economía española no supere el 2% del PIB, y el PP, partidario de la más estricta doctrina neoclásica de déficit cero en cualquier circunstancia. Recordemos que los criterios de convergencia de Maastricht ya señalaban una hoja de ruta fiscal más flexible que el equilibrio presupuestario permitiendo un déficit público del 3% del PIB.
Desde un punto de vista técnico, si los gastos de un país crecen a un ritmo superior a sus gastos la única forma de financiarlo es emitir Deuda. Esta, a su vez, genera unos intereses que es preciso pagar y que deben incluirse dentro del presupuesto de gasto. Si ese déficit se mantiene en el tiempo, la emisión de Deuda también lo hará, lo que llevará a que cada vez una mayor parte de los gastos del estado estén representados por los intereses de esa deuda, pudiendo dar origen a una situación explosiva –básicamente cuando el tipo de interés sea superior a la tasa de crecimiento de la economía-. Eso lo saben muy bien los mercados, que a partir de un determinado momento considerarán que el país empieza a tener problemas para pagar, por lo que, en un primer momento demandarán tipos de interés mayores para luego negarse a comprar esa deuda ante la perspectiva de no cobrar –el ya famoso default-. Por ello, la disciplina fiscal no solo es necesaria, sino imprescindible.
A esto, y en el caso español, hay que sumar una situación muy grave procedente de una utilización del gasto público en los últimos años que entra de lleno en los “gobiernos que eran irresponsables” de Galbraith. No deseamos insistir nuevamente sobre el hecho de haber pasado de un superávit del 2,2% del PIB en 2007 a un déficit del 11% en 2009, pero sin una política económica tan catastrófica España no se vería en la obligación, impuesta por sus socios europeos en la carta del BCE, de reformar su Constitución para evitar que nuevos políticos inconscientes aboquen al país a la quiebra. Algo muy similar, por otro lado, a lo que ha pasado en el resto de los PIIGS (ahora con Italia entre nosotros). Es, sencillamente, un problema de desconfianza europea y de los mercados hacia nuestra clase política, lo que les debería hacer reflexionar.
Pero si todos estos argumentos son ciertos, no vemos tanto la necesidad de que la disciplina fiscal deba ser consagrada en la Constitución y mucho menos que el cambio deba ser tan precipitado, tomando además la decisión los mismos “inconscientes” que nos ha llevado a la intervención de nuestra economía. Porque, por mucho que nos intenten vender, la actual reforma de la Constitución que se solicita está impuesta por los mercados –quienes quieran que sean- y nuestros socios europeos –estamos, en estos momentos en una situación de tutela económica ejercida por Merkel, Sarkozy y el BCE-. En esa medida nuestra soberanía y democracia se ven comprometidas.
En definitiva, si bien apoyamos el control de déficit para evitar que los “políticos irresponsables” vuelvan a hacer de las suyas, creemos que su inclusión en la Constitución es una medida que, en cualquier caso, debería ser discutida y explicada con más tiempo y en profundidad. La Constitución de 1978 no es algo que se modifique cada año, debe tener una solera, y es preciso entender que los principios económicos que ya la inspiran pueden entrar en contradicción con la reforma propuesta. Dudamos que consagrar una opción concreta de política económica en la Constitución, sea la vía correcta. Pero, si se hace, se debería o bien consultar a todos los españoles vía referendum, o conseguir un amplísimo acuerdo parlamentario de al menos el 80-90 % de las fuerzas políticas. Y decimos más: se debería aprovechar la ocasión para sentar las bases de un consenso político entre los dos grandes partidos de España para establecer las reformas necesarias de salida de la crisis. El Decálogo de ineludible cumplimiento de ese Gran Pacto sería el siguiente: 1º) Reforma del sistema financiero español con la vuelta a su labor fundamental de intermediación y control estricto de las actividades especulativas; 2º) Flexibilización del mercado de trabajo; 3º) Reforma de las Administracioens públicas para evitar duplicidades; 4º) Introducir criterios de eficiencia, eficacia y equidad en las decisiones públicas; 5º) Lograr los objetivos al mínimo coste; 6º) Desmantelamiento de los actuales 17 mercados, regulados cada uno por una autonomía; 7º) Flexibilidad y libertad de los factores de producción 8º) Reforma de las pensiones: edad de jubilación a los 70 años, supresión de las prejubilaciones; 9º) Incremento de la inversión en educación básica y superior y 10º) Interiorizar el principio de la emulación: inversión en investigación científica y técnica para el desarrollo industrial y tecnológico. Estos mandamientos se encierran en dos: 1º) no subirás impuestos pero reducirás gastos (en el propio Estado, las CCAA y las corporaciones locales) y 2º) Como decía el fundador de nuestra ciencia: Investigarás (y emularás) la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.

© José A. Martínez y José L. Calvo, 2011.

sábado, 6 de agosto de 2011

La hora de los valientes. En lo esencial, unidad

En cuanto la tropa se halle fuertemente unida, el valiente no tiene ocasión de avanzar solo, el cobarde no tiene ocasión de retroceder solo. Este es el método para emplear a muchos hombres.
Los coetáneos de los grandes sucesos históricos no suelen ser conscientes de ellos, precisamente porque los están viviendo en ese momento. Nosotros creemos que el mundo está en uno de esos procesos de transformación histórica: el sistema económico vigente está mutando. Y esos cambios o transformaciones suelen ser dolorosas, si son radicales. Veamos tres escenarios posibles (hay más, lógicamente) uno el americano e internacional, otro el europeo y, finalmente, el español. Nuestro post de hoy es más largo de lo habitual, pero la ocasión lo merece: queremos dejar clara nuestra posición.
Primer escenario. Después del acuerdo forzado sobre el techo de deuda en USA, los mercados tienen dudas con los Estados Unidos: "La rebaja está motivada porque la consolidación fiscal acordada por el Congreso y la Administración se queda corta, de lo que sería necesaria para estabilizar la dinámica de deuda a medio plazo del gobierno", indicó Standard & Poor's en un comunicado oficial. Esta agencia de calificación crediticia acaba de rebajar la calificación de la deuda de EEUU por primera vez en la historia al pasarla de AAA, la máxima posible, a un escalón menos AA+. Además, la agencia china de calificación Dagong Global Credit ha rebajado la nota de solvencia de EE UU, hasta A desde A+ con perspectiva negativa, al considerar que el acuerdo alcanzado para elevar el techo de deuda no revierte la tendencia de crecimiento del endeudamiento del país por encima del ritmo de su recuperación económica. Con esto queremos decir que, excepto en Asia, concretamente en China, las grandes potencias o bloques económicos industrializados parecen tener problemas económico-financieros con la perspectiva de entrar, de nuevo, en una recesión global que será, necesariamente, sistémica. Y también irreversible. China desea desde hace tiempo la sustitución del dólar como moneda de reserva internacional por los derechos especiales de giro. China, con 1.300 millones de personas y un capitalismo de estado (gobernado por el partido comunista) está buscando el liderazgo político y económico del mundo en el siglo XXI.
Segundo escenario. La situación actual en Europa es complejísima: con unos diferenciales de deuda para Italia y España que rondan los 400 puntos, suponen que ambos países deben pagar tipos de interés por los bonos a 10 años en el entorno del 6%, habiendo llegado al 6,4% en el caso español. Como bien señalaba ayer el Presidente de la Comisión Europea, José Durao Barroso, y hoy mismo negaba el ministro de finanzas alemán, la actual situación ha sobrepasado a los países periféricos de la UE y está alcanzando el corazón de la Unión. Porque, y este es un argumento que nosotros hemos defendido desde hace mucho tiempo, nadie está libre de los ataques especulativos de los mercados. El patrón de ataque es evidente, primero se inventan el acrónimo PIGS, luego utilizan expresiones como los "periféricos", después se transmite al ciudadano una imagen errónea que asocia las políticas de austeridad fiscal con la inmunidad ante esos ataques del lado oscuro financiero. Nosotros defendemos las políticas de equilibrio presupuestario: debes hacerlas por principio, las debes tener en tu ADN fiscal; esto es, si te exigen el 3%, tener tú el déficit cero o incluso superávit. Pero lo que deben tener ustedes claro es que los ataques seguirán existiendo. La diana está puesta en el euro y la Unión Europea. Una vez derribados Grecia, Irlanda y Portugal, el objetivo hasta ayer mismo era España, pero hoy hemos visto como “nos sobrepasaba” Italia, y se está acercando muy peligrosamente Bélgica. Esto supone que el margen de maniobra para Francia, Alemania y el resto de la UE se va estrechando cada vez más, por mucho que lo nieguen los teutones. De hecho, los analistas sitúan ahora en primera línea de intervención a Italia, por encima de nuestro país. El motivo es muy claro si tenemos en cuenta que si bien ambas economías están prácticamente estancadas, con crecimientos mínimos, el porcentaje que representa la deuda pública sobre el PIB es muy superior en el país transalpino: un 120% del PIB frente a un 67% en el nuestro. ¿Cómo hacer frente a esta situación? Creemos que el título de este post es muy expresivo y refleja claramente nuestra posición. Es la hora de que alguien “coja el toro por los cuernos” en España y en la UE, que se enfrente a la situación con realismo. Es el momento de que la Unión Europea se haga creíble, actuando como una unidad, despejando las dudas. Es la hora de los valientes. De los que toman decisiones en beneficio de todos por encima de intereses personales, partidistas o de país. De esos políticos europeos que se den cuenta de que para frenar los ataques de los mercados ya no sirven las medidas neoclásicas de recorte del sector público y liberalización, sino que la única posible es la credibilidad del proyecto político de la Unión Europea. Y eso supone que ante la especulación contra uno de los 27 la actuación debe ser conjunta, unánime y perfectamente visible (otra cosa es que luego haya que “poner orden en casa”, con un férreo control de la política fiscal, aplicando estrictamente las normas del Pacto de Estabilidad, sin posibilidades de relajación). De esos personajes que sepan trasmitir el mensaje de que pase lo que pase la UE va a defender a sus miembros. Es la hora del todos o ninguno –se equivocan los alemanes si piensan que pueden salvarse solos tirando lastre. Para su desgracia en 2000 se embarcaron en el Eurosistema, y aunque aquél barco que parecía el de Vacaciones en el mar se ha convertido en una patera, la única posibilidad de llegar a la orilla es la de remar todos juntos. Alemania no tiene inmunidad ante los especuladores: igualmente podrá ser atacada.
Tercer escenario. Los ataques de los mercados a España son el reflejo de lo que se está haciendo mal en nuestro país y en la UE. La deuda pública española se situará en los 733.428 millones de euros en 2011 --94.661 millones más que en 2010--, lo que equivale al 67,2% del PIB, medio punto por debajo de la previsión recogida en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para este año, que la situaban en el 68,7%. Estamos todavía por debajo de la media europea (80%) y de los principales países de la UE: Francia con un 81,7% en 2010 y Alemania con un 83,2% para ese mismo año. Lo malo de nuestro deuda pública, en relación al PIB, se encuentra en su evolución y no en su cuantía: en 2007 era del 36,1%, en 2008 ascendió al 39,7%, en 2009 fue ya del 54,3 y, en 2010 del 60,1% del PIB. Esto se debe a una enloquecida política de gasto público –no queremos volver a insistir sobre el Plan D-espilfarro, al que ya criticamos muy durante en agosto de 2009- que hizo que pasásemos de un superávit público de un 2,2% del PIB en 2007 a un déficit del 4,1 en 2008 y al 11,1% en 2009. Dicho en cifras redondas, el gobierno dilapidó en dos años 13,3 puntos del PIB, unos 150.000 millones de euros (para que se hagan una idea comparativa, la reducción del sueldo de los funcionarios un 5% ha supuesto un ahorro de 10.000 millones); es decir, una clara muestra de incompetencia fiscal. No parece que esos ataques sean, en consecuencia, muy justificados, sino es por la falta de credibilidad de España por culpa de la imagen que transmiten nuestros políticos por el mundo: escaso talento, precariedad intelectual y nulo liderazgo. España necesita gigantes: estadistas como Sarkozy, Obama o Lula Da Silva, que en las dificultades saben tomar decisiones. Lula en un Brasil en peor situación que nosotros supo tomar el camino adecuado. Hoy Brasil tiene una gran imagen exterior, está metido en todos los foros internacionales y compitiendo (como BRIC) en cuota de mercado dentro de las grandes potencias emergentes. En el caso español parece que por fin nuestras propuestas van calando en algunos miembros de una clase política que hasta ahora ha vivido de espaldas a la realidad enfrascada en sus batallitas por ver quién se hace con la poltrona. Ayer, el Presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, llamaba a un gobierno de concentración nacional –nosotros lo pedimos el 29 de enero de 2010 en este mismo blog- y a la suspensión de la política de “café para todos” de las autonomías –pueden consultar nuestro post del 15 de septiembre de 2008 sobre la propuesta de estado federal reduciendo el número de autonomías-.
Conclusión. Imaginen ustedes que estamos en una isla desierta: un avión se ha estrellado y ha dejado 27 supervivientes. Cada uno de ellos con talentos distintos, con diferentes cualidades, pero ninguno por sí mismo sería capaz de encontrar el camino de vuelta a casa si no tiene la ayuda de los demás. Tienen que entender, primero, que están en una situación de vida o muerte; después deben evaluar correctamente esa situación, comprenderla y poner las bases para salir de ella. Para lograrlo, entenderán que todos se necesitan mutuamente, que todos son necesarios, que (de muchos, uno) no hay nadie se pueda beneficiar individualmente a largo plazo. Y sólo trabajando unidos lo conseguirán.
(A) España necesita una política presupuestaria muy estricta y para ello es preciso interiorizar el concepto de austeridad total, desarrollar una nueva Ley de Estabilidad Presupuestaria que ponga techo al despilfarro autonómico, evitar duplicidades y reordenar el estado autonómico: no puede haber 17 unidades de mercado; debemos ir a un tamaño mínimo eficiente en las corporaciones locales (reduciendo su número); es precisa una reforma más contundente del sistema financiero, que se quiten las restricciones al crédito: el problema de España es de liquidez, no de solvencia; y, finalmente , necesitamos una simplificación del mercado de trabajo (contrato laboral único) .
(B) Para la Eurozona dos ideas: 1ª) Eurobonos que respalden la deuda de los países del Eurosistema y 2ª) Resulta imprescindible un Ministro de Finanzas Europeo que coordine la política económica común. Pero lo más necesario para Europa, lo primero, es estar unidos: en lo esencial, unidad (In Necesariis Unitas, San Agustín). Esto es lo realmente importante, porque como dice el Evangelio según San Mateo: "y todo lo demás se les dará por añadidura".
El futuro de España, de Europa y probablemente del mundo se dirime en estos días. Y solo a los valientes les hará justicia la Historia. El resto pasarán como esos personajes pusilánimes que no supieron anteponer los objetivos generales a sus obsesiones personales.

© José A. Martínez y José L. Calvo, 2011.