martes, 26 de mayo de 2009

Las pensiones en España y la financiación pública de las herencias

El sabio general busca alimento en el enemigo. Un barril de comida del enemigo equivale a veinte barriles de los propios. Un fardo de forraje del enemigo equivale a veinte fardos del propio.

Las pensiones públicas han saltado al terreno de la discusión político-económica en las últimas semanas. Primero fue el Gobernador del Banco de España el que señaló la necesidad de modificar el actual sistema. A sus comentarios le respondió, airadamente, el Ministro de Trabajo. Posteriormente se añadieron a la polémica nuevos políticos, economistas e incluso empresarios. Pero ¿qué hay realmente detrás de este debate?
En primer lugar, es difícil que alguien discuta la necesidad de una modificación del actual sistema de pensiones. Aunque sea por simple lógica matemática, el aumento de la esperanza de vida junto con el mantenimiento de la edad de jubilación han hecho que aumente muy sustancialmente su coste. Como decimos, en este caso la lógica es aplastante: si antes el español medio se jubilaba a los 65 años y vivía hasta los 70 (5 cobrando la jubilación) ahora se jubila a la misma edad pero su esperanza de vida ha llegado hasta los 85 (20 años cobrando). Esto supone un doble incremento: el de las personas a las que hay que pagar una pensión y el del período por el que la cobran. Insostenible salvo que la población ocupada crezca en la misma proporción, algo que no está teniendo lugar. Es por ello que incluso desde el propio Ministerio de Trabajo han surgido propuestas que tratan de ligar la edad de jubilación y la esperanza de vida, o la jubilación voluntaria en algunas profesiones.
Pero hay otro argumento que justifica la reforma y que no ha sido empleado en esta discusión: el actual sistema de pensiones permite a los jubilados vivir sin afectar a su patrimonio. Dicho clara y llanamente, las constantes demandas de mejora de las pensiones pretenden que estas cubran una calidad de vida aceptable sin que los jubilados hagan uso de sus recursos privados, que intentan que pasen íntegros a sus herederos. Es decir, en muchos casos lo que se está demandando es una financiación pública de las herencias privadas. Lo que supone una absoluta contradicción con la racionalidad económica y con lo que sucede en nuestro entorno.
Según la Teoría del Ciclo Vital de Franco Modigliani (1918-2003,) Premio Nobel de Economía en 1985, los ahorros de los individuos son los que posibilitan que estos mantengan una corriente de consumo estable. Para este autor los ingresos presentan una forma de U invertida, de manera que en los primeros y últimos años de su vida los agentes desahorran, mientras que en el período de en medio, el de máxima productividad y en consecuencia mayores ingresos, ahorran. Lo que aplicado al caso que estamos considerando significa que cuando llegamos a la edad de jubilación utilizamos los recursos que hemos estado ahorrando a lo largo de nuestra vida laboral con el objeto de tener un retiro confortable. Un razonamiento económico impecable.
Esto, como decimos, también se puede apreciar si vemos lo que hacen los jubilados americanos o nuestros socios británicos, alemanes, franceses,… que tienden a vender sus posesiones (casas, acciones,…) con el fin de disfrutar de una jubilación cómoda, muchas veces en nuestro país. Eso supone, obviamente, que los herederos deben buscarse sus propios recursos, ya que el patrimonio heredable va disminuyendo a medida que aumenta la esperanza de vida.
Pero, ¿qué se hace en España? En nuestro país por el contrario, se protege la herencia. Veámoslo con un ejemplo. Supongamos un agricultor jubilado que a lo largo de su vida ha acumulado un patrimonio por su trabajo. En este sector por regla general las pensiones son bajas, por lo que siguiendo la lógica que domina en nuestro país demandará una subida de su pensión y todos consideraremos justa su petición, ya que el dinero público que obtiene en la actualidad no le permite llevar una vida especialmente desahogada. Pero ¿qué ocurre con su patrimonio?, pues que se mantendrá intacto. En consecuencia, ¿a quién estaremos realmente beneficiando si aumentamos su pensión? Claramente a sus herederos. Es decir, que el aumento de la pensión de este agricultor adinerado a partir del erario púbico generará un beneficio privado a sus herederos.
Es evidente que no todos los jubilados están en la situación antes descrita. Pero sí lo es que un buen número de ellos tienen unos recursos que han generado a lo largo de su vida laboral. Lo que nosotros proponemos es que disfruten de esa riqueza y que no sea el Estado; es decir todos nosotros, los que financiemos el traspaso de ese patrimonio a sus herederos. En definitiva, aplicar la Teoría del Ciclo Vital de Modigliani. Y eso se puede conseguir por muy diferentes vías: se ha hablado de pensiones privadas, de hipotecas inversas, etc., incluso se ha propuesto un sistema mixto de reparto y capitalización. Pero a lo mejor la solución es más simple y más justa: un sistema de pensiones públicas en el que cobren menos los que más capital poseen. Medida que posibilitará que el sistema sea sostenible y que nuestros mayores disfruten realmente de aquello que tanto esfuerzo les costó conseguir.

© J. A. Martínez y J. L. Calvo 2009

jueves, 14 de mayo de 2009

La no desgravación de 2011 o cómo hablar sin haber revisado los números suficientemente

La victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma continuamente

En el debate del Estado de la nación del día 12 de mayo de 2009 el Presidente Zapatero planteó una medida arriesgada: se trata de que a partir de 2011 desaparezca la desgravación por la compra de vivienda para aquellas rentas superiores a 24.000 euros anuales. Esta medida es, a nuestro juicio, un propuesta poco meditada porque hay al menos dos preguntas que no han sido respondidas por la intervención del Sr. Zapatero: ¿está el Presidente realmente convencido de que con ella en menos de dos años se va a absorber el excedente de viviendas de nuestro país?; la segunda es de mucha más profundidad, porque afecta a esa política social de la que tanto ha hecho gala: ¿está seguro el gobierno que una unidad familiar con unos ingresos brutos de 24.000 euros es rica? En los siguientes apartados justificamos nuestra discrepancia.

Primero. La realidad del parque inmobiliario.
Existe en la actualidad en España un parque de viviendas a la venta próximo al millón. No parece sensato pensar que con la actual atonía del mercado inmobiliario, con una economía con crecimiento cero, con más de cuatro millones de parados y la gran mayoría de las economías domésticas tocadas por la crisis, la amenaza de no poder acceder a una desgravación fiscal futurible vaya a reactivar la demanda. De hecho puede producir un efecto contrario, ya que aquellos especuladores que están jugando a la baja en el mercado esperando que los precios de los bienes inmuebles caigan todavía más, van a seguir esperando a una caída adicional que a buen seguro se producirá a partir de 2011. En esa fecha fatídica los consumidores descontarán del precio que estaban dispuestos a pagar la desgravación que deberían haber obtenido, y, en consecuencia, limitarán más aún su capacidad de endeudamiento y solo estarán dispuestos a pagar los precios que incorporen ese descuento adicional.

Segundo. Contradicciones de la improvisación
El límite que se ha impuesto para eliminar la desgravación es muy discutible. Preguntamos nuevamente: ¿qué asesor del Presidente le ha dicho que una unidad familiar con 24.000 euros anuales es rica? Desde luego no uno que conozca los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE.
Aunque tengamos que romper nuestra tradición, debemos en este caso introducir algunos conceptos técnicos. En los estudios de distribución de la renta, y, en concreto, en los análisis de pobreza, se emplea habitualmente el concepto de Renta por Unidad de Consumo Equivalente (RUCE), que viene a ser una especie de renta neta de cada miembro de la unidad familiar. Para calcularla se coge la renta neta de la familia y se divide en función de los miembros teniendo en cuenta que existen escalas de equivalencia; es decir, que no todos gastan lo mismo y que de hecho hay gastos que por ser comunes producen economías de escala en su consumo. Las escalas de equivalencia más empleadas son las de la OCDE corregidas, que asignan el valor 1 al primer miembro del hogar, 0,7 al segundo adulto y 0,5 a cada uno de los miembros menores de 16 años. A partir de aquí se calcula la RUCE y se establece la línea de la pobreza como el 60% de la mediana.
Salvado el escollo teórico volvamos a la práctica. Según la ECV de 2007 la RUCE se situaba en España en los 14.700 euros anuales, alquiler imputado de la vivienda incluido, por lo que la línea de la pobreza estaba en los 8.834 euros. Cojamos ahora un ejemplo de la propuesta del Sr. Zapatero. Supongamos una familia de cuatro miembros, padre, madre y dos hijos menores, con unos ingresos de 24.000 euros anuales. Aplicando la escala de la OCDE (2,7) nos encontramos con que la RUCE de cada miembro de esa familia es de 889 euros, escasamente por encima de la línea de la pobreza. Y eso que hemos utilizado los ingresos brutos y no los netos, ya que si hubiésemos empleado estos últimos la familia caería dentro del colectivo de pobres.
Es decir, que nadie puede defender que una familia compuesta por personas que apenas superan la línea de la pobreza es lo suficientemente rica como para eliminarla del grupo con derecho a desgravación. Por el contrario, un individuo que vive solo y tiene unos ingresos de 23.900 euros (y en consecuencia una RUCE de 23.900) sí tiene derecho a desgravar en sus impuestos la futura hipoteca de la casa que se compre. Estas medidas hay que pensarlas mucho antes de tomarlas porque si no incurriremos en contradicciones estratégicas de política económica.

Tercero. La economía es sencilla pero no simple.
Queremos dejar constancia de que estamos a favor de que exista una relación inversa entre las deducciones fiscales por la compra de vivienda y los ingresos de las familias, de forma que desgraven menos quienes más rentas obtienen. Pero antes de hacer una propuesta concreta hay que tomar en cuenta muchos aspectos.
De todas formas, estamos prácticamente seguros de que esta medida no se llevará a efecto. Dos consideraciones avalan este supuesto: en 2011 estaremos a menos de un año de las nuevas elecciones, y no creemos que se aplique una medida tan impopular entre las clases medias; y en segundo lugar que ni siquiera estamos hablando de clases medias, sino de familias que están rozando la línea de la pobreza.

Conclusión

Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en su novela El gatopardo ponía en boca de Fabricio Corbera, príncipe de Salina, la siguiente máxima: "Si queremos que todo siga como está, algo debe cambiar".O lo que es lo mismo: si algo funciona no lo cambies. Porque o hablamos de una revisión profunda, justa, equitativa y con sentido del IRPF, o mejor no tocarlo.

©Martínez y Calvo

lunes, 11 de mayo de 2009

Cuidado con la ley del péndulo

Método de atacar las ciudades fortificadas: en disponer de las torres de asedio y de los vehículos armados se tardará tres meses…. Si el general no logra vencer su ira y les obliga a que trepen como hormigas, morirá un tercio de los soldados y de los oficiales, pero no se logrará tomar la ciudad. Será un ataque desgraciado.
Las últimas noticias aparecidas en la prensa parecen dar un respiro a la economía española: el EURIBOR se ha situado en el 1 por ciento, su nivel más bajo desde su nacimiento, con lo que ello supone de reducción de la presión que las hipotecas ejercen sobre los presupuestos de las economías domésticas; se ha reducido el crecimiento del desempleo, que en el último mes de abril fue de algo más de 39.000 personas, lo que supone un tercio del incremento que se produjo en el mes de marzo, y la confianza de los consumidores mejora, con más de la mitad de las familias españolas considerando su situación económica buena o muy buena, según una encuesta publicada el fin de semana pasado. Todos estos síntomas, como decimos, parecen señalar en la dirección de que la crisis económica empieza a perder ese tinte apocalíptico que algunos medios de comunicación y partidos políticos le adjudicaban.
Pero si bien la mejoría es real, nos da miedo, auténtico pánico, que tanto las economías domésticas como el gobierno caigan en el optimismo. Que el péndulo oscile ahora hacia el otro extremo y que esos brotes verdes que el Presidente anuncia sean interpretados como el comienzo de una cosecha sana y muy productiva, como el fin de la crisis. Porque, utilizando un símil médico, el enfermo/España ha experimentado una ligerísima mejoría, pero su situación sigue siendo muy grave y sus posibilidades de abandonar la UCI son, por ahora, prácticamente nulas.
La reducción del EURIBOR hasta sus límites históricos sumado a la caída del precio de la vivienda experimentado en el último año y medio podrían hacer pensar a las economías domésticas y a los bancos que lo más grave ha pasado y que ha llegado el momento de volver a nuestra práctica tradicional: adquirir una vivienda para unos; y prestar y obtener pingües beneficios a partir de las hipotecas para los otros. La justificación es clara: las viviendas han disminuido su precio con lo que se han convertido en más accesibles; y la capacidad de endeudamiento ha mejorado, porque la cuota que hay que pagar por el mismo capital es muy inferior a la que se debía abonar hace, por ejemplo, un año.
Seguir este razonamiento supondría cometer un error gravísimo. Como señalan tanto Friedman con su teoría de la Renta Permanente como Modigliani con la del Ciclo Vital, lo importante para determinar la capacidad de consumo de los individuos no son las rentas corrientes sino la actualización de la corriente de rentas pasadas y futuras al momento actual. Dicho claramente, que no es bueno basarse en los tipos de interés actuales para endeudarse, porque a poco que la situación mejore y que la economía española empiece a despegar nos vamos a encontrar con tipos de interés que volverán a situarse en el entorno del 5-6 por ciento, a lo que habrá que sumar el efecto que tenga el déficit público que vamos a heredar, que probablemente esté próximo al 10 por ciento del PIB. Es decir, que si nuestra cuota actual es de 1.000 euros debemos pensar que en dos o tres años será de 1.500
El otro gran temor es la actitud del gobierno. Como ya hemos dicho anteriormente, creemos que la posición del actual gobierno del Sr. Zapatero es la del “surfista”. Es decir, está con la tabla esperando la “gran ola de recuperación” que llegará de EE.UU o del resto de Europa y que nos permitirá remontar la crisis subiéndonos en ella. En esa medida cualquier dato positivo le permitiría reforzar esa idea y no acometer las reformas que tanto necesita nuestra economía: la genérica de cambio de mentalidad; la de la transformación del modelo de crecimiento desde el periclitado del “ladrillo” a otro basado en la innovación y las TICs; la flexibilización del mercado de trabajo –que nuevamente no quiere decir despido libre sino libre contratación entre trabajadores y pequeños empresarios, sin necesidad de la intervención de unos sindicatos obsoletos que desde luego no son sindicatos de clase como pretenden hacer creer-; y la reforma de la educación para adecuarla a las necesidades del mercado, entre otras.
En definitiva, agradecemos las noticias que nos hacen ver con cierto optimismo el futuro. Pero esperamos que tanto las economías domésticas como el sistema financiero y el gobierno no sucumban a la alegría y piensen que lo peor de la crisis ya ha pasado. Volviendo al símil médico: al enfermo le hace falta todavía mucha cirugía.