martes, 14 de diciembre de 2010

Los Ojos de Ángela 2ª parte: (a favor y en contra de Merkel )

Hay que dejar una salida a un ejército rodeado.

Chiste sobre la profesión: coja dos economistas y plantéeles un problema del pasado. Al rato le vendrán con tres soluciones, ninguna de ellas factible. Algo similar dijo de Keynes el Presidente Roosevelt.
La actual situación de crisis económica está dando origen a un debate económico que hacía mucho tiempo que no era tan rico. Resumiendo mucho, muchísimo, y simplificando aún más se puede decir que hay dos posturas: los que abogan por políticas expansivas para ver si “conseguimos ir tirando” hasta que la situación se despeje; y los que optan por realizar los ajustes ya, aunque estos sean muy duros. En los primeros podrían encuadrarse los PIGS de la Unión Europea –Portugal, Irlanda, Grecia y España- hasta que se han dado de frente con la realidad de los mercados; y los segundos están capitaneados por Ángela Merkel. Y como no podía ser de otra forma cuando se junta a dos economistas, las posturas en este blog están enfrentadas. Por ello hemos optado por exponer nuestros argumentos a favor y en contra de una postura, la de la canciller alemana.

A favor de Merkel. Es la máxima expresión de la lógica teutónica. Esquematizando:
* El que disfrutó de la fiesta que la pague. Hasta 2007 la UE vivió una situación de crecimiento sostenido que parecía la “fiesta de la alegría y el buen vivir”. Todos participamos de ella. Hicimos un fondo común y si bien no todos poníamos lo mismo, nadie se quejaba. El problema surge cuando en septiembre de ese año estalla la crisis inmobiliaria americana y se contagia al resto del mundo. Algunos decidieron que la fiesta se había acabado y había que volver a trabajar; otros, los PIGS, optaron por pedir prestado y seguir de juerga hasta que ya no pudieron pedir más. Y ahora vienen y quieren que sus deudas se paguen entre todos. No parece que tenga mucho sentido dice Merkel y yo lo comparto.
* Si al final tengo que pagar la juerga, por lo menos elijo la música. Si, como está sucediendo, Alemania y Francia tienen que poner el dinero para salvar de la bancarrota a los países europeos en dificultades, lo lógico es que la política económica de estos esté orientada por los pagadores. No sea que se les vuelva a ocurrir falsificar las cuentas, bajar impuestos u otro Plan E.
* No muerdas la mano que te da los beneficios. Esto va dirigido a los bancos e inversores/especuladores. Si los mercados presionan excesivamente a los países deudores es posible que acaben generando problemas de solvencia. Y Alemania no va a pagarlo todo. Si la situación llega a su límite y España entra en problemas de pago de su deuda la UE no lo podrá asumir y los inversores/especuladores deberán hacer quitas. Dicho en castellano: si ordeñáis demasiado a la vaca os podéis quedar sin leche y sin vaca.
* Os hemos salvado el c… asique no os paséis. Este mensaje también va para el sector financiero, y se suma al anterior. El sistema no ha quebrado porque los estados se han endeudado para sostenerle. Ahora se le solicita colaboración o al final será forzosa (porque la deuda que tienen no va a valer ni el papel en la que está escrita).
* Por último, y para no extenderme, hay también un cierto componente de venganza personal contra el presidente español. Nuestro genio de la diplomacia se atrevió a llamarla fracasada; imagino que en las reuniones de la UE se lo recordará al triunfador Zapatero.
Resumiendo, no creo que Merkel esté anteponiendo los intereses alemanes a los europeos. Simplemente lo que está intentando es introducir racionalidad en una Unión Europea que por haber carecido de disciplina fiscal se encuentra en la actualidad en una situación altamente complicada que afecta a todos, incluida Alemania.
¡Ah!, y apelar a estas alturas a la solidaridad europea es cuando menos atrevido, sobre todo si uno es el hijo pródigo y se ha gastado toda la herencia. Tuvo suerte el de la parábola de ser mediterráneo y no alemán, o mi hermano. Yo le habría puesto a trabajar para que volviera a ganarse su parte del legado.

En contra. La verdad de Ángela.
Al grano: lo que ocurre es que nuestra deuda (por cierto, financiada por los alemanes), ha producido un efecto multiplicador en el producto interior bruto alemán, en su renta por habitante y en el ahorro de sus familias y todo ello gracias a los PIIGS, grupo de países que les han permitido mantener su excedente comercial. Es cierto que los alemanes son grandes ahorradores y los periféricos, no tanto quizás, pero estos últimos han propiciado que Alemania sea un colosal exportador mundial. ¿Quién es el sospechoso habitual: el que prestó o el que recibió? La verdad de Ángela es que teme que sus bancos tengan problemas, porque fueron ellos los que adquirieron la deuda pública española y de otros periféricos y que si no se paga, le va a terminar afectando a ella. Ángela !esto es lo que tiene el feudalismo económico!
Y en esas estábamos cuando surge una voz inquietante: "Sería muy fácil relacionar las fechas en las que se agrava la volatilidad de los mercados con algunas declaraciones públicas realizadas en el ámbito europeo (por Ángela) porque nada ha cambiado en los fundamentales de nuestra economía ni en los de la de otros países vecinos", apuntó Elena Salgado en referencia indirecta a las manifestaciones de Merkel. Nosotros no queremos saber de rumores o de comentarios simples: no sabemos (ni nos importa) si alguien, en Alemania, filtra rumores sobre lo que piensan hacer, creando de esa forma incertidumbre en los mercados financieros, para finalmente tomar determinadas decisiones que "controlen" a los mercados nerviosos y a los especuladores. No queremos ni pensarlo. Pero lo que sí creemos es que Merkel debería contar a sus paisanos que el crecimiento económico (4%) de su país, en los últimos tiempos, se debe al modelo de ampliación que Alemania ha impuesto en la UE, desde el principio y que aquí hemos llamado feudalismo económico. Es verdad, que los nuevos en entrar en la UE nos hemos beneficiado, en cierta medida, de la Unión, pero siempre hemos pensado en un proyecto unido. En conclusión: más allá de los intereses de Ángela y de los de Alemania, lo importante, es el euro y la Unión Europea . Eso es lo que Ángela debe entender.

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

martes, 30 de noviembre de 2010

Los Estados Unidos de Europa

En cuanto la tropa se halle fuertemente unidad, el valiente no tiene ocasión de avanzar solo, el cobarde no tiene ocasión de retroceder solo. Este es el método para emplear a muchos hombres.

Uno de los comentarios en el blog nos pedía nuestra opinión sobre la actuación de la UE y si realmente el futuro de Europa pasa por la creación de unos Estados Unidos de Europa (EUE). Nuestra opinión es claramente favorable a esta alternativa. De hecho, creemos que solo existen dos salidas posibles a la actual encrucijada que vivimos los europeos: o los EUE o bien la desaparición del euro y de la propia Unión Europea. Nos explicaremos.
Los gobiernos tienen esencialmente dos instrumentos para regular la actividad: la política monetaria y la fiscal. La primera ya es común en la zona euro desde la implantación de la moneda única; la segunda tenía unas reglas que si bien permitían cierta discrecionalidad obligaban a no superar un déficit público del 3% del PIB. Pero la crisis ha hecho saltar esta regulación. Y sin una política fiscal única es imposible la UE a nuestro juicio.
Las políticas fiscales de los países de la Unión para hacer frente a la crisis han demostrado que el actual sistema no funciona al menos por dos motivos: en primer lugar, porque cada país ha adoptado la que más le convenía en función de sus intereses, sin ningún tipo de coordinación inicial; y en segundo lugar porque permitir que se rompiera esa disciplina presupuestaria ha dado origen a auténticas aberraciones –sí, lo reconocemos, volvemos a criticar el Plan E de estupidez- y a déficits de muy difícil asimilación.
Los países con una economía fuerte, fundamentalmente Alemania pero también Francia, han optado por políticas económicas del más puro estilo monetarista/neoliberal. Desde el comienzo eligieron el ajuste presupuestario. Probablemente la hiperinflación alemana del período de entreguerras del siglo XX esté tan grabada en el ADN de este país como para que prefieran los ajustes duros a corto plazo. Este mismo modelo es el que han impuesto al final al resto de miembros de la Unión, lo que parece lógico si tenemos en cuenta que son ellos los principales “donantes” para salvar a aquellos que han caído no por el ataque de los mercados sino por su propia ineficacia para atajar los efectos internos de la crisis.
Antes de continuar queremos detenernos en este último punto, ya que últimamente estamos asistiendo a una campaña orquestada por los partidos en el poder de los países en dificultades, los PIGS, que viene a decir que “no es mi culpa, todo se debe a la insaciabilidad de los especuladores”. Pues bien, estos últimos no hacen otra cosa que aplicar pura y duramente las reglas del capitalismo que todos ellos han aceptado y que incluso defienden a ultranza. Pedirle a los inversores/especuladores que no se lancen contra la deuda de las economías más expuestas es como pedirle a un tiburón que no devore la carnaza cuando ve sangre. “Si no quieres que te devoren no hagas sangre” sería la mejor respuesta a esta campaña.
Y es aquí donde surge el segundo de los argumentos en contra de la actual situación de la UE y en defensa de unos Estados Unidos de Europa. Es imposible que no se produjese una situación como esta cuando cada gobierno tiene una política fiscal autónoma. Así por ejemplo España dilapidó en un solo año 15 puntos porcentuales del PIB, aproximadamente 150.000 millones de euros, pasando de un superávit del 3% a un déficit del 12. Y todo ello porque el gobierno consideró que la crisis era pasajera y que lo que había que hacer era una política expansiva al más puro estilo de la frase de Keynes de que “unos hagan agujeros y otros los tapen” (esto es lo único que han debido leer de Keynes) a la espera de “tiempos mejores”. Para cuando se demostró que la crisis iba mutando, que se trasladaba del sector inmobiliario al financiero y luego al real, ya nos habíamos metido en un problema muy difícil de superar sin realizar ajustes rigurosos en materia presupuestaria y acometer las reformas necesarias que incrementen nuestra competitividad. (Por cierto que ¿qué deberes ha hecho el gobierno aparte de congelar las pensiones y reducir el sueldo de los funcionarios? A nuestro juicio ninguno, porque la reforma laboral está parada y del resto ni se habla. La UE, con un comisario del PSOE a la cabeza, ya se las reclama).
La disciplina presupuestaria, y en esa medida políticas fiscales controladas por un órgano supranacional, es fundamental si se quiere que Europa funcione como una auténtica unidad, al igual que ya hemos hecho con la política monetaria. De lo contrario tendremos el caos actual y los ataques sobre la moneda única continuarán cada vez que a un gobierno opte por políticas que incrementen el déficit público ad infinitum. Unos Estados Unidos Europeos con las dos principales políticas centralizadas, la monetaria y la fiscal, son imprescindibles para la supervivencia de Europa como “confederación”.
Por cierto, que esto mismo se aplica en España. Ayuntamientos y Comunidades Autónomas no pueden “campar por sus respetos” generando déficits que luego son incapaces de absorber. El rigor presupuestario se les debe aplicar también. Y aunque esta vez tiremos piedras contra nuestro tejado, para ser coherentes lo debemos de decir: los madrileños elegimos al faraón Gallardón y deberemos pagar sus deudas.

© José L. Calvo y José A. Martínez

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los ojos de Ángela o la crisis para quien la genera: que también la paguen los grandes inversores

Cuando no ve ninguna ventaja en la acción, permanece inamovible como una montaña, aunque sus adversarios intenten atraerla con engaños a salir

La Unión Europea tiene un problema grave. Irlanda abre una nueva entrega en esta interminable serie de despropósitos que es la gestión de la política económica de la zona euro. En las últimas horas se está poniendo en tela de juicio incluso la supervivencia de la Unión Europea.
Como era de esperar, la reunión del G 20 no ha servido para nada. O quizás sí, para demostrar que no hay una posición común para afrontar la crisis, que cada país buscará sus soluciones incluso dentro de la Unión Europea, y señalar de qué lado está cada gobierno. Dos posiciones extremas se han manifestado en este último punto: la de la canciller alemana Angela Merkel afirmando que el sector privado deberá asumir parte del coste de la deuda en el caso de que se den situaciones de fallidos en algunos países, y la del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que rápidamente ha salido a contestarla. Lo sorprendente de las propuestas de estos dos líderes es cómo encajan en la orientación política que teóricamente tienen sus gobiernos.
Desde la derecha en el poder en Alemania se propone una medida que todos los ciudadanos apreciamos por su lógica: si el sistema financiero y los grandes inversores han tenido una gran relevancia en la explosión de la actual crisis, lo sensato es que también asuman una parte importante de su coste. Por ello, y dado que son los mayores tenedores de Deuda de los Estados, lo que propone Merkel es que si un estado fuera a la quiebra los inversores asumieran una parte de las pérdidas generadas y condonaran una parte de esa Deuda –lo que se denomina técnicamente una quita-.
Como decimos, es pura lógica la que hay detrás de esta propuesta. La secuencia temporal sería la siguiente: el sistema financiero ha actuado bajo riesgo moral, es decir, independientemente de las consecuencias de sus acciones, en el convencimiento de que los estados siempre estarían ahí para salvarlo. De hecho es lo que ha pasado, ya que el sector público ha acabado asumiendo las pérdidas que sus inversiones irresponsables generaron. Para financiarlo emitió Deuda que compró el sistema financiero con el dinero que les habían prestado los gobiernos. Y, finalmente, se han dedicado a especular contra esos estados jugando con la Deuda emitida. El planteamiento de Merkel es lógico: ojito con morder la mano que os ha sacado del atolladero, porque si con vuestras especulaciones ponéis en peligro a los estados que os salvaron os lo haremos pagar. Más aún quienes, como Alemania o Francia, deberán ser los que pongan los recursos necesarios para sacar de la crisis a los PIGS. La postura de la canciller es la misma, en este contexto, que la de los economistas aterrés franceses.
En el otro rincón, un presidente de un gobierno teóricamente de izquierdas en contra de esta medida y, en consecuencia, en defensa de los grandes inversores y las grandes instituciones financieras nacionales e internacionales. La posición de Zapatero podría sorprender, si no fuera porque sigue una línea muy clara: se ha opuesto a introducir un impuesto sobre las transacciones bancarias al estilo de la tasa Tobin; para reducir el déficit ha congelado las pensiones y subido los impuestos más regresivos, el IVA, pero en ningún momento ha considerado la posibilidad de variar la tributación de los grandes poseedores de renta, y en especial de las SICAV –Sociedades de Inversión de Capital Variable donde tienen su capital “pequeños ahorradores” como Amancio Ortega, Alicia Koplowitz, Ramchand Bhavnani, Juan Abelló, Rosalía Mera, Manuel Jove……que tributan al 1%-. De esta forma…. te sientes del Atleti.
Solo hay un argumento que permita defender la posición del presidente español y no le deja en muy buen lugar: está tan aterrado ante la posibilidad de que España sea uno de esos países que declare la quiebra y, al mismo tiempo, está tan en manos de esos grupos de inversores/especuladores que detentan la Deuda, que la sola posibilidad de que estos no fueran a cobrar todos los intereses puede provocar justamente lo primero: la quiebra. En esa medida no le queda más opción que garantizar que “vamos a pagar” aunque ello suponga costes sociales importantísimos como destruir el Estado del Bienestar.
La Unión Europea ha intentado en los últimos días contener el rebrote de la crisis de deuda soberana con un mensaje en el que dicen que el Fondo Europeo de rescate no incluye ningún coste para los inversores en bonos de países de la zona euro, pero deja abierta la posibilidad de que en el futuro podría haber un coste para los bonistas. Puesta así las cosas lo que se transmite es desconfianza a los mercados al no haber una postura única en Europa: cada uno va por su lado.
Esta crisis ha cambiado el mundo para siempre porque, al final, está demostrando que esa sociedad idílica que había superado la confrontación social y en la que todos viviríamos felices con un crecimiento sostenido dentro de la economía social de mercado era una entelequia. Los ricos son ahora más ricos que antes de la crisis y desean serlo aún más a costa del resto; los pobres volvemos a ser obreros y pobres; y los gobiernos están liquidando, por voluntad propia o exigido por otros, el Estado del Bienestar. Y es que, como en la famosa película "Los ojos de Julia", una persona ciega se enfrenta al peligro: Europa (Ángela Merkel) está ante la incertidumbre.
A lo mejor habrá que desenterrar otros “viejos fantasmas” que parecían dormir en el olvido, para recorrer Europa.

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una pequeña lección de economía: el sistema financiero y la eficiencia de los mercados

"Si el ejército no tiene disciplina, quiere decir que el general no es tomado en serio, porque si el general carece de autoridad, el ejército se halla en desorden".

Carl Menger (fundador de la escuela austríaca de economía) publicaba en 1871 los Principios de Economía Política donde defiende la naturaleza caótica de lo económico. Ludwig von Misses y Friedrich Hayek (Premio Nobel en 1974) argumentaban que un Estado que dirige su economía desde el centro tenderá a su desaparición porque nunca tendrá información suficiente acerca de lo que impulsa a los ciudadanos individuales a tomar sus decisiones.
En los últimos meses hemos podido ver cómo un fantasma recorre Europa: el fantasma del neoliberalismo. Bajo ese término se esconde una ideología que se asienta en el postulado básico de que los mercados son eficientes en la asignación de los recursos y por ello predica una reducción drástica del sector público, con la privatización de la mayoría de sus servicios, y la introducción de una ilimitada competencia en los mercados, flexibilizándolos y eliminando cualquier regulación, ya sea en el mercado laboral, el financiero, o los de productos… Esta corriente, que nació en Austria, defiende el individualismo y la idea de que la economía es arte, quizás más que ciencia, por eso insisten en que los individuos sean libres para tomar decisiones: el famoso "laissez faire". Este planteamiento dirige la política económica defendida por la canciller alemana, Angela Merkel, los conservadores británicos de David Cameron o Mariano Rajoy en el PP español, y fue la semilla del reaganismo y del thatcherismo.
Tres hechos queremos destacar en relación a esta doctrina: en primer lugar el error de hacer equivaler mercado y eficiencia; en segundo término la inaplicabilidad de esa equivalencia a los mercados financieros; y en tercer lugar el hecho de haber introducido criterios políticos en la Economía. Comenzaremos por este último.
Durante el siglo XX la Economía con mayúsculas se vanaglorió de ser una “ciencia exacta”. Tanto la Microeconomía como la Macroeconomía utilizaron modelos matemáticos muy sofisticados para obtener las leyes que gobiernan el comportamiento económico de los agentes y mercados, intentando convencer a la opinión pública de que estaban mucho más cerca de la Física que de ciencias sociales como la Sociología o la Psicología. Se podían obtener así resultados irrefutables, como la Ley de Say, equiparables a la distancia al Sol o la ley de la gravedad.
El problema es que esos modelos de la Teoría Económica solo han servido para predecir el pasado –han leído bien-. La reaparición del neoliberalismo y la introducción de fuertes componentes ideológicos y de modelo de sociedad en su planteamiento han servido, al menos, para devolver a la Economía a donde pertenece: al “saco” de las ciencias sociales en las que sus leyes no son inalterables sino que se ajustan a cada momento y situación concreta. Por eso discutimos de política económica, porque no siempre sirve la misma, y como ya hemos comentado en este blog la propuesta neoliberal puede provocar un empeoramiento de la crisis, además de destruir el Estado del Bienestar.
La primera de las cuestiones planteadas hace referencia al supuesto de que la asignación de los recursos producida por el mercado es la más eficiente posible. A veces, cuando oímos a ilustres economistas como Robert Lucas o en su momento el difunto Milton Friedman nos entra la duda de si su nivel profesional deja mucho que desear o, por el contrario, tratan de engañarnos. Nosotros suspenderíamos a cualquier alumno de primero de Economía que dijese que la asignación de mercados oligopolísticos, con información imperfecta e incertidumbre es óptima. La eficiencia tan solo es posible en mercados perfectos: en competencia perfecta, con información perfecta y con perfecta certidumbre. Y esos mercados, como nuevamente sabe hasta un alumno de primero, no existen en la realidad. Hay que introducir muchos ceateris paribus para lograr la eficiencia. Por eso, afirmar que los mercados reales son eficientes es una falacia que, nuevamente, está teñida de ideología.
Por último, las reglas de funcionamiento de los mercados de productos no pueden aplicarse al mercado financiero. En el caso de este último, cuando el precio aumenta la demanda no disminuye como regla general, sino que muy probablemente se incrementa. El motivo está en que el alza del precio supone un incremento del rendimiento de los poseedores de activos, lo que atrae a nuevos compradores, reforzando el aumento de precio. Es lo que nuestros colegas franceses aterrés denominan los feedback positivos, que agravan los desequilibrios y que provocan burbujas especulativas: alzas de precios que se retroalimentan. Algo muy similar a lo que ocurrió con la burbuja inmobiliaria en nuestro país, donde el valor una vivienda no tenía nada que ver con su precio, que crecía y crecía ante el comportamiento especulativo de todos los agentes.
Es por estos motivos por los que es absolutamente necesario regular el sistema financiero en lugar de dejarlo “campar por sus respectos” como propone el neoliberalismo. Porque la banca y el resto de los agentes financieros han dejado de cumplir su labor, transferir los recursos desde las unidades de gasto con superávit a las que tienen déficit y financiar las actividades de la economía real. Por el contrario, se han dedicado a especular no con sus recursos sino con los de todos nosotros, los depositantes, a sabiendas de que si salía mal los estados tendrían que intervenir para que el sistema económico no se colapsase. Y encima ni nos han pedido permiso.
Unos fantasmas recorren Europa: los economistas neoliberales. Si los ven llévenlos a cualquier facultad de Economía para que estudien las lecciones iniciales de nuestra “ciencia”.

© José L. Calvo y José A. Martínez ,2010.

martes, 2 de noviembre de 2010

Los economistas franceses aterrados, los economistas españoles callados

De cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades.

Las autoridades y expertos económicos de los países que estamos sufriendo la actual crisis económica parecía que habían llegado a una especie de “pensamiento único” para afrontarla: después de un inicio de políticas neo-keynesianas que trataron de aliviar sus efectos más inmediatos en el convencimiento de que era pasajera, los elevados déficits públicos impusieron –a los PIGS nos lo han impuesto desde fuera, como ha dejado muy claro un asesor de Obama- la necesidad de llevar a cabo ajustes liberalizadores de las economías y muy especialmente de los gastos públicos. El supuesto sobre el que se basan es la eficiencia de los mercados en la asignación de los recursos, por lo que el objetivo debe ser volver a déficits controlables para que el sector público “no moleste” –en términos técnicos hablaríamos de crowding out- y permitir así el libre funcionamiento del mercado.
Pero no es todo tan sencillo. La unanimidad no existe en la doctrina: el profesor Krugman encabeza una visión contraria a esa "moda pasajera de Gente Muy Seria a propósito de que todo el mundo tenía que equilibrar sus presupuestos". La Catedrática de Berkeley, Christina Romer, que ha sido Presidenta del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Obama insiste en que este no es el momento de reducir el déficit. Antón Costas, Catedrático de Política Económica de la UB, señala que los recortes en salarios y gastos sociales "castigan a clases medias y trabajadoras". La economista del Peterson Institute, Reinhart, opina que "Alemania condena a la UE a graves problemas".
La austeridad fiscal es necesaria, y la eficiencia, pero no debe llevarse a los límites de la obsesión como ocurre en Alemania, a dar origen a afirmaciones tan ultraliberales como las de Robert Lucas que ha manifestado que "España debe dar un paso atrás en el Estado del Bienestar" o a actuaciones como las del Reino Unido donde los conservadores están utilizando esta coyuntura para reducir drásticamente ese Estado del Bienestar.
Nosotros, como buena parte de la profesión, creemos que la polémica suscitada tiene mucho de ideología. En realidad, se están enfrentando nuevamente las dos concepciones que dominan la socio-economía: el ultraliberalismo de la mano invisible de Adam Smith, donde el mercado domina plenamente la actividad económica y el estado “molesta”; y una visión más social –próxima al keynesianismo- donde el estado debe tener un papel activo tanto en el control de la economía como en la provisión de bienes -Estado del Bienestar-.
En medio de este debate político-académico ha surgido una iniciativa de un grupo de profesionales franceses, principalmente economistas universitarios, que han lanzado un manifiesto -http://www.atterres.org/- en el que ponen en duda las políticas económicas que se están aplicando ya que “…reencontrar la senda del crecimiento no es ya su prioridad política. Se trata de un objetivo alternativo: la lucha contra los déficits públicos…” para imponer “…una forma de dictadura de los mercados en todas partes, y especialmente hoy a Portugal, España y Grecia”, ya que “La lógica neoliberal… fundada sobre la hipótesis de la eficiencia de los mercados financieros, predica la reducción de los gastos públicos, la privatización de los servicios públicos, la flexibilización del mercado de trabajo, la liberalización del comercio, los servicios financieros y los mercados de capitales, el incremento de la competencia en todas partes y en todo momento”. Y es esa lógica la que se ha impuesto como solución a la crisis económica.
No vamos a entrar aquí a discutir en profundidad sus diez falsas evidencias y las 22 medidas por ellos propuestas, pero sí queremos insistir sobre algunos de los puntos que señalan y que “ponen el dedo en la llaga”.
Las economías europeas nos estamos comportando con el sistema financiero como el famoso “tonto de Abundio”: estamos dándole dinero barato a través del Banco Central Europeo (BCE) para sanear sus finanzas, y una vez hecho esto los bancos le prestan a los estados ese mismo dinero para financiar sus déficits públicos comprando la Deuda, naturalmente a tipos de interés superiores. Incluso con ese dinero se permiten realizar movimientos especulativos contra algunos países para que esos intereses de la Deuda sean más elevados.
Con este tipo de medidas la gran banca y los especuladores ganan por partida doble: primero “socializando” sus pérdidas y haciéndonoslas pagar a todos, y luego "represtándonos" el dinero que nosotros les hemos tenido que ceder para que el sistema financiero no colapse. Una genialidad del diseño de la política económica europea, que como muy bien señalan nuestros compañeros franceses se podría haber evitado con una banca pública o con la financiación de los déficits por la vía del BCE –siempre bajo un control estricto de los gastos públicos para evitar acciones tan estúpidamente derrochadoras como el Plan E, el cheque bebé…-.
La segunda de las grandes conclusiones es que existe otra política diferente a la de reducir el gasto público para contener el déficit. La única medida que se ha adoptado en todos los países de la UE ha sido la de hacer pagar la crisis a los que menos capacidad tienen para defenderse –funcionarios y pensionistas- o reduciendo la inversión. La visión alternativa de los “economistes atterrés” se basa en una palabra que realmente aterra al pensamiento liberal, SOLIDARIDAD, y en la idea de que pague más quien más tiene. Para ello es posible incrementar los ingresos –introduciendo impuestos sobre los que más poseen o una tasa sobre los movimientos financieros especulativos (semejante a la tasa Tobin) y no necesariamente subiendo el IVA, un impuesto regresivo que nuevamente repercute más a los de menores ingresos- y reordenar la Deuda pública, imponiendo un plazo más largo para los grandes inversores, que cobrarán cuando la economía transmita signos de mejora.
Al final, lo que nuestros colegas plantean es que la crisis ha dejado en evidencia que la Unión Europea está diseñada no sobre los principios de la SOLIDARIDAD sino sobre los intereses particulares y la imposición de políticas neoliberales, bajo el falso supuesto de que el mercado es la mejor forma de asignación de los recursos. Por esta vía le será fácil a los actuales y futuros gobernantes de derechas desmontar el estado del bienestar que a lo largo de las últimas décadas y con tanto esfuerzo hemos ido construyendo en todos los países europeos.
Lo sorprendente de todo esto es que los economistas franceses están defendiendo al Sur- ellos muy educadamente no nos llaman PIGS como los británicos- mientras que nosotros –profesionales, profesores, políticos o sindicalistas- permanecemos callados y apocados. Es como si el neoliberalismo ya nos hubiera vencido en el debate de las ideas y solo le quede hacerlo pronto en las urnas.
Pues bien, nosotros, que ya hemos manifestado nuestro apoyo a la iniciativa “aterré”, queremos aportar nuestro pequeño granito a esta discusión recuperando una vieja máxima del anarco-comunismo que es a la vez un pequeño homenaje a la persona más coherente que hemos conocido y que acaba de fallecer: de cada uno según sus posibilidades y a cada uno según sus necesidades. Lo mismo que los americanos reclaman la cordura en la política, nosotros reclamamos la SOLIDARIDAD, y también la sensatez, en la política económica europea y española. Porque de no ser así habrá que hacer buena la predicción de Krugman de que con esa política económica capitaneada en Europa por alemanes e ingleses, es posible que "en 2011 Reino Unido se parezca a sí mismo en 1931, o a EEUU en 1937, o a Japón en 1997".
Está en juego mucho más que la salida a la crisis económica provocada por la “eficiencia” de los mercados financieros internacionales. La Unión Europea tiene que decidir entre aplicar políticas neoliberales y ser la “Europa de los mercaderes” o bien la convertirse en la “Europa de los pueblos” guiada por el principio de la solidaridad.

©José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

lunes, 4 de octubre de 2010

El final de un modelo sindical

Saber cuándo se puede y no se puede luchar, conduce a la victoria. Saber cómo utilizar un ejército grande o un ejército pequeño, conduce a la victoria.

Como cabía esperar, al final de la jornada de huelga general del pasado 29 de septiembre el resultado fue de empate. Pero, al igual que sucede en todos los actos en los que intervienen políticos o sindicalistas, todos y cada uno ganaron (¿se han dado cuenta de que en las elecciones todos ganan? Si no es en votos es en número de diputados, en porcentaje de voto juvenil, en los que están a favor de la independencia o en contra…, los políticos son unos magos a la hora de interpretar los datos a su favor). Para las centrales sindicales la movilización hará pensar al gobierno –como si tuviera la capacidad de adoptar otra política que la impuesta por la UE-; para los empresarios fue un fracaso en toda regla; y el gobierno, como casi siempre, no sabe no contesta. Para nosotros la huelga ha sido la demostración del final de un modelo sindical. A continuación explicamos por qué.
El modelo sindical que se implantó en el siglo XIX está obsoleto. Basado en el concepto de lucha de clases, su objetivo era proteger a unos trabajadores explotados en las fábricas por capitalistas sin piedad. Eso, que fue la base de la concepción de la empresa y el capitalismo de la era industrial, choca frontalmente con la empresa colaborativa que lleva ya muchos años vigente en el mundo occidental. El empresario es, y más el español dado el tamaño de su empresa, un trabajador más que arriesga su dinero y obtiene mayores ingresos por ello. En consecuencia, nadie cree en la lucha de clases al viejo estilo, y por ello vídeos del patrón con chistera y puro jugando al tenis y del trabajador con la escudilla haciendo cola para recoger el auxilio social no llaman a la huelga sino que dan risa (si no fuera porque algunos se lo creen).
Además, el modelo sindical español está copiado del alemán, grandes sindicatos frente a grandes patronales/empresas. Pero entre la estructura industrial teutona y la nuestra hay un mundo de diferencia: en Alemania predominan esas grandes empresas, mientras que en España el tamaño medio es de 4 trabajadores. Aplicar a las pequeñas y medianas empresas españolas los convenios que se acuerdan con los sindicatos de las grandes es lo mismo que intentar dar la estructura de mando del ejército a una guerrilla. ¿Se imaginan que cada partida de los maquis hubiese sido obligada a tener un general, dos coroneles, cuatro capitanes, ocho tenientes… y que para hablar con el general hubiese que recorrer toda la escala de mando? Pues algo así han implantado entre los políticos y los sindicatos en las pequeñas empresas españolas.
En cuanto a las realidades hay al menos cuatro elementos que considerar: en primer lugar, el mercado de trabajo español es un mercado dual, en donde por un lado está el colectivo de trabajadores con contratos indefinidos en los que hay una amplia representación sindical, y por otro está el mercado de los jóvenes, con contratos temporales y escasa o nula representación. ¿Sabían que de los 1,2 millones de afiliados a CC.OO. tan sólo 25.000 tienen menos de 25 años (2%)? Los sindicatos hace mucho tiempo que dejaron de representar a los trabajadores y solo representan a sus trabajadores, habiendo abandonado a los jóvenes, despreciando el futuro.
Ese mismo desprecio lo han extendido a otros trabajadores como los funcionarios. En ningún momento las demandas de UGT o CC.OO. incorporaban la petición de devolución del poder adquisitivo de los empleados públicos, a los que, visto lo visto, los sindicatos también han condenado a pagar la crisis. Esto explica el terrible fracaso de la huelga en la función pública, donde no fue secundada ni por el 8% de los trabajadores.
La tercera realidad hace referencia a que ni los mismos sindicatos se creyeron la huelga. Era esta un envite descafeinado contra un amigo que además les paga, por lo que si bien querían que hubiese huelga tampoco deseaban que fuese un éxito excesivo. Parecía un combate amañado en el que nadie quería golpear muy fuerte, y el tongo se apreció en la convocatoria.
Finalmente, y esto es probablemente lo más importante, se ha producido un cambio de paradigma que ni los políticos ni los sindicatos saben interpretar. Hemos pasado del modelo industrial/analógico al de las TIC/digital. Y eso supone una nueva concepción de la empresa, del papel de los trabajadores en ésta, y del propio trabajo.
En definitiva, el modelo sindical español está caduco. Deben buscarse nuevas formas de proteger los derechos de los trabajadores sin apelar al viejo aparato de propaganda. Más aún si tenemos en cuenta el nuevo modelo económico-social en el que la revolución tecnológica nos ha situado. El futuro está en la empresa colaborativa, asumiendo responsabilidades tanto el empresario como los trabajadores, en los emprendedores y el autoempleo. No afrontar esta realidad sólo sirve para abrir una sima entre los políticos/sindicatos y la sociedad civil. Y por ese hueco se puede meter cualquiera, como se está demostrando en los países del centro y norte de Europa.

©José L. Calvo y José A. Martínez ,2010.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Dos preguntas sencillas para la vuelta al cole

Aquel que es el primero en tomar posiciones en el campo de batalla y espera al enemigo, se siente cómodo. Aquel que es el último en tomar posiciones en el campo de batalla y se apresura a pelear, se agota. Así pues, el que es hábil en la batalla emplaza al otro, y no es emplazado por él.

Ya estamos todos de vuelta. Tras el descanso estival nada parece haber cambiado en el panorama político-económico español. El presidente Zapatero sigue empeñado en hacer aparecer a su alter ego Mr. Bean como el inteligente de la pareja, sobre todo cuando hace declaraciones tan sabrosas como afirmar que el modelo económico que debe seguir nuestro país es Japón, en estancamiento desde hace dos décadas; la oposición y muy especialmente el alegre de Mariano Rajoy ofreciendo soluciones que luego no se concretan: primero siete reformas, después la creación, no se sabe ni cómo ni cuándo, de 5 millones de empleos…; y los sindicatos velando armas ante una huelga general en la que les va la vida: si la convocatoria tiene éxito seguirán teniendo cierto poder en el país aunque ninguna credibilidad después de años de mamporrerismo con el gobierno; si fracasan será el declive de su presencia en la vida social española y los enlaces sindicales pasarán a ser una especie en peligro de extinción. Analicemos brevemente la situación del primero para plantear al final a los tres las dos preguntas que queremos hacer en este comienzo del curso escolar.
El gobierno carece de política económica. Es un hecho que su única estrategia económica en la actualidad consiste en decidir donde mete la tijera al gasto público. Primero lo hizo con las pensiones y los sueldos de los funcionarios –los paganos de todas las crisis económicas en España, porque ya Felipe González congeló los salarios públicos-; después recortó el gasto en infraestructuras y trató de poner orden en las finanzas de las autonomías y ayuntamientos. Pero como eso le iba a reportar muchos quebraderos de cabeza y costes electorales dio marcha atrás y lo intentó por otro lado: la I+D, que es algo que solo van a notar los pocos que investigan en España.
El problema no consiste en el recorte del ya de por si exiguo presupuesto que nuestro país dedica a investigación, sino lo que dice del modelo económico al que nos aboca tal decisión. Desde hace muchos años pero especialmente desde el comienzo de este siglo vienen alzándose voces en el mundo económico abogando por lo que se denomina la economía de la experiencia. Esta plantea que los individuos ya no demandan productos por su funcionalidad (un coche como medio de transporte, un vestido para protegerse del frío…) sino por lo que dicen de nosotros y de nuestra situación social, y las experiencias que nos reportan. Es decir, que no nos compramos un Mercedes porque sea el coche que mejor nos lleva del trabajo a casa, sino porque nos hace sentir bien y así los vecinos, los compañeros o los amigos sabrán lo fantástico que nos va en la vida.
Esa economía de la experiencia está ligada indisolublemente a la diferenciación del producto y esta sólo tiene lugar por dos vías: la innovación tecnológica –relacionada directamente con la I+D- y la no tecnológica, asociada a elementos como el marketing, la creación de marcas de prestigio, la logística…
Reducir drásticamente los presupuestos de I+D es apartarse de la senda de la innovación. Y ello supone alejarse de la nueva economía, como muy bien sabe Angela Merkel, que ha dejado muy claro que puede haber recortes en todos los gastos públicos menos en educación e innovación. Es, en definitiva, elegir un modelo de crecimiento económico que desconocemos en qué quieren sustentar. Aznar decidió que en la construcción, pero eso ya no es válido ni lo será en un futuro; la industria no funciona sin innovación y el turismo tampoco.
Por este motivo, nos gustaría plantear dos sencillas preguntas tanto al gobierno como a la oposición y los sindicatos. Preguntas que permitirían aclarar el horizonte económico español. Sr. Presidente, Sr. Rajoy y Sres Toxo y Méndez ¿cuáles serán los sectores económicos motores del crecimiento y el empleo en España en 2020? Y ¿qué van a hacer ustedes de 2010 a 2020 para conseguir que la economía española se apoye en esos sectores? Si nos respondiesen a esas preguntas despejarían muchas dudas y nos permitirían comprender los motivos que les llevan a tomar las decisiones actuales de política económica y social.
Porque la imagen que están dando no es la aquél que ha tomado posiciones firmes en el campo de la lucha contra la crisis, sino la de los que llegaron los últimos y están a punto de agotarse. Y lo malo es que lo pagaremos todos.

© José L. Calvo y José A. Martínez

lunes, 2 de agosto de 2010

El Aleph, Keynes, Krugman, Obama y los mitos de la economía triste.

Por ello, lo que retiene a los adversarios es el daño, lo que les mantiene ocupados es al acción, y lo que les motiva es el beneficio.
Cuenta Borges en el Aleph que existía un espejo en cuyo cristal se reflejaba el universo entero. Dice el maestro que "Burton menciona otros artificios congéneres -la séptuple copa de kai Josrú, el espejo que Tárik Benzeyad encontró en una torre (1001 Noches), el espejo que Luciano pudo examinar en la Luna (Historia verdadera), la lanza especular que se atribuye a Júpiter, el espejo universal de Merlín,-redondo y hueco y semejante a un mundo de vidrio-(The Faerie Queene)…” y añade estas curiosas palabras: “los anteriores, además del defecto de no existir, son meros instrumentos de óptica….¿existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado?”
La Teoría Económica actual se encuentra, como Borges, a la búsqueda del Aleph que nos señale la mejor de las opciones de política económica. Y en ese sentido se están ofreciendo dos alternativas opuestas: una triste que nos recomienda Alemania y otra más alegre, la que propone la Administración americana.
El Presidente de Estados Unidos solicitó a los líderes mundiales de la pasada cumbre del G-20 (países que suman dos tercios de la población mundial) que imiten su reforma del sistema financiero: Obama cree que el capital de los bancos es clave para fortalecer el sistema financiero global y pretende que los bancos cuenten con un nivel mínimo de liquidez para finales de 2012. Además desea acabar con las estrategias de alto riesgo de los bancos, a los que se ha culpado de desatar la peor crisis financiera desde 1929. En este punto todo el G-20 estaba prácticamente de acuerdo.
Pero además, antes de dejar Washington para ir a Canadá, el Presidente Obama dejó claras sus intenciones al afirmar que: “espero que este fin de semana en Toronto podamos aprovechar estos progresos coordinando nuestros esfuerzos para promocionar el crecimiento económico, conseguir la reforma financiera y fortalecer la economía global”. Es decir, una política económica activa, de enfrentamiento directo a los problemas de la economía real.
Muy al contrario, los principales países europeos defienden como primera medida contener el déficit público a través de recortes en el gasto, preocupados por la crisis presupuestaria de Grecia. La canciller alemana Angela Merkel, afirmó que no hay contradicción entre recortar los gastos e impulsar un crecimiento sostenible. Su postura fue apoyada por el primer ministro británico, David Cameron, que sugirió a Estados Unidos la aplicación de una política de ajuste presupuestario.
El Profesor Krugman considera que se ha vuelto al viejo debate entre intervencionismo y mano invisible: economía activa y positiva versus economía triste y lúgubre; los Animal Spirits o el laissez faire. Krugman apoya el retorno a unas economías keynesianas de corte intervencionista que provoquen un crecimiento económico generador de empleo. Enfrente están los defensores de la regla de oro del presupuesto clásico promoviendo el ahorro, el miedo y la tristeza.
Es evidente la necesidad del control del déficit público, pero la reducción del gasto no debe ir en contra de lo que el país necesita. Nos explicamos: España necesita infraestructuras (Alemania ya las tiene); debe acometer inversión productiva, desarrollar nuestra industria e invertir en investigación con el objetivo de ir paulatinamente cambiando el modelo productivo (algo que ya ha hecho Alemania). Y eso no puede llevarse a cabo con una reducción drástica del gasto público.
El Plan de austeridad que el Presidente Zapatero presento no convenció a la exigente Merkel que dijo que vigilaría las cuentas españolas. Sin embargo, después de las recientes pruebas de estrés a la banca española las cosas han cambiado: España ha pasado el examen. El diferencial de la deuda pública alemana y española se ha recortado más de un 30%. El CDS de España está por debajo de los 190 puntos y se ha extendido la confianza (palabra mágica) a toda la Eurozona, los inversores confían en España y el Financial Times aconseja a Alemania seguir el ejemplo de España en el ejercicio de transparencia que ha tenido su sistema financiero. Esto lo ha hecho bien el Presidente.
La conclusión de política económica es clara: no debes acomplejarte ni seguir las indicaciones de quien no (necesariamente) es tu amigo. Es preciso fomentar el consumo, la confianza, la economía alegre –que no insensata- de los Animal Spirits y relegar en importancia a esa economía contable y triste que sólo fomenta pobreza, miseria y paro, como bien ha señalado Krugman. Porque lo que está más que demostrado es que esa mano invisible no solo no soluciona los desequilibrios del mercado sino que los fomenta.
No sabemos donde estará el Aleph del que hablaba Borges pero lo que es seguro que para encontrarlo se necesita ilusión, confianza y fe en nuestras posibilidades. A partir de ahí se pueden empezar a crear puestos de trabajo y riqueza.

© José A. Martínez y José L. Calvo 2010.

martes, 29 de junio de 2010

La marca España: un tesoro redescubierto

El Tao hace que los soldados tengan el mismo propósito que su superior. De este modo llegarán a morir con él, a vivir con él y a no engañarlo.
Érase que se era un país sin bandera. Los motivos hay que buscarlos en su historia: durante cuarenta años un general bajito y con bigote la secuestró para justificar bajo ella sus fines. Y como estos eran represivos la gran mayoría de los ciudadanos de ese país la dejaron de honrar.
Cuando el general murió y vino la democracia la bandera no recuperó ese lugar privilegiado que todo símbolo que identifica a un país debe tener. Los motivos fueron varios: los nostálgicos del viejo régimen trataron de seguir apoderándose de ella, dándole un significado político de ultraderecha; las Comunidades Autónomas la tomaron como referencia de la opresión que habían sufrido, pasando a representar ella y Madrid el enemigo centralista que había cercenado sus libertades. Así las banderas de las Comunidades representaban el progresismo por oposición a la española que era un símbolo retrógrado –y CiU, el PNV o esos que matan a todos los que no opinan igual que ellos eran progresistas y los de Madrid unos fachas independientemente de su ideología política (sic)-; los que perdieron la guerra se convirtieron en sus ganadores “morales” y no querían saber nada de la bandera contra la que lucharon; y la izquierda también la abandonó para evitar cualquier identificación con tiempos pasados. El resultado: la “enseña nacional” pasó a ser un símbolo escondido/enterrado, como la Excalibur de Arturo.
Pero con el paso del tiempo una nueva generación que no tenía ninguna de esas limitaciones históricas fue creciendo. Y además, algo con lo que nadie contaba apareció: la Roja.
El deporte ya había dado muestras de la importancia de un país identificado fuera en su conjunto como España, y nuestros deportistas –nunca se sabrá de dónde surgen con el poco apoyo que tiene el deporte en general en este país- comenzaron a ondear nuestra bandera por todo el mundo: Nadal, Fernando Alonso, el equipo de baloncesto y su “soy español, español”… y antes que nadie los motoristas que hacían sonar el himno cada semana.
El auténtico “cambio de pie” se dio cuando, rompiendo el fatalismo histórico que nos caracteriza a los celtibéricos, la Roja ganó el campeonato de Europa de fútbol. En ese momento esa generación no lastrada por complejos guerracivilistas se echó a la calle enarbolando un símbolo de identidad común: la bandera española. Una nueva lección práctica a los políticos que deberían aprender de la sensatez de los ciudadanos de a pie.
Un principio del buen marketing establece los cuatro pasos que hay que seguir para diseñar una buena marca: en primer lugar crear una cierta categoría social o aludir a ella –por ejemplo ser español-; a continuación hacer que los consumidores lleguen a aplicarse la etiqueta: “yo soy español”; persuadirlos de que etiquetarse como “ser español” proporciona una experiencia positiva –ser del país campeón de Europa-; y finalmente mostrar que se puede tener una experiencia positiva consumiendo la marca creada: la marca “España” nos identifica como aventajados en el deporte a todos y cada uno de los españoles, aunque nunca nos hayamos movido del sillón. Como se puede ver, la marca España ha conseguido reunir todos lo requisitos para el éxito.
Está claro que, independientemente de cuestiones políticas y sociales, la recuperación de la bandera de España como símbolo de identidad supone también la reimplantación de una marca con un pasado de prestigio internacional, como mínimo en las artes y el turismo, al que ahora se añade su relevancia en el deporte. Y tener una buena marca es incluso mejor que tener un buen producto (que se lo pregunten al Reino Unido o a Harley Davidson).
Por ello, bienvenida la marca España, con su bandera como logo, y gracias al fútbol y a sus seguidores por una recuperación que beneficia a todos. Ahora sólo queda utilizarla como lo que es: una herramienta fantástica de marketing emocional tanto dentro como fuera de nuestro país.

© José L. Calvo y José a. Martínez

miércoles, 16 de junio de 2010

El general Custer, Caballo Loco y la necesidad de un Gobierno de concentración

El general es el ayudante del soberano del Estado. Si su ayuda es comprensiva todo el Estado será fuerte; si es defectuosa, el Estado será débil, sin lugar a dudas, y si el ejército se muestra confundido y receloso, los gobernantes de los países vecinos se aprovecharán de esta situación y le causarán problemas.
Inspirados en la obra de Sun Tzu, contemporáneo de Confucio, hemos querido, desde hace tiempo, insistir en transmitir esas enseñanzas y aplicarlas a la realidad actual. Se escribió "El Arte de la Guerra" hace 2400 años y hoy sigue vigente: habla de estrategia en la toma de decisiones, cosa que, como ya decíamos aquí hace un tiempo, es la clave de la política (el arte de lo posible) y debería serlo también de la política económica.
La situación económica española, lamentablemente, parece haber cogido una carretera cuesta abajo sin frenos. Y no será por falta de advertencias. Todos los datos señalan las dificultades que atraviesa nuestra economía: las informaciones interesadas y malintencionadas que proceden de Alemania señalando la necesidad de intervención de la Unión Europea; los apuros para colocar la Deuda Pública y los elevados tipos de interés que se han de pagar por ella; y hoy mismo la exigencia de la Comisión Europea de reducir 7.500 millones de euros adicionales de déficit en 2011. Portugal y Grecia nos han cedido gustosamente el protagonismo.
Pero siendo gravísimos los problemas que atraviesa nuestra economía, lo realmente preocupante y sorprendente es la actitud de nuestros dirigentes políticos y, muy especialmente, de los líderes de los dos grandes partidos: José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.
El Presidente del Gobierno cada vez nos recuerda más a Errol Flynn en la película de Raoul Walsh, "Murieron con las botas puestas" (Metro-Goldwyn-Mayer,1941). En ella el actor americano interpreta a un obstinado general Custer que prefiere morir y, sobre todo, sacrificar a su tropa, antes de aceptar su equivocación. La imagen que nos deja es la de Zapatero, sus ministros y algunos miembros del PSOE puestos en círculo, protegidos por los coches oficiales mientras que los indios/populares giran a su alrededor matando uno a uno.
Porque el otro gran protagonista de la película es Caballo Loco/Rajoy. Como acabamos de decir, la política del PP es la de dar vueltas alrededor del Gobierno sin ofrecerle ni una pizca de árnica, igual que si fueran buitres, con el convencimiento de que tan solo les queda esperar a la autoinmolación del general Custer para llegar a la Moncloa con mayoría absoluta.
La posición de ambos, Zapatero/Custer y Caballo Loco/Rajoy es absolutamente irresponsable. Se comportan de manera temeraria cuando lo que tendrían que tener en cuenta son los intereses de España. Y lo que su actitud evidencia es que ninguno de los dos está capacitado ni política ni intelectualmente para dirigir el camino de España hacia la salida de la crisis. En ese sentido, convocar elecciones anticipadas no sería nada más que perder seis meses y sustituir un insensato por otro.
A finales de enero de este año ya propusimos en este mismo blog cuál es para nosotros la opción que se debe tomar: es preciso un gobierno de concentración nacional o cuando menos una reedición de los Pactos de la Moncloa (1979) en la que entre todos, gobierno, partidos de la oposición, sindicatos y empresarios se establezca un plan de acción que lleve a cabo las reformas necesarias –duras pero inevitables- que permitan mejorar nuestra competitividad y crear empleo. Y esas reformas no están solo en el mercado de trabajo, sino que deben afectar al sector financiero –¡fuera las manos de los políticos de las Cajas de Ahorros!-, al sector inmobiliario –creando un parque de viviendas públicas de alquiler que faciliten la movilidad espacial y el acceso a la vivienda de los jóvenes-, y sobre todo al sistema educativo con la finalidad de crear un modelo a medio y largo plazo que sirva para que los españoles nos situemos en la senda de la innovación y la competitividad internacional. Y a eso habrá que añadir una lucha verdadera y pertinaz contra el fraude fiscal y una política energética realista, no guiada ni por el buenismo ni por el hipismo.
En EEUU ya están saliendo de la crisis. Y lo ha hecho por todo lo que estamos diciendo aquí: porque el mejor camino es crecer económicamente, y para ello es necesaria la unión entre todos los participantes en una democracia representativa; una vez conseguido esto se han de identificar los objetivos y los instrumentos para lograrlos. Finalmente, transmitir al ciudadano esa creencia en que es posible conseguir nuestros objetivos.
Conclusión. Este país necesita ya unos nuevos Pactos de la Moncloa y un Gobierno de concentración con personalidades independientes, gente de reconocido prestigio de ambos partidos y una Oficina Presupuestaria de la Presidencia del Gobierno dirigida por una persona de consenso y científicamente impecable. Como dice el Evangelio de Mateo, hacer lo que es justo delante de Dios y todas estas cosas se darán por añadidura.

© José A. Martínez y José L. Calvo

viernes, 28 de mayo de 2010

El hombre enfermo de Europa. Hacia el estado federal español

Los elementos del arte de la guerra son: la medición del espacio, el cálculo de las cantidades, los cálculos generales, las comparaciones, y por último, las posibilidades de victoria. Porque en las guerras, en general, la mejor política es tomar el Estado intacto, no destruirlo.

A finales de noviembre de 2009 The Economist llamaba a nuestro país ”el hombre enfermo de Europa”. Y esta misma semana, el Fondo Monetario Internacional ha presentado su Informe sobre la situación económica española que no por previsible resulta menos impactante. El FMI insta al gobierno español a acometer un conjunto de reformas, tres de las cuales al menos han sido explicitadas en todos los foros y nosotros también las hemos defendido: la del mercado de trabajo, para que aumente su flexibilidad con el objetivo de crear empleo; la reestructuración del sistema financiero y, muy especialmente, de las Cajas de Ahorros y una drástica reducción de los gastos públicos para disminuir la inestabilidad que genera el déficit de las Administraciones. A ellas han añadido esta vez otra medida menos enfatizada habitualmente: la liberalización de los mercados de bienes y servicios.
Una lectura pausada y en profundidad del Informe revela, no obstante, la necesidad de acometer otras reformas que mejoren la competitividad de nuestra economía y que refuercen las cuatro antes mencionadas. Y dentro de ellas destaca la reestructuración de la organización administrativa-territorial de las finanzas públicas y privadas del estado español. O dicho lisa y llanamente, el FMI señala que el actual sistema de Comunidades Autónomas (CCAA) introduce graves distorsiones en la economía española y supone un sobrecoste al erario público que es preciso corregir y moderar.
La división económico-administrativa-territorial que surgió de la Transición política y que dio origen a las 17 CC.AA. ha terminado convirtiéndose en una auténtica tela de araña. Y ello porque bajo el lema de “café para todos” en la que se creó se han dado todo tipo de “cafés”: solos, descafeinados, de extrema calidad, arábigo... que configuran un sistema excesivamente heterogéneo que se ha visto agravado por la política de “transferencias a cuenta gotas”.
Cuatro son, como mínimo, las disfunciones que las CC.AA. actuales introducen: un gasto público sin control estricto del estado central que permite la generación propia de déficits y la emisión de deuda para financiarlos; un sistema impositivo heterogéneo que ha dado como resultado denuncias entre Comunidades como es el caso de las “vacaciones fiscales” vascas; una legislación de cada Comunidad que limita la libertad de movimiento de los productos y servicios de forma que a veces es más fácil venderlos en el resto de los países de la Unión Europea que en España, y una intromisión en el funcionamiento del sistema financiero y en concreto en las Cajas de Ahorros, que en muchos casos se han guiado más por intereses políticos locales que por criterios económicos de gestión, y que las ha llevado a estar en una situación verdaderamente difícil.
El actual sistema competencial no permite controlar 18 (17 + el estado central) unidades de gasto público. De hecho, lo único en lo que el Gobierno ha conseguido imponer su criterio a las CC.AA. ha sido en la reducción de los salarios de los funcionarios, y eso con matizaciones ya que el gobierno vasco está estudiando fórmulas alternativas. Por el contrario, el Presidente Zapatero solo ha podido “pedirles” a las Comunidades que reduzcan su gasto, ya que no existe un sistema por el que pueda obligarlas.
El FMI hace hincapié en esa falta de control e indica la necesidad de utilizar “...mecanismos fuertes que aseguren que las CC.AA. llevan a cabo los ajustes necesarios”. En concreto propone la creación de un consejo fiscal independiente al estilo sueco o belga para “...proveer de análisis objetivos de las políticas fiscales y su sostenibilidad a largo plazo”.
En el caso de las Cajas de Ahorros la receta del FMI es también muy clara, señalando que “...las prioridades legislativas y de política deben ser: (1) reducir la influencia política en las Cajas de Ahorros...” además de posibilitarles la gestión como cualquier otra entidad financiera, con los mismos criterios de eficiencia y racionalidad, aunque sus beneficios se dediquen a obra social. Es decir, que los políticos de las CC.AA. no puedan, en ningún caso, condicionar las decisiones de inversión y gestión de recursos de las Cajas, profesionalizando éstas. Dicho con un ejemplo: si quieren aeropuerto en Ciudad Real hagan un proyecto sensato y busquen inversores, pero no obliguen a CCM a financiarlo.
Es imposible y sería anacrónico intentar volver atrás. Pero, al mismo tiempo, es necesaria y urgente una reorganización de la distribución territorial-administrativa de España que elimine las disfunciones que hemos mencionado. En esa medida, el Presidente tiene la gran oportunidad de cumplir con una de sus promesas electorales de 2004 y realizar la “Segunda Transición” convirtiendo a España en un Estado Federal donde la distribución de los ingresos y gastos públicos y las competencias en materia económica –de regulación de mercados, de saber qué impuestos son federales y cuales estatales...- queden perfectamente organizadas y delimitadas entre la Administración Central y los estados federados desde el principio.
Dos últimos comentarios al hilo de la Federación Española que proponemos: un estado federal no es ni de derechas ni de izquierdas, como muestran los ejemplos de Estados Unidos o Alemania; y sería una buena oportunidad para reestructurar y reducir el número de estados federados. Siete, como mucho ocho, serían lógicos, con la integración de las CC.AA. uniprovinciales en estados de mayor dimensión. Esto supondría un importante ahorro, una mayor racionalización de los recursos públicos y un ejemplo de que en tiempos de crisis todos, incluidos los políticos y sus intereses “nacionales”, hacemos esfuerzos.

© José L. Calvo y José A. Martínez 2010.

viernes, 21 de mayo de 2010

El sueño de Elena en una noche de verano: 8 de junio

El que no conozca las condiciones de las montañas y de los bosques, de los desfiladeros peligrosos, de los pantanos y marismas, no podrá conducir la marcha de un ejército.

Elena se levantó muy de mañana, como tenía por costumbre, bajó por las magníficas escalinatas al piso inferior de su magnífico chalet –construido en los años de la especulación- entró en la cocina y desayunó abundantemente. El alcalde, Tomás Luis, compañero de partido –da igual cual-, había recalificado unos terrenos en los que había construido una urbanización que vendió a buen precio. Cogió su Jeep Grand Cherokee y se lanzó a toda velocidad por la carretera. Hoy no podía ser multada, los funcionarios guardia civiles estaban en huelga.
A esa velocidad no se percató de que de frente venía aquél peón de albañil suyo que con el sueldo que ganaba cuando trabajaba para ella –prácticamente el doble del de un investigador doctor- se había comprado otro coche de gran cilindrada. Tras el accidente nadie acudió a rescatarlos de los amasijos de sus vehículos, porque los funcionarios bomberos también estaban en huelga. Después de que una ambulancia privada los llevara al hospital, ninguna funcionaria enfermera ni ningún funcionario médico les atendió.
La cosa fue a peor porque cuando salió del hospital unos chorizos la atracaron. No había funcionarios policías que la protegieran. Ni pudo presentar una reclamación, porque los funcionarios administrativos estaban en huelga.
Bañada en sudor se despertó con sus hijos saltando alrededor ¿Qué hacían allí si era miércoles? Y de repente se dio cuenta de que todo había sido un sueño, que era 8 de junio y los funcionarios profesores estaban en huelga. Y pensó !malditos funcionarios que no hacen nada! Hoy se tendría que “comer los niños con patatas”. Ya no podría ir al spa y a la sesión de masaje.
El Gobierno de España ha cometido una nueva irresponsabilidad al señalar a los funcionarios como los culpables de la crisis, como unos parásitos que se han aprovechado de ella. Así ha justificado la reducción de los sueldos. Y como dice que quiere dar ejemplo han reducido los suyos en un 15%. Pero como todo economista sabe –menos los asesores del Presidente nos tememos- una cosa son los valores absolutos y otra los relativos. El sueldo actual del Presidente del Gobierno es de 91.982,40 euros anuales, los Vicepresidentes ganan 86.454,36, los Ministros perciben 81.155,04 euros. Con la reducción del 15% se les queda en 78.185,04; 73.486,20 y 68.981,78 respectivamente.
Por su parte, el sueldo máximo de un funcionario de carrera –ese que aprobó una oposición a la que se podía presentar cualquiera- no supera los 59.000 euros anuales.
Pues bien, nosotros tenemos una propuesta alternativa: ¿por qué no el Gobierno entero, Presidente, Vicepresidentes, Ministros, Secretarios de Estado, Subsecretarios… y los Diputados y Senadores se igualan con la base, esto es, se reducen o ajustan su sueldo al de un Director General y no superan la franja de los 49-59.000 euros? Creemos que es un salario suficiente si además tenemos en cuenta que también disfrutan de dietas muy generosas, gastos de desplazamiento, alojamiento, etc... Quizás así la gente empezaría a tomarse en serio a los políticos.
Finalmente, queremos mandar nuestro “agradecimiento” a ese 58% de la población española que ha visto bien que a los funcionarios se les haya bajado el sueldo. Pero no se apuren, esto no ha hecho más que empezar. Parafraseando a Bertolt Bretch: primero vinieron a por los funcionarios, pero no me importó porque no soy funcionario; luego vinieron a por los pensionistas, pero tampoco me importó porque no soy pensionista, Ahora vienen a por mí… y estoy solo.

©José L. Calvo y José A. Martínez, 2010

sábado, 15 de mayo de 2010

Tierra llamando al capitán ZP: regrese a la realidad o le regresamos

La guerra es un asunto de vital importancia para el Estado: una cuestión de vida o muerte; el camino hacia la supervivencia o la ruina .Por esto, es imperativo estudiarla a conciencia. Es por eso que una pronta victoria es el objetivo principal de la guerra.

¿Es nuestro universo la sombra de otro? Numerosos científicos han estudiado la posibilidad de la existencia de otras dimensiones. Los matemáticos alemanes Richard Dedekind y George Cantor desarrollaron estudios sobre el infinito, que fueron completados por David Hilbert quien introdujo los espacios de dimensión infinita en los que podemos medir distancias: los llamados espacios de Hilbert, Albert Einstein publicó su teoría de la relatividad general en 1915 y desvió la atención de la cuarta dimensión hacia el espacio-tiempo.
Decimos todo esto porque tenemos que hacer un esfuerzo titánico para comprender al Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero El Optimista Patológico, que ha logrado ser la preocupación del mundo con sus decisiones de política económica. No ya solo el ECOFIN le reprendió severamente el pasado fin de semana, sino que el FMI señalaba que íbamos a presentar el mayor déficit público de los países desarrollados e incluso Obama ha tenido que llamarle para ponerle firmes. Por eso nos hemos tenido que inspirar en la física o en la alta matemática para tratar de entenderlo: ¿En qué mundo vive ZP? ¿Vive en un espacio dimensional que no se corresponde con algo que conocemos? ¿Es ese mundo uno en el que los españoles tenemos más renta per cápita que los alemanes o incluso que los estadounidenses y en el que la gente le sonríe y cae rendida a su encanto? Todo parece indicarlo.
Sin embargo, esta semana le han abierto la Stargate haciéndole salir de ese universo paralelo y obligándole a aterrizar en la realidad española. Su propuesta a la llegada a Iberia no podía estar más alejada de su sueño: reducir el déficit público en un 0,5% adicional en 2010 con la disminución en un 5% de media de los sueldos de los funcionarios y la congelación de las pensiones. Como señalan los sindicatos, esto dibuja un nuevo escenario que es interesante analizar al menos desde dos perspectivas: los motivos/necesidades que le han llevado a regresar de su universo buenista, y los efectos de la aplicación de las medidas propuestas. Dejaremos estos últimos para futuros artículos por falta de espacio.
Circulan cuando menos dos posibles explicaciones complementarias sobre las motivaciones que han obligado a Zapatero el Bueno a aplicar una política tan social como hacer recaer la salida de la crisis en los más débiles. Y si bien ambas se soportan en la necesidad de mantener el sistema financiero internacional, el origen difiere: la primera hablaría de una situación internacional muy compleja que obliga a evitar los problemas de contagio que la economía española podía generar; la segunda se centra en el reconocimiento internacional de la necesidad de ponerle cotas al despilfarro de Zapatero.
Algo debe estar pasando en el mundo financiero que no es perceptible para el común de los mortales. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, conversó este martes por teléfono con el presidente del Gobierno español, porque España forma parte de los países que deben adoptar reformas para estabilizar su economía. Obama le pidió a Zapatero que España realice "acciones resueltas" para fortalecer su economía, explicándole cuales eran las reformas necesarias para salir de la crisis porque España "padece algunos problemas sobre los que es necesario adoptar reformas para asegurarse de que no se extienden" y sobre las que Zapatero "ha comenzado a trabajar". La Casa Blanca indicó que la conversación telefónica forma parte de las consultas habituales de Obama con aliados "cercanos" para comentar la situación económica global. "Ambos mandatarios estudiaron la posibilidad de que España adopte medidas contundentes para fortalecer su economía y crear confianza en los mercados", explicó la Casa Blanca. Obama "expresó el apoyo de EEUU a estos esfuerzos". El palacio de la Moncloa confirmó la conversación.
Volvemos al principio. El filósofo y escritor ruso Piotr D. Ouspensky (1878-1947) en su ensayo The Fourth Dimension señala que la cuarta dimensión es un tipo de conocimiento. Ahora lo entendemos: es como el mito de la caverna de Platón. Algo desconocido y misterioso. Algo que sólo algunas mentes avanzadas pueden entender. Como Zapatero y Obama.
O quizás hay una explicación mucho más sencilla. Las incoherentes acciones de política económica de un gobierno despilfarrador y con escasa capacidad intelectual han puesto en peligro la economía mundial. Porque una cosa es intervenir en un país como Grecia, pequeño y con poco peso en la zona Euro, y otra mucho más complicada solventar los problemas de la deuda española. Los países del Eurosistema habrían tenido un gravísimo problema si España hubiese seguido por la senda actual y generase una bancarrota nacional: no podían echarlo del euro –sería certificar su muerte- pero el coste de sostener a nuestro país en el Eurosistema habría sido inmenso. Por ello se han visto obligados a dar órdenes a Zapatero para que actúe.
Y entre tanta noticia negativa una conclusión positiva y otra esperanzadora: la positiva es que gracias a pertenecer al Eurosistema y a la intervención no tenemos un corralito a la argentina con la peseta no convertible; la esperanzadora es que por fin alguien sensato ha tomado las riendas de la política económica española: Bruselas.

© José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

viernes, 14 de mayo de 2010

Atleeeti. La ilusión continua

…los que gustan del fútbol de emoción Porque luchan como hermanos, defendiendo su colores, en un juego noble y sano, derrochando coraje y corazón. Atleti, Atleti, Atlético de Madrid

Hoy no voy a hablar de la política económica española, y eso que sería muy fácil después del discurso de José Luis Rodríguez Zapatero el Optimista. De hecho ya tenemos varios posibles títulos para el artículo que resumirá nuestra posición ante su intervención: de Robin Hood al Sheriff de Sherwood –con algún pequeño comentario sobre el Impuesto Robin Hood-; ha muerto la madre de Bambi o el final de la era del buenismo; La “nueva” política de izquierdas; ya está aquí ya llegó la intervención o Y de repente llegó Obama y mandó a parar. Pero tiempo habrá porque la venganza –del funcionario- es un plato que se come frío y el camino hacia el Gólgota del Presidente no ha hecho más que comenzar. Ni siquiera voy a hablar de economía, aunque bueno, de esta un poquito sí.
Dice la Teoría Económica ortodoxa que el consumidor es racional y maximiza su bienestar. Bajo esos dos supuestos elige todos los bienes que consume, incluido el equipo de fútbol al que pertenece. Por eso probablemente la mayoría de la gente se alinea con equipos ganadores y que no dan sobresaltos: el Real Madrid o el Barcelona, sin ir más lejos.
Pero la Economía del Comportamiento (Behavioral Economics) considera poco creible ese supuesto. Esta rama de la economía, entroncada con la Psicología, la Antropología o la Sociología dice que nuestras decisiones son a la vez racionales e irracionales, que nos dominan las pasiones. O como dice Marty Neumeier, gurú de las marcas, “Una marca es la sensación que un consumidor percibe en sus entrañas (irracional) hacia un producto, un servicio o una compañía”.
Y si hay un equipo que refleje perfectamente la irracionalidad de nuestras elecciones es el Atleti, el Atlético de Madrid. Nada tiene para que alguien eligiera racionalmente ser socio: ni una historia ganadora, ni una trayectoria estable y coherente, ni siquiera un proyecto de futuro. Y sin embargo es imposible encontrar unos seguidores más fieles que los indios. Capaces de ser más numerosos cuando el equipo desciende a Segunda que cuando está en Primera.
La publicidad del Atleti, la más imaginativa, presentaba en uno de sus mejores anuncios a un niño que preguntaba a su padre: Papá, ¿por qué somos del Atleti? El padre no sabía que contestar.
Yo sí sé por qué soy del Atleti. Porque este equipo resume mi propia vida profesional: hay algunos días buenos, muchos regulares y otros malos; hay incluso días en los que te sientes despreciado por las autoridades académicas, por el mundo de la investigación española –tan prepotente y pagado de sí mismo al menos en el área de economía- e incluso por algunos alumnos que emplean los foros para insultarte; días en los que piensas en dejarlo todo y ser como los demás, pasarte al Madrid.
Pero también hay jornadas como la de ayer, sublimes; días en los que el equipo de tu vida gana la Europa League, te aceptan un trabajo en un foro internacional o un alumno tuyo lee su tesis doctoral. Y esos momentos, aunque sean muy pocos y muy distantes en el tiempo, te reafirman en tu elección, en ser del Atleti.
Sé que probablemente mañana mismo el Ministerio/Rectorado decidirá introducir una nueva norma que encorsete aún más la enseñanza y la haga menos imaginativa, que alguien escudándose en una evaluación anónima rechazará un trabajo que te ha costado muchos meses de esfuerzo o que un gobierno despilfarrador volverá a meternos la mano en el bolsillo para compensar su ineptitud. Pero hoy es día de disfrutar.
Atleeeeeeeeti.

© José L. Calvo

miércoles, 28 de abril de 2010

Alicia en el País de las Maravillas: Aventuras en Bolonia ¿Tiene remedio la obesidad mórbida?

Cuando rodees a un ejército, deja libre una salida .No presiones demasiado duramente a un enemigo desesperado. Tal es el arte de la guerra.

Erase una vez, en un remoto país, que había una niña muy soñadora que pensaba que con amor e ilusión todos los sueños se convertían en realidad. Y así, desde su inocencia, llegó a un lugar extraño y maravilloso donde tuvo muchas aventuras iniciáticas que al final le dieron la felicidad esperada. Pues bien, desde esa inocencia podemos entender la creación de una universidad que surgió en España en los años setenta del pasado siglo y que se llama la UNED. Nuestra universidad nació muy diferente de sus hermanas mayores y más prestigiosas (Complutense, Autónoma, Salamanca , Central de Barcelona…) y de hecho, su origen estaba basado en un concepto de la educación muy distinto al de estas: mientras que las universidades presenciales están creadas para ser la fuente del conocimiento, la UNED surgió en base a una idea de libertad (como universidad libre) para hacer accesible ese mismo conocimiento a gentes que por muy diversas razones no podían asistir a las clases magistrales. En fin, lo que se llama realizar una labor social difundiendo el conocimiento a gente de toda clase y condición que por diversas razones tenían dificultades en asistir a las aulas o que buscaban una segunda oportunidad en la vida.
De hecho, la UNED se convirtió en Alicia en ese país de las maravillas que es el macrocampus de las universidades españolas. En ese primer momento, era la hermana bastarda a la que el resto miraban con cierto desprecio; creció abandonada del cuidado de su padre –el Estado- que no le facilitó los medios que sí le daba a sus hermanas más resplandecientes; cuando muchas de estas fueron traspasadas a las Comunidades Autonómas nadie quiso saber nada de ella, y fue dedicada a aquellas labores/alumnos que el resto no querían asumir: formación de presos, acogida de inmigrantes, educación de los que no podían pagar el coste de oportunidad de la enseñanza universitaria, cultura para los mayores, para las amas de casa, etc. En suma, hacer una obra favorecedora o generadora de externalidades positivas.
Y, contra todo pronóstico, como Alicia, nuestra universidad se inició en los secretos del macrocampus, desarrolló unas ideas propias, marcó un determinado espacio y lo defendió contra viento y marea .Creció vigorosa gracias a una combinación óptima de dieta y metabolismo. Dieta que consiste en alumnos prácticamente autosuficientes que no desean ser molestados y que organizan su propio calendario formativo, alternándolo con su vida familiar y laboral; y un metabolismo basado en el sistema de un manual, un examen y la utilización de la tecnología para generar respuestas automatizadas.
A esto le podemos llamar el sistema UNED, nuestra franquicia, lo que nos hace singulares y diferentes. Esa combinación fue la que le permitió crecer sin límites, convirtiéndose en la primera universidad española por número de alumnos y en una de las más grandes del mundo aún a pesar de su reducido tamaño, menos de 1.500 profesores. Y aunque parezca mentira, la UNED no tenía problemas de peso/alumnos y podía asimilar todos los que se matriculasen. Era un organismo atlético y esbelto (como decimos los economistas, tenía rendimientos crecientes de escala).
Pero su dieta cambió radicalmente cuando papá/Estado se unió con otros países y entre todos decidieron que había que cambiar el sistema educativo hacia otro con alumnos más participativos, profesionales de la educación. Dieta sana y correcta para las hermanas delgadas, casi anoréxicas por la pérdida alarmante de alumnos, pero no pensada para la UNED, que seguía creciendo en número de estudiantes hasta superar los 220.000. Y claro, su metabolismo no fue capaz de digerir tal volumen de alumnos que demandan respuestas individualizadas y una atención permanente y, como les ocurre a los deportistas, el músculo se convirtió en grasa y empezó a engordar: demasiado alimento/alumnos para tan poco cuerpo/profesores. Ni siquiera la implantación de los últimos desarrollos tecnológicos y el voluntarismo de su profesorado sirvió para impedir lo inevitable: de la esbeltez la UNED ha pasado a la obesidad mórbida (un pequeño cálculo: 220.000 alumnos, 4 asignaturas por alumno y 1500 profesores dan alrededor de 600 alumnos por profesor a los que hay que atender uno a uno contestando el foro, poniendo pruebas de evaluación a distancia, etc…).
Una situación como esta tiene pocas alternativas: o bien volvemos a la antigua dieta de la UNED y permitimos que sus alumnos sigan trabajando a su ritmo, admitiendo que no tienen nada que ver con aquellos para los que está diseñado el actual Espacio Europeo de Educación Superior –lo que supondría reconocer que nuevamente se la olvidó, a ella y a sus alumnos, ccuando se adoptó el EEES como si no fueran universitarios-, o bien el cuerpo debe crecer, incorporando más músculo mental/profesores y más vitaminas/tecnología que lo revitalice –y no parece muy probable con los actuales presupuestos generales del Estado-. O, y esta parece la opción más viable, ponemos a régimen a nuestra Universidad dándole de comer tan solo aquellos alumnos que puede digerir. En dos palabras: numerus clausus. Esto último permitiría, además, que sus hermanas que tanto presumieron en el pasado pero que ahora se ven sin alumnos que llevarse a las aulas, pudieran justificar su pervivencia.
Sabemos que la mente/rectorado de la UNED reconoce el ingente esfuerzo que su músculo/profesorado está haciendo para mantener a raya la obesidad actual. Pero no estaría de más que papá /Estado también lo reconociera: si no, Alicia puede renunciar a metabolizar y se vería con un grave problema de cerca de un cuarto de millón de personas.
Las razones que justifican la participación pública en la financiación universitaria se basan en que producen beneficios individuales, sociales y también por cuestiones de equidad. Individualmente existe una correlación positiva entre nivel educativo, oportunidades de empleo y obtención de rentas. Pero, también hay una relación directa entre la inversión en capital humano de un país y su crecimiento económico. En la UNED es aplicable la teoría de que la educación universitaria mejora la equidad, entendiendo por ello la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación universitaria independientemente de las características personales del individuo. Desde estas páginas esperamos que papá ayude a Alicia, porque haciéndolo así, se ayudará a sí mismo.

©José L. Calvo y José A. Martínez, 2010.

lunes, 19 de abril de 2010

El dilema de Samuelson: ¿a quién quieres más José Luis, a papá/banca o a mamá/política social?

De aquel que pueda modificar su táctica en relación con su contrincante, consiguiéndole ganar, puede decirse que es un capitán nacido en el cielo porque del mismo modo que el agua no mantiene una forma constante, tampoco hay condiciones constantes en el arte de la guerra.
En el año 2004 Finn E. Kydland recibió el Premio Nobel de Economía (junto con E.C. Prescott) por sus investigaciones sobre política económica; en concreto, macroeconomía y ciclos económicos. Estuvo en Madrid la semana pasada y manifestó su perplejidad por la aplicación de una incorrecta política económica que entorpecería la recuperación. Hizo algunas reflexiones de carácter general sobre la cuestión polémica de los rescates a los grandes bancos o la ayuda a General Motors diciendo "que se vertieron fondos gubernamentales para intentar mantener el desempleo a raya, pero de forma ineficiente. Habría sido mejor no gastar tanto y que la deuda aumentara tanto, y en cambio, recolocar más fondos a ayudar a esos desempleados, y formarlos en los sectores que sean considerados de futuro". Por otra parte, hemos sabido estos días que existe un pánico evidente en las plazas bursátiles mundiales por las dudas que transmite el sector financiero a raíz del fraude de Goldman Sachs, ya que el regulador del mercado de EEUU (SEC) entiende que ese banco de inversión no actuó de forma correcta al vender cédulas hipotecarias basadas en hipotecas basura diseñadas por un empleado de Goldman. En el fondo, el Presidente de los EEUU y los demócratas quieren regular los derivados, mientras la industria financiera y algunos republicanos se oponen a ello.
Partiendo de esta última reflexión, queremos debatir una cuestión que llamaremos "el dilema de Samuelson" y que se puede resumir muy brevemente en lo siguiente: ¿qué elegir, qué opción tomar que no perjudique demasiado tus propios intereses cunado representas el poder público?
Que el Gobierno español realiza política social es indiscutible. Independientemente de frases tan grandilocuentes como “el Gobierno no va a dejar tirado a nadie” lo cierto es que el Ejecutivo ha hecho ingentes esfuerzos para paliar los efectos de la crisis sobre los más desfavorecidos: incremento de la duración del seguro de desempleo, ingresos adicionales tras finalizarse este… Y que la principal autoridad de nuestro país apoya el sistema financiero es también un hecho constatado. Ahí está el FROB. El problema surge cuando tiene que elegir entre uno y otro, o dicho de otra forma, cuando la política social obliga a actuar en contra de los intereses de los bancos y las Cajas de Ahorros. La opción que ha tomado el equipo de Rodríguez Zapatero en ese caso le ha dejado en evidencia. Dos ejemplos de la actuación del Presidente y sus ministros: la introducción de un impuesto sobre las transacciones bancarias y la posibilidad de aplicar la dación en pago.
Gobiernos tan alejados ideológicamente como el de Barak Obama o Angela Merkel han optado por mantener la misma posición: introducir un impuesto sobre las transacciones bancarias. La Unión Europea lo está discutiendo, y si bien hay ciertas reticencias en Francia, es más que probable que al final se imponga para el conjunto, al menos en los países de la zona Euro donde el liderazgo alemán está siendo cada vez más evidente. Como señalaba Paul Krugman en un artículo en The New York Times, el objetivo de este impuesto no es tanto recaudatorio como el mostrar a la banca y sus directivos que no van a salir de rositas del caos que su actuación irresponsable ha provocado. Según Krugman, de no mediar el impuesto la conclusión que la gran banca internacional y española podría sacar es que pueden hacer realmente lo que quieran, comportándose nuevamente de manera imprudente e invirtiendo especulativamente, ya que al final los gobiernos, con el dinero de todos los ciudadanos, van a acudir a su rescate para que la economía no se colapse. El argumento del impuesto es pues mostrarles que eso se ha acabado y que los gobiernos, introduciendo disciplina, no se lo van a permitir.
Y ante esta polémica ¿qué ha dicho el gobierno español? Nada. Ha dado la callada por respuesta y, salvo que le venga impuesto desde la Unión Europea, no piensa actuar en contra de los intereses de la gran banca y los políticos regionales que dirigen las Cajas de Ahorros. Primera elección.
El caso de la dación en pago es probablemente más técnico pero de más calado social. En España, como cerca de 150.000 familias han descubierto dolorosamente, las hipotecas son créditos con garantía real. Es decir, que en el crédito que nos conceden para la compra de la vivienda esta última actúa tan solo como garantía. Dicho con un ejemplo. Supongamos que fiándonos de la evolución de la economía española nos compramos en 2006 un apartamento por 200.000 euros. Desde ese momento hasta el presente hemos pagado 15.000 euros, pero, por motivos ajenos a nuestra voluntad (paro, enfermedad…), no podemos seguir haciendo frente a la cuota hipotecaria. En un país como Estados Unidos ejecutaríamos la dación en pago y enviaríamos las llaves al banco que se haría cargo del inmueble. Habríamos perdido los 15.000 euros que pagamos entre 2006 y 2010 pero quedaríamos libres de deuda.
En España el banco, después de varios requerimientos, nos embarga la casa y esta sale a subasta, adjudicándose supongamos en 120.000 euros. En ese caso nos quedan 65.000 euros por pagar, que junto a los gastos de juicio etc. pueden situarnos en una deuda de 100.000 euros. En resumen, perdimos 15.000 euros, nos hemos quedado sin casa y además tenemos una deuda con el banco de 100.000 euros más.
La dación en pago supone, de hecho, el que todos los que cometieron una imprudencia asuman su parte de culpa. Porque si bien, siguiendo con el ejemplo, nosotros fuimos unos insensatos asumiendo una deuda a la que no podíamos hacer frente, también es responsabilidad del banco o la Caja de Ahorros el habernos prestado ese dinero –muchas veces incluso más del 100% del valor de la vivienda-. Pero en España, como hemos visto, todo recae sobre el comprador, y el banco/caja se vuelven a escapar indemnes. Parece lógico, por tanto, que una gran parte de esas 150.000 familias hayan demandado al Gobierno una política social consistente en ejecutar la dación en pago en casos muy justificados. ¿Y qué ha dicho el Presidente?: nada, lo que demuestra una gran insensibilidad social.
En definitiva, que cuando el Ejecutivo ha tenido que resolver el dilema de Samuelson, es decir, elegir entre la política social y la banca, su elección ha sido muy clara: ¿a quién quieres más, a papá/banca que te da la propina, o a mamá/ciudadanos que te da los votos? Como lo de mamá solo se produce una vez cada cuatro años y quedan todavía dos, papá gana por goleada. Sin comentarios sobre el izquierdismo del gobierno.

© José L. Calvo y José A. Martínez. 2010.

lunes, 5 de abril de 2010

El aristotélico debate sobre Grecia: cada cual en su sitio o a cada uno lo suyo

En el momento crítico, el líder de un ejército actúa como aquél que ha escalado una altura y luego le da una patada a la escalera que ha dejado atrás. Alejándola, conduce a sus hombres a lo más profundo del territorio hostil antes de traslucir sus intenciones. Quema sus naves y rompe las ollas.
Si la política es el arte de lo posible, justo es convenir que la Política Económica es el arte de la estrategia. El debate que ha tenido lugar entre los países de la Unión Europea a raíz de la crisis financiera que sufre Grecia ha mostrado la situación real de la UE, así como los diferentes intereses existentes y el futuro que se vislumbra en el gobierno de la Eurozona. Grecia ha provocado que los mercados perciban que la posibilidad de quiebra es alta (la probabilidad implícita en la cotización de los CDS es de un 50% en 10 años) lo que ha supuesto que desde distintos foros se haya propuesto cambiar la política económica europea mediante una emisión de deuda común o creando un fondo de rescate de esa deuda, junto con una estrategia de coordinación ante los desequilibrios interiores y exteriores. Por eso la reciente reunión del Consejo Europeo no ha proporcionado mucha luz sobre el camino a seguir para solucionar el problema fiscal de la nefasta gestión griega.
En cuanto a las posiciones, hemos podido comprobar que las ideas que tienen de la UE el presidente Zapatero y Angela Merkel son contrapuestas, mientras que también se ha visto cómo Sarkozy antepone sus intereses personales a los del país. Comenzando por este último, la posición del Presidente francés en contra de la entrada del Fondo Monetario Internacional en la financiación de la intervención en Grecia parece estar más en consonancia con su oposición a que el actual presidente de esa institución y posible candidato futuro a la Presidencia francesa dirija la recuperación y con ello obtenga una victoria política, que a cuestiones meramente de gestión económica.
Por su parte, Angela Merkel, influenciada por la racionalidad y las elecciones municipales del 9 de mayo, ha optado por una posición más dura y, al final, ha impuesto su criterio de que entre el FMI en la intervención. De todos es sabido el alto volumen de tenencia de bonos griegos por los bancos alemanes. A pesar del intenso debate surgido entre el Bundesbank, el Ministerio de Finanzas y la propias Cancillería, la postura de Alemania podría resumirse como sigue: si “resolvemos el problema en casa” y asumimos la financiación de la deuda griega entre los países de la UE, principalmente Alemania y Francia, entonces no habrá instrumento que nos permita obligar a Grecia a adoptar una política económica consecuente con los objetivos de reducción del déficit; por el contrario, la intervención del FMI obliga al país que recibe la ayuda, por definición, a adoptar medidas de política económica muy duras y restrictivas.
Justo lo contrario ha debido pensar el presidente Zapatero, que aplicando el refrán español de “cuando las barbas de tu vecino…” y a sabiendas de que más temprano que tarde su indecisión puede llevar a una intervención en nuestro país, ha buscado una “salida entre amiguetes” de la Eurozona, tratando de evitar a toda costa la presencia del FMI, que en esa futura intervención condicionará la política económica de su gobierno, obligándole a adoptar todas esa medidas que hoy por hoy se siente incapaz de implementar por su impopularidad.
Otro de los hechos que han surgido de este debate es la demostración de lo ridícula que resulta en la actualidad la presidencia rotativa de la UE y la contrastación de que ya existe de facto una auténtica presidencia económica, al menos de la Eurozona. La capacidad de influencia de España como presidenta de turno ha sido nula, mientras que por el contrario los auténticos ostentadores del poder económico han sido, claramente, Francia y Alemania que han impuesto sus criterios al resto de los miembros.
Finalmente, dos resultados de la crisis griega muy importantes: en primer lugar la “seriedad” de la Eurozona y sus dirigentes que no se han dejado engañar y que han optado por la “cirugía correctiva” más dura, independientemente de las quejas del país afectado, Grecia, y de los que en el futuro próximo pueden serlo, España; y en segundo lugar la clara necesidad de un gobierno único en la Eurozona. Una moneda única necesita un solo gobierno que defina claramente no ya la política monetaria sino también la fiscal, con el objetivo de controlar el déficit y permitir un funcionamiento correcto en los mercados internacionales y evitar que la irresponsabilidad de algunos gobiernos afecte al resto de los países y al euro.
Aunque pueda parecer lo contrario, España ha salido ganando con la resolución del problema griego. Si el gobierno es lo suficientemente inteligente como para entenderlo, el mensaje lanzado por la Eurozona ha sido muy claro: o adoptas las medidas necesarias o las adoptaremos por ti. Así, la capacidad de maniobra del Gobierno en materia de política económica se ha visto muy reducida, y la obligatoriedad de tomar medidas que no desea es cada vez más inminente. Y eso es una buena noticia. Es incluso una oportunidad para nuestros políticos de demostrar su liderazgo.

© José A. Martínez y José L. Calvo