martes, 9 de noviembre de 2010

Una pequeña lección de economía: el sistema financiero y la eficiencia de los mercados

"Si el ejército no tiene disciplina, quiere decir que el general no es tomado en serio, porque si el general carece de autoridad, el ejército se halla en desorden".

Carl Menger (fundador de la escuela austríaca de economía) publicaba en 1871 los Principios de Economía Política donde defiende la naturaleza caótica de lo económico. Ludwig von Misses y Friedrich Hayek (Premio Nobel en 1974) argumentaban que un Estado que dirige su economía desde el centro tenderá a su desaparición porque nunca tendrá información suficiente acerca de lo que impulsa a los ciudadanos individuales a tomar sus decisiones.
En los últimos meses hemos podido ver cómo un fantasma recorre Europa: el fantasma del neoliberalismo. Bajo ese término se esconde una ideología que se asienta en el postulado básico de que los mercados son eficientes en la asignación de los recursos y por ello predica una reducción drástica del sector público, con la privatización de la mayoría de sus servicios, y la introducción de una ilimitada competencia en los mercados, flexibilizándolos y eliminando cualquier regulación, ya sea en el mercado laboral, el financiero, o los de productos… Esta corriente, que nació en Austria, defiende el individualismo y la idea de que la economía es arte, quizás más que ciencia, por eso insisten en que los individuos sean libres para tomar decisiones: el famoso "laissez faire". Este planteamiento dirige la política económica defendida por la canciller alemana, Angela Merkel, los conservadores británicos de David Cameron o Mariano Rajoy en el PP español, y fue la semilla del reaganismo y del thatcherismo.
Tres hechos queremos destacar en relación a esta doctrina: en primer lugar el error de hacer equivaler mercado y eficiencia; en segundo término la inaplicabilidad de esa equivalencia a los mercados financieros; y en tercer lugar el hecho de haber introducido criterios políticos en la Economía. Comenzaremos por este último.
Durante el siglo XX la Economía con mayúsculas se vanaglorió de ser una “ciencia exacta”. Tanto la Microeconomía como la Macroeconomía utilizaron modelos matemáticos muy sofisticados para obtener las leyes que gobiernan el comportamiento económico de los agentes y mercados, intentando convencer a la opinión pública de que estaban mucho más cerca de la Física que de ciencias sociales como la Sociología o la Psicología. Se podían obtener así resultados irrefutables, como la Ley de Say, equiparables a la distancia al Sol o la ley de la gravedad.
El problema es que esos modelos de la Teoría Económica solo han servido para predecir el pasado –han leído bien-. La reaparición del neoliberalismo y la introducción de fuertes componentes ideológicos y de modelo de sociedad en su planteamiento han servido, al menos, para devolver a la Economía a donde pertenece: al “saco” de las ciencias sociales en las que sus leyes no son inalterables sino que se ajustan a cada momento y situación concreta. Por eso discutimos de política económica, porque no siempre sirve la misma, y como ya hemos comentado en este blog la propuesta neoliberal puede provocar un empeoramiento de la crisis, además de destruir el Estado del Bienestar.
La primera de las cuestiones planteadas hace referencia al supuesto de que la asignación de los recursos producida por el mercado es la más eficiente posible. A veces, cuando oímos a ilustres economistas como Robert Lucas o en su momento el difunto Milton Friedman nos entra la duda de si su nivel profesional deja mucho que desear o, por el contrario, tratan de engañarnos. Nosotros suspenderíamos a cualquier alumno de primero de Economía que dijese que la asignación de mercados oligopolísticos, con información imperfecta e incertidumbre es óptima. La eficiencia tan solo es posible en mercados perfectos: en competencia perfecta, con información perfecta y con perfecta certidumbre. Y esos mercados, como nuevamente sabe hasta un alumno de primero, no existen en la realidad. Hay que introducir muchos ceateris paribus para lograr la eficiencia. Por eso, afirmar que los mercados reales son eficientes es una falacia que, nuevamente, está teñida de ideología.
Por último, las reglas de funcionamiento de los mercados de productos no pueden aplicarse al mercado financiero. En el caso de este último, cuando el precio aumenta la demanda no disminuye como regla general, sino que muy probablemente se incrementa. El motivo está en que el alza del precio supone un incremento del rendimiento de los poseedores de activos, lo que atrae a nuevos compradores, reforzando el aumento de precio. Es lo que nuestros colegas franceses aterrés denominan los feedback positivos, que agravan los desequilibrios y que provocan burbujas especulativas: alzas de precios que se retroalimentan. Algo muy similar a lo que ocurrió con la burbuja inmobiliaria en nuestro país, donde el valor una vivienda no tenía nada que ver con su precio, que crecía y crecía ante el comportamiento especulativo de todos los agentes.
Es por estos motivos por los que es absolutamente necesario regular el sistema financiero en lugar de dejarlo “campar por sus respectos” como propone el neoliberalismo. Porque la banca y el resto de los agentes financieros han dejado de cumplir su labor, transferir los recursos desde las unidades de gasto con superávit a las que tienen déficit y financiar las actividades de la economía real. Por el contrario, se han dedicado a especular no con sus recursos sino con los de todos nosotros, los depositantes, a sabiendas de que si salía mal los estados tendrían que intervenir para que el sistema económico no se colapsase. Y encima ni nos han pedido permiso.
Unos fantasmas recorren Europa: los economistas neoliberales. Si los ven llévenlos a cualquier facultad de Economía para que estudien las lecciones iniciales de nuestra “ciencia”.

© José L. Calvo y José A. Martínez ,2010.

2 comentarios:

Tomás García Broceño dijo...

Queridos compañeros y compañeras:

Clarividente, preciso y necesario. El artículo debería ser leído por muchos de los ciudadanos que confían ciegamente en que un cambio político resolvería la crisis por el manejo de la economía en épocas anteriores del Partido Popular, en este caso.

La Economía, al igual que la Sociología, la Psicología o la Pedagogía, es una Ciencia, con una ciertas connotaciones diferenciales. No son Ciencias de laboratorio donde las variables objeto de análisis puedan ser separadas y controladas, para determinar la influencia de nuestras intervenciones en una variable dependiente determinada.

Y eso hace que sean muchas las variables extrañas que influyen en la situación, y que son difíciles de controlar a priori. En el caso de la Economía las variables macroeconómicas del momento influyen decisivamente en la situación de los mercados.

Totalmente de acuerdo, en la importancia de que el Estado tiene una importante función para cubrir las ineficiencias de los mercados, que son muchas, ya que la mayoría de los mercados de bienes y servicios son oligopolios con mayor o menos extensión, y la retirada del Sector Público, castiga a los demandantes. Pensar que el mercado se regula sólo es una utopía. Pensemos en las soluciones que desde esa perspectiva pueden aportarse en el mercado actual de trabajo. La búsqueda del punto de equilibrio de la oferta y la demanda, puede acabar en tragedia para los trabajadores, perdiendo poder adquisitiva y siendo sometidos a condiciones laborales no conocidas desde hace muchos años, lo cual sería un retroceso importante. Es necesario por tanto, apostar por el Estado como agente económico activo y vigilante del correcto funcionamiento de los mercados.

El sistema financiero ha sido quizá el mercado que más ha cambiado en los últimos años, se ha renovado, quizá más rápido de lo que las unidades económicas intervinientes necesitan para adaptarse, y los nuevos y múltiples productos siguen la dinámica de conseguir la máxima rentabilidad con el mínimo riesgo. El precio del dinero y de los activos subyacentes a las transacciones que en ellos tienen lugar no siempre coinciden, por lo que es necesario una regulación por parte de las autoridades económicas a nivel internacional.

Sólo un sistema financiero saludable permitirá un crecimiento económico sostenible y duradero. Pero también es cierto que la intención de buscar un máximo de rentabilidad en el menor tiempo posible, o la existencia en muchos casos de una correlación negativa entre rentabilidad y control del sistema financiero, favorece el diseño de nuevos instrumentos que rentabilicen las inversiones realizadas. Ese es el principal riesgo de la economía occidental, que el sistema financiero no permita un funcionamiento adecuado del dinero en circulación, creando ineficiencias adicionales a la economía difíciles de resolver.

Aunque el principal riesgo de la economía es el inadecuado, demagógico e interesado uso que hacen los políticos de la economía, utilizándola para el logro de sus intereses partidistas, proponiendo recetas de laboratorio, sin tener en cuenta que el escenario real es lo suficientemente complejo, como para que funcione según el diseño prometido. Quizá sea a los políticos a los que hay que proponer que no usen el nombre de la economía en vano, desvirtuando una Ciencia tan noble como la física o la biología, con un método y unas técnicas propias de las Ciencias Sociales.

Saludos desde la Alcarria,

TOMÁS GARCÍA

Anónimo dijo...

Magistral una vez más la decisión de los profesores de seguir denunciando públicamente los nuevos fantasmagóricos tiempos del Neoliberalismo.
En nuestro país no hay más que ver cómo hemos llegado a una situación tan lamentable.
A modo de ejemplo, sirvan tan solo unos flashes:
1. El “caladero” del sector de la construcción ha acabado por secarse. Muchos trabajadores están en el paro y no tienen posibilidad de reconvertirse a otros sectores.

2. Tengo amigos y conocidos que depositaron sus ahorros en productos financieros que ni el propio director del banco entendía. Hoy se han convertido en coleccionistas de “cromos del coyote” –o papel mojado-. Es decir, nada. ¡A reclamar al maestro armero!

3. Tengo un vecino de 66 años al que un director de sucursal le “endosó” un plan de pensiones. ¡Mamma mía!

4. Otro tipo de flash. La única obsesión del partido en la oposición es llegar al poder a cualquier costa. Precisamente, utiliza como reclamo las supuestas “pócimas” del pasado que ya curaron a un enfermo. Ahora son otros los males que nos aquejan; se trata de una situación y de otro entorno mucho más complicado. Y además confundimos los síntomas con la propia enfermedad.

5. Otro flash. La esperanza del Presidente del Gobierno es que las cosas se vayan arreglando solas y que el panorama mejore un poco hasta las próximas elecciones. Mientras tanto, un poco de “Facelift” a modo de remodelación por aquí y por allá; algo o mucho de “estopa” al Sr. Rajoy y a sus secuaces; anuencia de los medios de comunicación amigos, y a esperar algún que otro “destape” en forma de escándalo contra el PP. Con esto conseguirá distraer la atención del electorado y que olvidemos lo pasado y lo presente.

6. Un flash más. Muchos directores de empresas, públicas y privadas, tienen como único plan de choque, recortar estructura como sea. Parece evidente que no ven posibilidad de incrementar o mantener sus ingresos. Pero, ¿qué hacemos con los trabajadores que van al paro?
7. Por último. El peso que tiene España en la toma de decisiones internacional es cada vez más testimonial (por si no era débil por sí mismo). Además, parece que hay miedo a levantar la voz, no sea que nos amenacen con que nuestra situación puede ser la misma que Grecia y/o Irlanda. Pero claro, qué es lo que van a proponer y defender aquellos que creen que Keynes es el nombre de un nuevo juego de playstation. Los más espabilados creen que se trata de un productor de cine americano.
Creo que algunos economistas neoliberales deben pasar antes por la cola del paro. Luego, claro está, por cualquier facultad de economía.