El mando se refiere a las cualidades del general en cuanto a sabiduría, sinceridad, benevolencia, valentía y disciplina. Porque la guerra es un asunto de vital importancia para el Estado; una cuestión de vida o muerte; el camino para la supervivencia o la ruina.
En dialecto leonés existe el término turrión que bien podría definirse como “una persona obcecada hasta el infinito”. Les pondremos un ejemplo: en estos últimos días, con el temporal de agua y nieve que estamos sufriendo, un turrión bien podría decir que hace un día fantástico. Si usted insiste y trata de hacerle razonar, de explicarle que una temperatura de varios grados bajo cero no puede calificarse de calurosa, él se enrocará e insistirá en que la temperatura es muy agradable. Y para demostrárselo se pondrá el traje de baño, cogerá las gafas de sol y la toalla e incluso se irá al río y se bañará, aunque ello le suponga una pulmonía.
La actitud del Sr. Zapatero ha sido turriona desde el comienzo. Como si esto no pudiera pasarle a él, se negó durante prácticamente casi un año a admitir el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, generadora de una crisis que se iba complicando cada día que él y sus responsables económicos no tomaban ninguna decisión; una vez admitida la crisis pensó que iba a ser cosa de unos meses, y se lanzó a una política de demanda –los 400 euros o el Plan E, que bien se podría haber denominado el Plan D de desperdicio- llevando a cabo un gasto público improductivo que disparó el déficit. Pero no había problema según el Presidente, ya que los ingresos de este 2010, ya en recuperación, iban a más que compensar los gastos de 2009; posteriormente presentó un Plan de Economía Sostenible que giraba alrededor de la innovación y las nuevas energías –no sabemos cómo habrá interpretado el Presidente la noticia de la nueva planta nuclear en Estados Unidos aprobada por Obama, el referente de nuestro gobierno ecologista-. De este Plan hace mucho que no sabemos nada, y a juzgar por los Presupuestos parece que nació muerto; y ahora, en que la situación es muy complicada –dramática si los mercados no se creen su discurso y reaccionan contra la deuda pública española- sigue empecinado en que la recuperación está a la vuelta de la esquina y no necesita a nadie más para definir la política económica, ya que la suya es la única correcta.
Como se puede apreciar, el problema del Presidente no es que esté equivocado, sino en que es incapaz de reconocer sus errores por turrión. A eso hay que sumar el corifeo de gobierno y de partido que ha organizado, en el que nadie le da la réplica, bien por falta de preparación o bien por evitar aquello que tan gráficamente describió Alfonso Guerra en su momento: el que se mueve no sale en la foto.
Pero lo que no comprende nuestro turrión Presidente es que la situación económica española es lo suficientemente delicada como para no poder mantener esa actitud. La solución de la gravísima crisis que atravesamos pasa, en primer lugar, por reconocer tanto su existencia como su profundidad para a continuación definir las medidas que se deben adoptar. Medidas que son conocidas por todos aquellos que tienen algunos conocimientos de economía: reformas estructurales y, muy especialmente, urge la modernización del mercado de trabajo, eliminando la dicotomía actual contratos fijos/temporales y permitiendo los ajustes vía precios (salarios) para justamente evitar los ajustes vía cantidades (paro); eliminación de las trabas burocráticas para la creación de empresas y posibilitar ayudas a los emprendedores; reorganización del sistema financiero, con la venta de aquellas entidades insolventes independientemente de criterios políticos y nacionalistas; reducción del gasto público con un control exhaustivo del que llevan a cabo las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos. En definitiva, reconocer que sólo somos la cuarta potencia económica de la Unión Europea, que hemos gastado mucho más de lo que teníamos y que ahora nos toca apretarnos el cinturón. Se acabó la época de las sonrisas y ahora toca trabajar en serio.
Por cierto, y hablando de la Unión Europea, es muy importante recordar que el euro es una moneda sin Estado y, como ha señalado Jean Marie Colombani, "la zona euro es la moneda más el Pacto de Estabilidad; y la confianza en la moneda depende de que sus miembros respeten o no el Pacto" y, claro, es más que posible que nuestras cuentas públicas preocupen en Alemania y Francia; de esta forma nuestro turrión nacional podría encontrarse con la horma de su zapato en el mismo espacio en el que tanto le gusta fotografiarse: tras las medidas adoptadas por la UE con respecto a Grecia y sobre todo tras las amenazas implícitas y explícitas, no sería nada de extrañar que dentro de poco el triunvirato Trichet, Merkel, Sarkozy pusiera contra las cuerdas a nuestro gobierno y le obligase a tomar medidas que hasta ahora se ha negado a adoptar. Como se ha señalado en diversos foros el verdadero problema del Eurosistema y su moneda no es Grecia sino España. Y su credibilidad pasa, en esa medida, por la de nuestra economía.
Así, y gracias a esa actitud tan turriona, habríamos pasado de un gran pacto nacional a una imposición de nuestros socios europeos. Porque una cosa es clara: la economía española necesita crecer a un mínimo del 2% para generar empleo y todavía estamos en tasas negativas, muy endeudados y con un déficit descomunal. Nuestra economía está gravemente herida y alguien debe solucionarlo. Zapatero debe cejar en su obstinación y entender, como en la cita del general, que la situación es grave, que debe tomar decisiones inmediatamente y que de lo que haga depende el que sigamos la senda de la supervivencia o la ruina.
© José L. Calvo y José A. Martínez
En dialecto leonés existe el término turrión que bien podría definirse como “una persona obcecada hasta el infinito”. Les pondremos un ejemplo: en estos últimos días, con el temporal de agua y nieve que estamos sufriendo, un turrión bien podría decir que hace un día fantástico. Si usted insiste y trata de hacerle razonar, de explicarle que una temperatura de varios grados bajo cero no puede calificarse de calurosa, él se enrocará e insistirá en que la temperatura es muy agradable. Y para demostrárselo se pondrá el traje de baño, cogerá las gafas de sol y la toalla e incluso se irá al río y se bañará, aunque ello le suponga una pulmonía.
La actitud del Sr. Zapatero ha sido turriona desde el comienzo. Como si esto no pudiera pasarle a él, se negó durante prácticamente casi un año a admitir el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, generadora de una crisis que se iba complicando cada día que él y sus responsables económicos no tomaban ninguna decisión; una vez admitida la crisis pensó que iba a ser cosa de unos meses, y se lanzó a una política de demanda –los 400 euros o el Plan E, que bien se podría haber denominado el Plan D de desperdicio- llevando a cabo un gasto público improductivo que disparó el déficit. Pero no había problema según el Presidente, ya que los ingresos de este 2010, ya en recuperación, iban a más que compensar los gastos de 2009; posteriormente presentó un Plan de Economía Sostenible que giraba alrededor de la innovación y las nuevas energías –no sabemos cómo habrá interpretado el Presidente la noticia de la nueva planta nuclear en Estados Unidos aprobada por Obama, el referente de nuestro gobierno ecologista-. De este Plan hace mucho que no sabemos nada, y a juzgar por los Presupuestos parece que nació muerto; y ahora, en que la situación es muy complicada –dramática si los mercados no se creen su discurso y reaccionan contra la deuda pública española- sigue empecinado en que la recuperación está a la vuelta de la esquina y no necesita a nadie más para definir la política económica, ya que la suya es la única correcta.
Como se puede apreciar, el problema del Presidente no es que esté equivocado, sino en que es incapaz de reconocer sus errores por turrión. A eso hay que sumar el corifeo de gobierno y de partido que ha organizado, en el que nadie le da la réplica, bien por falta de preparación o bien por evitar aquello que tan gráficamente describió Alfonso Guerra en su momento: el que se mueve no sale en la foto.
Pero lo que no comprende nuestro turrión Presidente es que la situación económica española es lo suficientemente delicada como para no poder mantener esa actitud. La solución de la gravísima crisis que atravesamos pasa, en primer lugar, por reconocer tanto su existencia como su profundidad para a continuación definir las medidas que se deben adoptar. Medidas que son conocidas por todos aquellos que tienen algunos conocimientos de economía: reformas estructurales y, muy especialmente, urge la modernización del mercado de trabajo, eliminando la dicotomía actual contratos fijos/temporales y permitiendo los ajustes vía precios (salarios) para justamente evitar los ajustes vía cantidades (paro); eliminación de las trabas burocráticas para la creación de empresas y posibilitar ayudas a los emprendedores; reorganización del sistema financiero, con la venta de aquellas entidades insolventes independientemente de criterios políticos y nacionalistas; reducción del gasto público con un control exhaustivo del que llevan a cabo las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos. En definitiva, reconocer que sólo somos la cuarta potencia económica de la Unión Europea, que hemos gastado mucho más de lo que teníamos y que ahora nos toca apretarnos el cinturón. Se acabó la época de las sonrisas y ahora toca trabajar en serio.
Por cierto, y hablando de la Unión Europea, es muy importante recordar que el euro es una moneda sin Estado y, como ha señalado Jean Marie Colombani, "la zona euro es la moneda más el Pacto de Estabilidad; y la confianza en la moneda depende de que sus miembros respeten o no el Pacto" y, claro, es más que posible que nuestras cuentas públicas preocupen en Alemania y Francia; de esta forma nuestro turrión nacional podría encontrarse con la horma de su zapato en el mismo espacio en el que tanto le gusta fotografiarse: tras las medidas adoptadas por la UE con respecto a Grecia y sobre todo tras las amenazas implícitas y explícitas, no sería nada de extrañar que dentro de poco el triunvirato Trichet, Merkel, Sarkozy pusiera contra las cuerdas a nuestro gobierno y le obligase a tomar medidas que hasta ahora se ha negado a adoptar. Como se ha señalado en diversos foros el verdadero problema del Eurosistema y su moneda no es Grecia sino España. Y su credibilidad pasa, en esa medida, por la de nuestra economía.
Así, y gracias a esa actitud tan turriona, habríamos pasado de un gran pacto nacional a una imposición de nuestros socios europeos. Porque una cosa es clara: la economía española necesita crecer a un mínimo del 2% para generar empleo y todavía estamos en tasas negativas, muy endeudados y con un déficit descomunal. Nuestra economía está gravemente herida y alguien debe solucionarlo. Zapatero debe cejar en su obstinación y entender, como en la cita del general, que la situación es grave, que debe tomar decisiones inmediatamente y que de lo que haga depende el que sigamos la senda de la supervivencia o la ruina.
© José L. Calvo y José A. Martínez