lunes, 28 de mayo de 2012

Los recortes sí tienen ideología

No establezcas alianzas con cuanto hay bajo el cielo. No busques equilibrio en cuanto hay bajo el cielo. Confía en tus propios recursos
Partamos de dos principios que dan sentido al alter ego de este blog: la economía es 90% sentido común y 10% técnica; y lo que le ha faltado a la economía española durante los últimos quince años ha sido justamente eso, sentido común. Por ese motivo, porque como el hijo pródigo de la parábola hemos derrochado la fortuna del país en fastos y gastos estúpidos, porque nos dedicamos a especular en lugar de trabajar pensando que el dinero crecía en los ladrillos, es por lo que estamos donde estamos. Y lo primero que hay que hacer es introducir una regla sencilla de sentido común: a largo plazo no puedes gastar más de lo que tienes. Dicho en Román paladín, hay que reducir nuestros gastos.
Pero aquí nuevamente hay dos elementos a considerar: de dónde recortar y cómo hacerlo. Y esto, como dice el título de este post, sí tiene ideología. Porque hay –o debería haber- una diferencia conceptual básica entre la derecha y la izquierda político-económico-social: mientras que la izquierda defiende lo público, la derecha se decanta por la defensa de lo privado.
Pongamos uno de los ejemplos más significativos de recorte que ha introducido el gobierno del PP: la educación. Lo que ha hecho la derecha está claro: “meter tijera” de forma indiscriminada. Pero ¿qué debería proponer una izquierda “de verdad”? (en este blog no me verán nunca referirme al PSOE como izquierda. Ya me cuesta trabajo con IU).
Dividamos entre la educación básica y la superior, porque son muy diferentes. La izquierda, por definición, debe defender la enseñanza universal y pública. En esa medida, y dado que hay que recortar gastos, su propuesta para la enseñanza básica debería ser evidente: quitar la subvención a los colegios concertados y pasar ese dinero al sistema público. El criterio: el que quiera educar a sus hijos en un colegio privado que lo pague. La financiación de la enseñanza concertada sigue el mismo razonamiento que si yo quisiera que me subvencionasen ir en taxi a trabajar: hay una buena red de transporte público en Madrid pero yo no lo quiero usar y prefiero desplazarme en un vehículo privado; que me lo subvencionen.  Absurdo ¿no?  
En la enseñanza universitaria la cosa es mucho más complicada. Veamos primero qué ha hecho el PP: incrementar las tasas y prácticamente eliminar las becas. En cuanto a lo primero, si la izquierda “de verdad” dejase de hacer demagogia y leyese un poco, vería que hace ya muchos años que la Economía de la Educación demostró que la universidad gratuita es un sistema de subvención indirecta de los pobres (los que no pueden renunciar a trabajar para ir a la universidad) a los ricos (los que pueden hacerlo). Además, los rendimientos de los estudios universitarios son elevados, tanto en reducción de la tasa de paro como en ingresos (por poner un ejemplo, un estudiante de medicina en la universidad pública española que obtiene un trabajo en el Reino Unido amortiza su inversión en educación en menos de 6 meses). Por último, y para recordar algo que ya forma parte de la historia pero que es bueno no olvidar, desde la izquierda más radical, esa que hoy está en la calle, se apoyaba la política de la antigua URSS que no permitía emigrar a ningún ciudadano hasta que éste no había compensado al estado por la inversión que había hecho en él, sobre todo si era un famoso científico, bailarín… Por lo tanto una primera propuesta que hunde sus raíces en los principios básicos de la izquierda: que cada estudiante universitario pague en función de sus posibilidades.
Vamos a las becas porque aquí sí que hay una gran diferencia entre la izquierda y la derecha. La propuesta del PP es una carga de profundidad a la igualdad de oportunidades. Al eliminar las becas, o una parte sustancial de ellas, se priva del acceso a la universidad a aquellos que no pueden pagarla, más aún con las subidas de tasas. Esto último, al no llegar las tasas al coste real, hace más regresivo aún el sistema universitario: con la propuesta del gobierno se sigue subvencionando una parte muy importante de la educación universitaria pero tan solo a los ricos, a los que pueden pagar las tasas íntegras, sin posibilidad ni de beca ni de financiación vía créditos al estudio.
   Después de esta argumentación, lo que yo creo que debería ser una propuesta de izquierdas: tasas académicas cada vez más cercanas al coste real de la enseñanza universitaria y una buena política de becas/créditos de estudio que permita a los alumnos sin recursos suficientes financiar su educación.
En definitiva, lo que primero que deberíamos pedirle a la izquierda es sentido común de lo público y una actitud valiente y sensata en su defensa. Todo lo demás es demagogia barata. Más aún, el no haberse atrevido a hacer las reformas necesarias desde una perspectiva ideológica de izquierdas es lo que ha permitido que ahora la hagan desde la visión de la derecha.
© José L. Calvo