lunes, 5 de abril de 2010

El aristotélico debate sobre Grecia: cada cual en su sitio o a cada uno lo suyo

En el momento crítico, el líder de un ejército actúa como aquél que ha escalado una altura y luego le da una patada a la escalera que ha dejado atrás. Alejándola, conduce a sus hombres a lo más profundo del territorio hostil antes de traslucir sus intenciones. Quema sus naves y rompe las ollas.
Si la política es el arte de lo posible, justo es convenir que la Política Económica es el arte de la estrategia. El debate que ha tenido lugar entre los países de la Unión Europea a raíz de la crisis financiera que sufre Grecia ha mostrado la situación real de la UE, así como los diferentes intereses existentes y el futuro que se vislumbra en el gobierno de la Eurozona. Grecia ha provocado que los mercados perciban que la posibilidad de quiebra es alta (la probabilidad implícita en la cotización de los CDS es de un 50% en 10 años) lo que ha supuesto que desde distintos foros se haya propuesto cambiar la política económica europea mediante una emisión de deuda común o creando un fondo de rescate de esa deuda, junto con una estrategia de coordinación ante los desequilibrios interiores y exteriores. Por eso la reciente reunión del Consejo Europeo no ha proporcionado mucha luz sobre el camino a seguir para solucionar el problema fiscal de la nefasta gestión griega.
En cuanto a las posiciones, hemos podido comprobar que las ideas que tienen de la UE el presidente Zapatero y Angela Merkel son contrapuestas, mientras que también se ha visto cómo Sarkozy antepone sus intereses personales a los del país. Comenzando por este último, la posición del Presidente francés en contra de la entrada del Fondo Monetario Internacional en la financiación de la intervención en Grecia parece estar más en consonancia con su oposición a que el actual presidente de esa institución y posible candidato futuro a la Presidencia francesa dirija la recuperación y con ello obtenga una victoria política, que a cuestiones meramente de gestión económica.
Por su parte, Angela Merkel, influenciada por la racionalidad y las elecciones municipales del 9 de mayo, ha optado por una posición más dura y, al final, ha impuesto su criterio de que entre el FMI en la intervención. De todos es sabido el alto volumen de tenencia de bonos griegos por los bancos alemanes. A pesar del intenso debate surgido entre el Bundesbank, el Ministerio de Finanzas y la propias Cancillería, la postura de Alemania podría resumirse como sigue: si “resolvemos el problema en casa” y asumimos la financiación de la deuda griega entre los países de la UE, principalmente Alemania y Francia, entonces no habrá instrumento que nos permita obligar a Grecia a adoptar una política económica consecuente con los objetivos de reducción del déficit; por el contrario, la intervención del FMI obliga al país que recibe la ayuda, por definición, a adoptar medidas de política económica muy duras y restrictivas.
Justo lo contrario ha debido pensar el presidente Zapatero, que aplicando el refrán español de “cuando las barbas de tu vecino…” y a sabiendas de que más temprano que tarde su indecisión puede llevar a una intervención en nuestro país, ha buscado una “salida entre amiguetes” de la Eurozona, tratando de evitar a toda costa la presencia del FMI, que en esa futura intervención condicionará la política económica de su gobierno, obligándole a adoptar todas esa medidas que hoy por hoy se siente incapaz de implementar por su impopularidad.
Otro de los hechos que han surgido de este debate es la demostración de lo ridícula que resulta en la actualidad la presidencia rotativa de la UE y la contrastación de que ya existe de facto una auténtica presidencia económica, al menos de la Eurozona. La capacidad de influencia de España como presidenta de turno ha sido nula, mientras que por el contrario los auténticos ostentadores del poder económico han sido, claramente, Francia y Alemania que han impuesto sus criterios al resto de los miembros.
Finalmente, dos resultados de la crisis griega muy importantes: en primer lugar la “seriedad” de la Eurozona y sus dirigentes que no se han dejado engañar y que han optado por la “cirugía correctiva” más dura, independientemente de las quejas del país afectado, Grecia, y de los que en el futuro próximo pueden serlo, España; y en segundo lugar la clara necesidad de un gobierno único en la Eurozona. Una moneda única necesita un solo gobierno que defina claramente no ya la política monetaria sino también la fiscal, con el objetivo de controlar el déficit y permitir un funcionamiento correcto en los mercados internacionales y evitar que la irresponsabilidad de algunos gobiernos afecte al resto de los países y al euro.
Aunque pueda parecer lo contrario, España ha salido ganando con la resolución del problema griego. Si el gobierno es lo suficientemente inteligente como para entenderlo, el mensaje lanzado por la Eurozona ha sido muy claro: o adoptas las medidas necesarias o las adoptaremos por ti. Así, la capacidad de maniobra del Gobierno en materia de política económica se ha visto muy reducida, y la obligatoriedad de tomar medidas que no desea es cada vez más inminente. Y eso es una buena noticia. Es incluso una oportunidad para nuestros políticos de demostrar su liderazgo.

© José A. Martínez y José L. Calvo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo.Muy claro.Estoy de acuerdo.

Anónimo dijo...

Las tres-cuatro primeras líneas son una obra de arte.Qué bien escrito y planteado el tema.Tema complejo y aceptablemente resuelto.Están ustedes en estado de gracia.La conclusión es de alto nivel ,pero baja un poco en relación con el planteamiento inicial.La cita de entrada está muy bien escogida.
El conjunto del post es colosal.Milton Friedman.

Anónimo dijo...

Soy una estudiante española en la London School of Economics y acabamos de descubrir su blog,del que nos habían hablado maravillas.Es fabuloso.Deberían promocionarlo.Estamos completamente de acuerdo con el artículo ,les felicito.