viernes, 19 de marzo de 2010

Lecciones de política económica a corto, medio y largo plazo: el retorno del landismo

Si un ejército se implica en campañas prolongadas los recursos del Estado se quedarán cortos, si las armas están melladas y el ardor decae, si las fuerzas y los recursos se han agotado, los jefes del los Estados vecinos aprovecharán esa crisis para actuar.

El Consejo de Ministros aprobará proximamente el proyecto de Ley de Economía Sostenible con el que planea cambiar el patrón de crecimiento económico en un horizonte de diez años, orientándolo hacia sectores alternativos más productivos y que generen más empleo, disminuyendo paulatinamente la relevancia del sector constructor. El texto puede contener cambios con respecto al anteproyecto aprobado el pasado 27 de noviembre, después de que el Gobierno haya debatido el documento con partidos políticos, Comunidades Autónomas y agentes sociales, en general. En él, además de escenificarse la continuación del enfrentamiento del Gobierno con los internautas en defensa de "sus artistas”, se define como objetivo de medio y largo plazo un nuevo modelo económico español cuya competitividad descansará fundamentalmente en la I+D+i (innovación) y las energías alternativas.
Por otro lado, en los últimos días hemos escuchado a diferentes ministros proponer actuaciones a corto plazo que se centrarían en la rehabilitación de viviendas y el relanzamiento del turismo a través de la campaña I need Spain basada en nuestro estilo de vida, pero que incide en la idea de que “las fiestas en España acaban pronto... a primeras horas de la mañana”. Es decir, retomar el modelo económico tradicional español del “ladrillo, el toro y la sevillana”. El retorno del landismo. Pero, seamos serios, estos dos planteamientos son incompatibles.
El problema básico con el que se enfrenta el Ejecutivo es que tiene una política económica de medio y largo plazo que cualquier político y economista suscribiría en principio, pero que, al mismo tiempo, tiene planteadas restricciones a las que debe hacer frente a corto plazo y que le obligan a tomar medidas muy diferentes de ese objetivo primero. Nos explicaremos.
La implantación de la Sociedad del Conocimiento, la sustitución de energías no renovables y contaminantes por energías alternativas y más limpias, el hacer descansar la competitividad en la I+D y la innovación son objetivos de todas las economías a medio y largo plazo. Pero como decimos los economistas, las condiciones iniciales mandan. Para direccionar la economía española hacia esos objetivos habría que realizar una fuerte inversión pública en innovación y reorientar nuestra industria y los servicios. Ello daría como efectos colaterales un mayor endeudamiento –al gasto habría que sumar los incentivos fiscales necesarios para la implantación de empresas- y la imposibilidad de crear empleo a corto plazo, ya que la actual dotación de capital humano de nuestro país no es acorde con ese objetivo, y cambiar el modelo de crecimiento no es algo que se pueda hacer en un período corto de tiempo.
Dicho en román paladí, la consecución de los objetivos de la Ley de Economía Sostenible chocan frontalmente con las dos restricciones más importantes de nuestro país: un déficit público muy elevado y una tasa de paro insostenible. La Comisión Europea prevé que el PIB español aumentará sólo un 1% en 2011, que tenemos un déficit excesivo del que hay que rebajar nueve puntos y que nuestra deuda pública ( inferior al 40% del PIB en 2008, llegó al 55% en 2009 ) alcanzará el 74 % en 2013. Por ello, un Gobierno que quiera reducir el déficit y el paro hasta magnitudes controlables debe tomar medidas a corto plazo basándose en lo que realmente posee, es decir, en la estructura real de la industria y los servicios españoles, más allá de sus objetivos a largo plazo. Y de ahí surgen las medidas propuestas por los ministros que antes comentábamos: volver al modelo de crecimiento que está implantado, que hasta ahora nos ha funcionado y que, sobre todo, ha creado empleo: la construcción y el turismo de calidad media-baja (sol, playa y juerga). La Comisión Europea nos propone hacer una "economía inteligente": reformar las pensiones, lograr una eficacia energética, estimular la I+D y mejorar notablemente la inversión en educación y pide más esfuerzo de las Autonomías y medidas de recorte del gasto para bajar el déficit al 3% en 2013. Pero la realidad es que la crisis continua golpeando a la población española.
Es por eso que a pesar de las grandilocuentes palabras a las que ya nos tiene acostumbrados nuestro Presidente, la realidad impone sus criterios: la estructura económica española, la urgencia de no sufrir una debacle en unas elecciones que cada vez se ven más próximas y las presiones de la Unión Europea que no es tan optimista como el Ejecutivo y no se cree sus cuentas, reconducen los loables objetivos de política económica de medio y largo plazo hacia propuestas de política económica a corto plazo basadas en lo de siempre: ladrillo y “emociones españolas” (toros y fiesta). Claro que nadie ha dicho que la coherencia fuese una de las fortalezas del Gobierno.

© José L. Calvo y José A. Martínez 2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este blog suyo debería ser asignatura obligatoria en las universidades.Felicidades por su imparcialidad,generosidad y patriotismo.Ustedes sienten y quieren a España y plantean lo mejor para nuestro país.Les felicito y les animo a seguir haciendo tan brillantes artículos.Milton Friedman II.

Anónimo dijo...

Quizás el primer problema de España son los banqueros,los bancos y el sistema financiero que no prestan,que tienen una restricción de crédito notable;el segundo, el modelo económico trasnochado.El PSOE es incapaz de hacer una Política Económica adecuada,pero el PP lo que hizo fue fabricar la del "ladrillo":la burbuja inmobiliaria y no sé que es peor.Deberíamos ir a unos nuevos Pactos de la Moncloa.
Al menos eso pienso yo.Teresa.