jueves, 10 de septiembre de 2009

Algunas perlas de la política económica zapatista

Hazte estas preguntas: ¿qué gobernante tiene el Tao? ¿Qué general posee capacidad? ¿Quién consigue el cielo y la tierra? ¿Quién cumple el método y las órdenes? ¿Qué ejércitos y tropas son fuertes? ¿Qué oficiales y soldados están capacitados? ¿Qué recompensas y castigos deben producirse? A través de todo ello puedo conocer la victoria y la derrota
El Gobierno, y muy especialmente su Presidente, parecen haber vuelto de las vacaciones de verano con fuerzas renovadas para hacer frente a la crisis económica. Tanto en la comparecencia tras el primer Consejo de Ministros como en su intervención el 9 de septiembre en las Cortes Generales, el Sr. Zapatero ha dejado varias perlas de su peculiar forma de entender la economía –más bien no entender. ¡Qué lástima que no asistiese a las clases que quería darle Jordi Sevilla!-. Repasaremos brevemente algunos de sus comentarios.
Tras la reunión del Consejo de Ministros el Presidente defendió que lo peor de la crisis ya ha pasado porque “ya no se va destruir empleo a la misma tasa que en períodos anteriores”. Esto es, sencillamente, una perogrullada estadística. Es evidente que si en un año hemos pasado de 2 millones de parados a 4 millones la tasa de crecimiento ha sido del 100 por cien. Pero si ahora pasamos de 4 a 6 millones –mismo incremento absoluto- la tasa de crecimiento se habrá reducido a la mitad, el 50 por ciento. Pero ¿quiere esto decir que la situación ha mejorado o por lo menos que los ajustes necesarios ya se han producido? Con solo ese dato ningún economista se atrevería afirmarlo.
Segunda de las perlas, que además ha tenido su continuación en la intervención en las Cortes Generales: el déficit público se situará en 2012 por debajo del 3 por ciento del PIB. Algunos datos y un comentario. Con las cifras que maneja el Gobierno un déficit del 3 por ciento supondría unos 30.000 millones de euros; pero en la actualidad dicho déficit es de 100.000 millones, y la nueva presión fiscal que el Presidente prometió ayer va a suponer unos 15.000 millones de ingresos. Dado que la gran mayoría de los gastos ya están comprometidos y los ingresos sólo van a crecer en ese 1,5 por ciento del PIB, con una simple operación matemática podemos ver cómo en 2010 el déficit se situará, en la mejor de las posibilidades es decir si no tenemos en cuenta el pago de los intereses de esa deuda, en unos 85.000 millones de euros (8,5% del PIB). Dicho de otra forma, para que en 2012 las finanzas públicas españolas se situasen en el objetivo del Presidente sería necesario recaudar, como mínimo, 55.000 millones adicionales. Más que difícil prácticamente imposible, salvo que crezcamos a tasas que no conocimos ni en nuestras mejores épocas.
Tercera: el culpable de todo es el sector inmobiliario. Por fin el Presidente y la oposición están de acuerdo en algo y convienen en que un parte fundamental de la crisis que padecemos es interna y no impuesta internacionalmente. Pero lo sorprendente es que ni el PP ni el PSOE asumen ninguna culpa. Es como si toda la responsabilidad fuera de los bancos, de las inmobiliarias y de los ciudadanos que pretendimos enriquecernos rápidamente. Nadie se acuerda ya de que fue el Sr. Aznar el que creó e impulsó una política de crecimiento basada en el ladrillo y que el partido socialista, si bien llegó al poder en 2004 con la promesa de desmotar la burbuja inmobiliaria, se asentó en la bonanza que ésta proporcionaba a las finanzas públicas y no hizo nada para combatirla. Probablemente todos debemos entonar el mea culpa, pero muy especialmente los políticos que no ejercieron el control para el que fueron elegidos.
La última de las incoherencias del Gobierno en su lucha contra la crisis la hemos visto esta mañana, jueves 10 de septiembre, en la prensa: se reducirán las ayudas a la investigación en un 37 por ciento. Es decir, que mientras que se defiende que el nuevo modelo de crecimiento económico tiene que estar basado en la formación y la innovación, lo primero que se hace es disminuir los recursos destinados a estas actividades. Difícilmente se podrá crear ese nuevo modelo cuando se reducen los fondos destinados a su desarrollo, que probablemente se emplearán en la política social-populista.
En definitiva, el Presidente Zapatero sigue absolutamente fuera de la realidad económica, instalado en ese optimismo patológico tan suyo, con una política económica que tan solo puede ser calificada de errática e incoherente. Y todo por no querer ver la lo que efectivamente sucede: que la economía española necesita ajustes fundamentales en muchas áreas, y muy especialmente en el mercado de trabajo, para ganar productividad y competitividad; que la mejor política pública consiste en sentar las bases para que las empresas puedan crear empleo y de ésta forma se incremente la recaudación impositiva, permitiendo conjugar el déficit en un período no especialmente largo; y que desde luego no es sostenible aplicar aquella vieja propuesta keynesiana de que unos hagan agujeros para que otros los tapen –obra pública- conjugada con una política social que cada vez se parece más a la que ejercían las damas de la caridad del siglo XIX.
La salida de la crisis sólo puede surgir de la actividad productiva del sector privado apoyada por una acción coherente y complementaria del sector público. Algo de lo que hoy por hoy carecemos.

© José L. Calvo

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