lunes, 16 de noviembre de 2009

La recesión ha terminado (en Europa). España a la espera de la gran ola

Aquel que es el primero en tomar posición en el campo de batalla espera al enemigo y se siente cómodo. Aquél que es el último en tomar posición en el campo de batalla y se apresura a pelear, se agota. Así pues, el que es hábil en la batalla emplaza al otro, y no es emplazado por él.

La recesión ha terminado en la Eurozona. En el tercer trimestre de este año esta creció un 0,4%. Todos los países de la moneda común presentan tasas de incremento positivas de su PIB: Alemania un 0,7, Francia un 0,3, Italia un 0,6 etc. Tan solo hay una excepción: España.
Nuestro Gobierno sigue, sin embargo, poniendo buena cara al mal tiempo y considera que la moderación de nuestro decrecimiento (un 0,3% en ese trimestre) es también un dato esperanzador que sumar a que el paro tan solo creció en 100.000 personas, dejando la población desempleada en 3.800.000 españoles según cifras del Ministerio de Trabajo. Vamos, que si la Eurozona puede dar por zanjada la recesión, nosotros también podemos hacerlo aunque nuestra tasa de paro siga duplicando la media europea, nuestro PIB decrezca en lugar de crecer y el déficit público esté disparado por encima del 10% de ese mismo PIB.
Una muestra clara de ese positivismo del Gobierno lo tenemos en las declaraciones de la Secretaria General de Empleo, Maravillas Rojo, que como decimos, considera esperanzadora la evolución del paro. Según esta responsable política “…la variación interanual del paro registrado sigue a la baja…” (vamos que se destruyen un número inferior de empleos, quizás porque cada vez quedan menos). Pero lo realmente sorprendente es el mensaje final de la responsable ministerial afirmando que hay síntomas de recuperación de la actividad económica internacional que "…nos llevan a pensar que si, en efecto, la recesión empieza a tocar fondo, a partir de ahora puede iniciarse una recuperación que contribuya a frenar la destrucción de empleo". Dicho lisa y llanamente, nosotros no hemos de hacer nada porque ya nos llega el empujón del exterior que nos permitirá remontar. Lo que ya definimos en su momento como el modelo del surfista.
Porque nuestras autoridades políticas llevan toda la crisis esperando la ola. Si se analiza detenidamente, la política económica socialista ha consistido hasta ahora en un conjunto de medidas tendentes a capear el temporal, a resistir, a la espera de que la recuperación económica internacional nos permita volver a coger la senda del crecimiento. Es decir, que lo mismo que negó en su momento que la crisis económica tuviera algún componente nacional –hasta que la burbuja inmobiliaria explotó y las constructoras y el empleo empezaron a caer como un castillo de naipes- ahora también aspira a que la recuperación tampoco sea nuestra, sino que nos venga ofrecida desde el ámbito internacional. Lo dicho, un surfista en su tabla dando vueltas a la espera de que venga la gran ola.
Este planteamiento es, a nuestro juicio, suicida. Porque si no preparamos nuestra economía para lo que ha de llegar, si no mejoramos nuestra estructura productiva y nuestra competitividad, si no modificamos la actual estructura del mercado de trabajo es muy probable que la recuperación exterior no solo no suponga una mejora de nuestra economía sino que por el contrario, de origen a un empeoramiento.
Las instituciones internacionales, el mundo empresarial y los profesionales de la economía hemos indicado numerosas veces la necesidad de introducir importantes reformas en el modelo productivo español que le permitan absorber la población activa, mejorar la competitividad e incrementar la internacionalización de nuestras empresas. Sin un nuevo modelo de crecimiento basado en la I+D+i es más que probable que el empujón internacional como mucho sirva tan solo para un lavado de cara que encubra las deficiencias de nuestro sistema productivo pero que, en ningún caso, resolverá los principales problemas que habrá de afrontar nuestra economía a medio y largo plazo: una tasa natural de paro alrededor del 8%, un déficit público imposible de enjugar dado que los gastos sociales no decrecerán y los ingresos aumentarán escasamente, una falta absoluta de competitividad de nuestras empresas asociada entre otras cosas a las rigideces laborales, un sistema financiero que no ha abordado todavía una reorganización en profundidad y la incapacidad de fomentar la iniciativa empresarial de las pequeñas empresas y los autónomos, que se enfrentan a un sinfín de trabas legal-administrativas y financieras.
Siguiendo con el símil del surf, si en vez de estar alerta sobre una tabla aerodinámica nos encontramos jugando sobre un cartón, es muy probable que la ola no solo no nos empuje sino que nos ahogue.
Como dice el general, el que es hábil en la batalla emplaza al otro, y no es emplazado por él. No debemos tan solo esperar la ola, hay que construir una buena tabla.

© José L. Calvo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo del modelo del surfista tiene cierta gracia.