miércoles, 31 de diciembre de 2008

El Gobierno debe cambiar de imagen

Y así, comparándolos mediante valoraciones: Se trata de buscar su naturaleza. Hazte estas preguntas: ¿Qué gobernante tiene el Tao? ¿Qué general posee capacidad? ¿Quién consigue el cielo y la tierra? ¿Quién cumple el método y las órdenes? ¿Qué ejércitos y tropas son fuertes? ¿Qué oficiales y soldados están capacitados? ¿Qué recompensas y castigos deben producirse? A través de todo ello puedo conocer la victoria y la derrota.
Vivimos en el mundo de la imagen. En la actualidad es casi más importante lo que los productos dicen de nosotros y de nuestro entorno, la imagen que dan de nosotros mismos a través de ellos, que sus verdaderas características funcionales. Nadie compra un abrigo tan solo porque protege del frío. Esto lo saben muy bien las marcas que han podido aprovecharse de estas nuevas necesidades para introducir sobreprecios. Y lo entienden a la perfección nuestros partidos políticos que desde el comienzo de la democracia se han centrado más en vender una imagen que un programa político.
De hecho la imagen del gobierno socialista que salió de las urnas en marzo de 2008 era inmejorable. Un presidente joven, optimista y en consonancia con el papel que los españoles queríamos jugar en Europa y en el mundo; un equipo ministerial equilibrado con dos vicepresidencias en las que pesaba sobre todo la experiencia y otra parte mucho más joven en la que destacaba, desde la perspectiva económica, el tripartito formado por el ministro de Industria y las ministras de Vivienda e Innovación; y un gobierno paritario con mujeres en puestos de alta responsabilidad, como era el caso de Carme Chacón en Defensa.
Esta imagen se ha dilapidado en menos de un año, al menos en el área de la economía. El Sr. Solbes y los ministros económicos tienen hoy un perfil mucho más débil que hace nueve meses.
El Vicepresidente económico ha pedido ya su relevo, y solo una actitud de “sostenella y no enmedalla” desaconseja su sustitución –turriona que se dice en las tierras del Presidente-. El caso del Sr. Solbes es además paradójico, porque ni su imagen profesional ni personal posibilitan su continuidad. Profesionalmente plantea dudas, más aún si analizamos cómo quedaron las cuentas de nuestra economía cuando fue ministro del gobierno González. Y personalmente da la imagen de una persona mayor, cansada y deseosa más de disfrutar de un retiro bien merecido que de conducir la nave de la economía española por las difíciles aguas que la esperan en, como mínimo, el próximo año.
El resto del equipo económico está escondido. No se ven propuestas e iniciativas activas y atractivas desde los ministerios de Industria, Vivienda o Innovación, y eso que deberían tener mucho que decir ante esta crisis, ya que los tres están plenamente afectados y el Presidente ha prometido que serán los pilares sobre los que se asentará nuestro futuro modelo de crecimiento. En Energía las propuestas han sido poco osadas y no se ha apostado de verdad por las energías alternativas al petróleo; en Industria las políticas han sido defensivas; en Vivienda no hay realmente un plan para hacer frente a los dos aspectos claves para solucionar nuestra crisis del ladrillo: una oferta sin vender y una demanda de alquiler sin satisfacer; y de Innovación no merece la pena hablar: si un peón de la construcción gana más que un investigador doctor y hasta la llegada de la crisis tenía más estabilidad laboral, pocos cerebros se “fugan” al extranjero.
El gobierno necesita una nueva imagen, más fresca, que transmita ilusión, y que apoye con hechos y políticas el optimismo vital del Presidente. Es preciso, en consecuencia, un cambio de orientación y de caras.
El presidente del Gobierno debería actuar, a nuestro juicio, en una doble vertiente: por un lado introduciendo nuevos ministros que aporten confianza tanto a los mercados como a los ciudadanos. Y el PSOE tiene mucho donde elegir. Tres ejemplos nos vienen a la mente: un gran profesional y ministro que estuvo en el gobierno de González y que es conocido tanto por su capacidad como por su rigurosidad: Miguel Boyer; otro ex ministro mucho más reciente, con un perfil profesional menos impactante pero con la osadía y ambición suficiente como para impulsar nuestra economía y que dejó una buena imagen: Jordi Sevilla; y el actual Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que ha demostrado con creces su seriedad a la hora de enfrentarse a los problemas financieros y el rigor necesario para dirigir la economía española en el duro período de ajuste que nos espera.
La otra gran acción del Presidente del Gobierno debería ser la creación de un Consejo Asesor para la Recuperación Económica como se ha hecho en Estados Unidos. El presidente electo Barack Obama ha elegido a Paul Volcker para presidir el nuevo Consejo Asesor cuyo objetivo es estabilizar los mercados financieros y luchar contra la crisis económica. Volcker tiene 81 años y ha sido presidente de la Reserva Federal entre los años 1979 y 1987(es decir, entre las presidencias de Carter y Reagan), ha trabajado para cinco presidentes estadounidenses y ha asesorado a Obama en la campaña electoral. Este nuevo Consejo Asesor se va a dedicar exclusivamente a supervisar las medidas para combatir la crisis y devolver la estabilidad a los mercados e implementar programas de impulso económico para la recuperación. Este nuevo organismo estará basado en una "comisión que dará asesoramiento no partidario al presiente" ha señalado Obama, porque para él " en este momento decisivo para nuestra nación, las viejas maneras de pensar y actuar simplemente no funcionan. Debemos buscar ideas frescas de las mentes más destacadas del país".
Al frente del Consejo Asesor para la Recuperación Económica español debería figurar una persona de reconocido prestigio en la economía española. Nuestra propuesta en esta línea también es clara: creemos que la persona más capacitada para llevar a cabo esta misión es el profesor Dr. Luis Ángel Rojo, que siendo Gobernador del Banco de España sentó las bases de la consolidación actual del sistema financiero español.
Estas decisiones serían pasos en la dirección correcta para combatir la crisis y darían un nuevo empuje a un gobierno que arrastra problemas de confianza.
De la imagen de la oposición ni hablamos, porque cada vez recuerdan más a esas “películas de época” que tanto gustaban en el franquismo. Lo tienen todo: el rey barbudo y débil; la pérfida Corte encabezada por una princesa que busca el trono a cualquier precio; y el príncipe discreto que a poco que se descuide partirá hacia el destierro. ¡Impresionante!.

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