jueves, 15 de enero de 2009

Un nuevo modelo de crecimiento

El conocer al otro y conocerse uno mismo, significa que no haya pérdidas en cien batallas. No conocer al otro y conocerse uno mismo, significa victoria por derrota. No conocer al otro y no conocerse uno mismo, significa que cada batalla será una derrota segura.

A estas alturas de la crisis todos somos conscientes de que el viejo modelo de crecimiento económico en el que se asentó el desarrollo de nuestro país en los últimos quince años –hasta la Unión Europea nos ve como una gran extensión de cemento donde campa a sus anchas una hormigonera- ha explotado. La burbuja inmobiliaria, esa de cuyos peligros nos habían avisado algunas autoridades económico-financieras y que cualquier persona con sentido común sabía que no podía continuar “ad infinitum”, estalló justo en el mismo momento en que las hipotecas subprime estadounidense comenzaron a introducir restricciones en los mercados crediticios.
El gobierno es plenamente consciente de este hecho y están tomando medidas para establecer un nuevo modelo de crecimiento que nos permita seguir figurando como la octava potencia económica mundial. Nosotros queremos aportar nuestras ideas en esta línea, si bien ya anticipamos que algunas de ellas coinciden con las formuladas por las autoridades como la lógica hacía esperar.
Seis son para nosotros las grandes líneas de actuación que deben seguirse para diseñar ese nuevo modelo de la economía española: la implantación total de las TICs; el apoyo a la innovación; el fomento de nuevas energías; la formación; un turismo reorientado hacia la calidad y no la cantidad; y un nuevo mercado de trabajo más flexible y en el que prime el espíritu empresarial. Desarrollaremos muy brevemente cada una de ellas.
Es evidente que las TICs han supuesto una revolución en todas las áreas, y muy especialmente en la económica. Si como se dice “quien no está en Internet no existe”, también se puede afirmar que hoy por hoy la persona que no sabe aprovechar las oportunidades que ofrece la Red es un analfabeto funcional. Por eso la utilización de las TICs debe generalizarse no ya solo a las empresas sino a los individuos, de forma que España se convierta en una auténtica Sociedad de la Información. Creemos que los pasos dados en este sentido deben continuar y ampliarse, anticipándonos a un futuro ineludible: la conexión Wifi libre en todo el territorio del estado.
Otro de los pilares sobre los que asentar nuestra economía es la innovación. En este sentido habría que tratar de evitar la vieja polémica entre I+D e innovación, investigación básica o aplicada, y sumar ambas. Es preciso cambiar el Sistema Español de Innovación solventado las fracturas que se producen en la actualidad, de forma que algunas instituciones de I+D, como las Universidades, sirvan al objetivo común del desarrollo económico. Lo mismo que las empresas de todos los sectores deben ser conscientes de que el viejo modelo de productos indiferenciados y competencia en precios está caduco, y el consumidor actual demanda productos personalizados con un alto componente innovador.
España es un país dependiente de la energía exterior, ya sea petróleo o gas, lo que se traduce en una situación de elevadísima vulnerabilidad ante la evolución de los precios de los productos energéticos. Por ello es imprescindible diseñar una política de fomento y desarrollo de energías alternativas –solar, eólica, mareomotriz,… e incluso reabrir el debate nuclear- que nos permitan limitar nuestra dependencia. Sin este tipo de política todo nuestro modelo de crecimiento estará asentado en una posición inestable, y a medio y largo plazo insostenible.
Necesitamos modificar sustancialmente nuestro modelo educativo y retribuir adecuadamente la formación. Es injustificable el lugar que España ostenta en la clasificación de la calidad educacional de los países de nuestro entorno, fruto probablemente de una política en la que ha primado el populismo sobre la necesidad de formación y adaptación a las necesidades del mercado. A ello hay que sumar la escasa retribución de muchas de las personas con un nivel de cualificación adecuado, de forma que no ha sido extraño sino práctica común en nuestro país que cobrase menos un licenciado –los ya famosos mileuristas- que un peón de albañil sin ninguna cualificación. Difícilmente se podrá promocionar la investigación con ese tipo de política.
El turismo de masas toca a su fin en nuestro país. Y ello por diferentes motivos que van desde la imposibilidad de competir en precios con otros mercados emergentes hasta las muy justificadas demandas medioambientales de nuestros pueblos y ciudades y de los turistas que nos visitan. Debemos reorientar el sector hacia la calidad y muy especialmente hacia el servicio diferenciado e incluso individualizado, de forma que el turista extranjero que llegue a España se sienta tratado como un individuo y no como un número más. Justo todo lo contrario de lo que hemos visto estos días en el Aeropuerto de Barajas y que han sufrido aquellos que deseaban volar con la “compañía aérea” Iberia.
El último gran cambio que proponemos se encuentra en el mercado de trabajo. No abogamos por el despido libre, ni siquiera por su abaratamiento, pero sí porque las empresas y los trabajadores asuman la flexibilidad necesaria para adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado. Ser conscientes de que el mercado de trabajo es global, que no es posible acceder ya a casi ningún empleo sin el dominio de las nuevas tecnologías y el conocimiento de otra lengua, o que es muy probable que a lo largo de la vida laboral sean precisos cambios de ocupación y residencia son elementos que todos debemos asumir. La flexiseguridad regulada de forma que satisfaga tanto a empresarios como a trabajadores está en el trasfondo de esta propuesta.
A ello hay que añadir el fomento del espíritu empresarial, de forma que muchos españoles podamos y deseemos convertirnos en empresarios y que no se nos estigmatice en el caso de fracasar alguna vez en el intento. Es preciso aplicar el concepto estadounidense de que no cuenta cuantas veces hayas fracasado si al final tienes un éxito y traducirlo en una política de incentivos a la actividad empresarial.
Como decíamos al comienzo, el gobierno está orientando su política en la buena dirección, buscando un modelo de crecimiento económico que sustituya al ya obsoleto del “ladrillo”. Pero no es solo tarea suya. La salida de la crisis económica y el continuar en esa senda de progreso socioeconómico nos obliga a todos. El gobierno debe marcar la ruta pero nosotros debemos recorrerla.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estimados profesores:
De acuerdo con gran parte de su artículo, yo lo resumiría en un cambio de mentalidad que haga que la mayoría de las españoles, al menos de los que tengo a mi alrededor,puedan ver las cosas de una manera un poco diferente al actual, que no es otra que en este pais (tanto en la vida cotidiana, como laboral, e incluso en este batiburrillo de circunstancias empaquetado bajo la denominación de "crisis" ...) triunfa el jeta. Como esto es bastante dificil supongo que no quedará más que agarrarse a otra burbuja que permita que los de siempre se enriquezcan una temporada a cuenta de los demás hasta que vuelva a petar y otra vez nos llenen la cabeza con una nueva dosis de miedo y "crisis" y vuelta a empezar.