miércoles, 10 de diciembre de 2008

La gestión de los recursos humanos en la universidad

Si el campamento está en desorden, es que el general carece de autoridad. Si se hacen ondear sin concierto banderas y estandartes, reina el caos”
Por el contrario
El Tao hace que los soldados tengan el mismo propósito que su superior. De este modo llegarán a morir con él, a vivir con él y a no engañarlo

Parece que los estudiantes universitarios han resucitado. Por fin, después de años dedicados a pasear por los campus como ‘almas en pena’ sin otra labor que estudiar y aprobar, lo que teóricamente está bien pero que les resta elementos muy importantes de su formación como seres humanos, los estudiantes han vuelto a recuperar una de sus misiones fundamentales en nuestra sociedad: ser el elemento reivindicativo por excelencia.
Su lucha contra Bolonia es digna de elogio. Casi lo de menos es si sus afirmaciones son correctas, que no lo son en algunos casos. De hecho, acusan a la universidad de haberse plegado a las demandas de las empresas a la hora de elaborar los planes de estudio. Ojala las universidades hubiesen escuchado las peticiones de la sociedad, incluidas las empresas, para elaborar unos planes acordes con las necesidades de ésta. Por el contrario, y como ya hemos dicho en este mismo blog, no han escuchado a nadie para ajustar sus actuales planes a los requisitos exigidos por Bolonia. Con reducciones de presupuesto, con una plantilla inmovilizada a la que poco se le puede exigir por el carácter de funcionario de muchos de nosotros y por la exigua retribución, con su misión de ‘aparcadero’ de jóvenes en el período que va desde los 18 a los 22 o 23 años para que no molesten en el mercado de trabajo y con una actitud altamente burocratizada, las universidades no han escuchado a nadie: ni a la sociedad, ni a los alumnos, ni a los profesores. El resultado son unos planes de estudio que en algunos casos resultan patéticos.
Uno de los elementos que caracteriza a la actual universidad española es su elevada burocratización. Y el plan de la Ministra de Innovación que consagra la carrera administrativa dentro de la universidad la lleva a su máxima expresión. ¿Se imaginan algo más en contra del espíritu que debe encarnar la universidad que pretender que un profesor pueda elegir entre hacer carrera administrativa, docente o investigadora? ¿Hay algo más fuera de lugar que dedicar a la gestión a personas cuyo verdadero valor se debe encontrar en la creatividad, la investigación y la innovación? ¿Qué es un docente universitario sin investigación sino un papagayo que repite los trabajos de otros? ¿Pretenden convertirnos en profesores de instituto con un pequeño grado de cualificación superior?
Esa burocratización se manifiesta también en una gestión de los recursos humanos que en ningún momento tiene en cuenta la opinión ni de sus consumidores, los alumnos, ni de sus trabajadores, los profesores. Las universidades han adoptado el viejo modelo de producción ‘fordista’ en el que sus alumnos tienen que aceptar lo que se les ofrece –“puede elegir cualquier color siempre que sea negro”- y sus profesores son considerados como productores que cumplen las normas emanadas desde la dirección de la empresa, en este caso el Rectorado, con una estructura piramidal en la toma de decisiones. Nada más antiuniversitario y más en contra de la actual tendencia en la gestión de los recursos humanos en los centros de trabajo. Participación, creatividad, imaginación, discusión, innovación,… han sido eliminados de esta concepción de universidad. El resultado salta a la vista: unos alumnos descontentos y un profesorado totalmente desvinculado emocionalmente de su universidad. La universidad convertida en una fábrica más. Solo nos faltan los trajes Mao.
Lo más paradigmático de esta situación es que quienes han diseñado esta política no son más que otros profesores que deberán volver a integrarse en la ‘tropa’ cuando finalice su mandato. Porque si algo diferencia a la universidad de las empresas de las que quiere adoptar su modelo es que aquí se cumple el viejo principio que en la Edad Media le hacía ver al rey que era uno más, que era el ‘primus inter pares’. Con una diferencia sustancial, el rey lo era de por vida. Los equipos rectorales lo son por un período de cuatro años. Luego volverán a ser ‘pares’ y su carroza, como la de Cenicienta, se convertirá en calabaza.
Bienvueltos los alumnos a las “barricadas”. Ahora nos toca a los profesores sacudirnos el aturdimiento de años y sumarnos a ellos. Lo de menos es Bolonia. Lo demás es recuperar el terreno de libertad que la burocracia y la aciaga gestión de los recursos universitarios nos están robando. La Universidad ha sido y debe ser crítica con la sociedad en la que vive. Esa es su misión, en donde radica el verdadero espíritu universitario y su mayor aportación a esa sociedad.

P.D. Siempre que hemos escrito universidad en lugar de Universidad ha sido a propósito. Así es como la percibimos en la actualidad muchos profesores, con una importancia minúscula.

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