martes, 17 de febrero de 2009

La imprescindible reforma del mercado de trabajo

Cuando uno se lanza a la batalla: el que la victoria se retrase, embota a la milicia y quebranta su agudeza. El atacar ciudades fortificadas, disminuye la propia fuerza. Si los soldados permanecen mucho tiempo en el campo, los recursos del estado resultan insuficientes. Ahora bien, si un embota la milicia, quebranta su agudeza, disminuye sus fuerzas y agota sus bienes, entonces los señores feudales se aprovecharán de tu infortunio y se alzarán en armas contra ti. ¡Por muy sabio que seas no podrás hacer buenos los resultados!
La semana pasada ha saltado la polémica sobre la reforma del mercado de trabajo para afrontar la actual crisis económica. A las declaraciones de la patronal pidiendo una reducción del coste del despido, les respondió el Ministro de Trabajo afirmando que el problema del mercado español es su “…excesiva flexibilidad”. El Gobernador del Banco de España apoyó parcialmente a los empresarios y, nuevamente, el Ministro saltó a la palestra para mandar callar a la autoridad financiera y acusarla de haber provocado la crisis.
Las declaraciones del Ministro de Trabajo demuestran un absoluto desconocimiento del papel fundamental que ha tenido el Banco de España, justamente para evitar que la crisis internacional se trasladase con mayor virulencia a nuestra economía. Pero, además, parecen seguir la senda marcada por el Presidente del gobierno cuando negaba la existencia de una crisis económica a la que solo la testarudez de los hechos le ha obligado a enfrentarse. Porque lo que es evidente es que, si España quiere salir de la actual situación y afrontar el futuro con cierto grado de optimismo, debe modificar su mercado de trabajo.
No queremos nosotros entrar en la discusión sobre la necesidad de reducir los costes del despido –existen personas mucho más conocedoras de un tema tan específico como éste- pero si deseamos aportar algunos datos que refuerzan la que nosotros creemos imprescindible reforma del mercado laboral de nuestro país.
1. Ni en las mejores condiciones de crecimiento económico la tasa de paro se ha situado por debajo del 8 por ciento. El segundo semestre de 2007 alcanzó la menor tasa de paro reciente, situándose en el 7,95 por ciento. Es decir, que cuando la economía española crecía a tasas antes desconocidas, cuando éramos la "locomotora de Europa”, también éramos incapaces de reducir el desempleo por debajo de los dos millones de personas. No parece un mercado de trabajo muy eficaz ni eficiente uno que con un crecimiento muy elevado mantiene un desempleo estructural del 8 por ciento.
2. El tamaño medio de las empresas españolas se sitúa en los 5 trabajadores. Esto, que puede parecer un dato no especialmente significativo, incrementa su relevancia si tenemos en cuenta que son las empresas pequeñas las que dotan a las economías de mayor flexibilidad para adaptarse a las condiciones de la demanda. Pero, si ponemos trabas administrativas a estas empresas, si las obligamos a aceptar convenios colectivos sectoriales negociados por sindicatos que solo tienen representación en las grandes empresas del sector, entonces su flexibilidad se reduce muy sustancialmente, y su adaptabilidad desaparece.
3. Un dato al que raras veces se hace mención: la representatividad de los sindicatos no alcanza el 15 por ciento de los trabajadores del sector privado, estando además concentrada en los de las grandes empresas con contrato indefinido. Es decir, que mientras el Gobierno y la patronal los toman como interlocutores sociales en las negociaciones, los trabajadores, sin embargo, no los asumen como sus representantes. Porque ¿recuerdan cuántas personas acudieron a las manifestaciones del último primero de mayo? A lo mejor es el momento de que los sindicatos entonen el “mea culpa” y vuelvan a la que era su misión primigenia: la defensa de todos los trabajadores y no solo de sus afiliados
4. El porcentaje de empleo en el sector de la construcción es prácticamente el doble de lo que existe en los países de nuestro entorno. Por poner solo unos ejemplos, mientras que en España, en 2007, los trabajadores de la construcción representaban el 13,3 por ciento de los ocupados, en Alemania era del 6,6; en Francia del 6,7; en Italia del 8,4 y en el Reino Unido del 8,2. No queremos volver a insistir, por obvio, en la ineficiencia de un modelo de crecimiento volcado en un único sector y que abandonó a su suerte a la industria. El resultado lo vemos día a día.
5. Según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE de 2007, en 2006 tan solo 12.900 familias cambiaron de hogar por motivos laborales. Es decir, la movilidad laboral , al menos en términos geográficos, es prácticamente nula

A estos datos hay que añadir un elemento cultural no menos importante: existe en nuestro país una cultura antiempresarial que es preciso cambiar. Hay un prurito de izquierdas por el que ser empresario es sinónimo de explotador. Por su parte, la derecha no piensa en los pequeños empresarios, sino que tiene una visión tan arcaica de él como de su propia concepción política, de forma que lo identifica mejor con el oligarca que con modernos empresarios al estilo Bill Gates. Pero la realidad española es muy diferente a esas dos posiciones conceptuales: como hemos dicho, el tamaño medio de nuestras empresas es muy reducido, por lo que la norma, más que la excepción, es la de un empresario que comparte el día a día con sus trabajadores, con los que además mantiene una relación personal. Además, tampoco se piensa que el empresario arriesga todo su patrimonio en una aventura en la que, por el contrario, los trabajadores no arriesgan más que su salario. En esa medida, muy poca gente desea asumir la responsabilidad empresarial: mal considerada socialmente y muy arriesgada económicamente.

Por mucho que le pese al actual Ministro de Trabajo, la reforma del mercado laboral no solo es necesaria sino imprescindible. Y cuanto antes se acometa mejor. Más vale que vaya convocando a los agentes sociales “representativos”, que deje la demagogia en casa y que se ponga manos a la obra. Las cosas no se van a solucionar por sí solas.

No hay comentarios: