viernes, 17 de octubre de 2008

Una crisis microeconómica. Cuestión de detalle

En suma, he aquí el método para el empleo de la milicia. Se necesitan más de mil li para aprovisionar un millar de carros rápidos, un millar de carros cubiertos y cien mil soldados…Tan solo después de haber contado con todo esto se pueden reclutar cien mil soldados.
Esta religión del siglo XX y principios del XXI que había sido hasta ahora la Economía, se puede dividir ‘groso modo’ en dos grandes “especies”: los macroeconomistas y los microeconomistas. A los primeros ya los conocen, porque son los que aparecen habitualmente en los medios de comunicación explicando la evolución de los “grandes agregados”: PIB, inflación, tipos de interés,… En este grupo se dan además subespecies: los neocon, los liberales, los neokeynesianos y un largo etcétera dependiendo de su orientación ideológica
Los microeconomistas son por lo general más discretos y están habitualmente en segunda línea, enfrascados en sus estudios sobre cómo se comportan los consumidores como individuos, las empresas, las industrias,… Se dedican, en definitiva, a analizar “el detalle”, lo pequeño.
Esto viene a cuento porque a la actual crisis financiera le han salido todo tipo de explicaciones y respuestas hechas por especímenes macroeconomistas. Incluso las políticas adoptadas por los gobiernos han seguido esa pauta, enfrentándose a “los grandes problemas económico-financieros”. Pero ha habido poco interés por “el detalle”. Y justamente es en el detalle de donde ha surgido esta crisis y de donde deben venir muchas de las soluciones.
El origen de la actual situación económica hay que buscarlo en esa tendencia a considerar los grandes agregados y no fijarse en los detalles. No lo hicieron quienes prestaban dinero, es decir el sistema financiero, que no se preguntaba si aquellos a los que les prestaba podían pagar el préstamo y si lo que utilizaban para avalarlo, habitualmente su vivienda, valía el montante prestado. Tampoco se fijaron en el detalle los inversores de los fondos de riesgo -hedge funds-, no interesándose por los diferentes productos que integraban los paquetes titulizados, cegados por los beneficios. Y mucho menos atendieron a esos pequeños detalles aquellos que recibían dinero con facilidad y a precios bajos: no pensaron que lo tenían que devolver y que los tipos de interés variables varían tanto a la baja como al alza; que no se podía ‘estirar el pie más de lo que da la manta’. Simples detalles.
También tiene una perspectiva “micro” los efectos de esta crisis. Porque más allá de la bancarrota de algunos bancos, del hundimiento de la Bolsa y de las acciones y préstamos de los gobiernos hay personas. Personas que van a perder parte de sus ahorros, no los depósitos que no están en riesgo en España sino lo que invirtieron sin fijarse en los detalles; gentes que van a quedarse en el paro; hombres y mujeres con hipotecas e hijos a su cargo; minoristas que están viendo cómo se reducen las ventas en su tienda porque se desconfía del futuro,…
Creemos que también se deben aportar soluciones microeconómicas. La refinanciación de las hipotecas o la dotación de créditos blandos a pequeñas empresas y a particulares en dificultades son algunas de las medidas que deben ser acometidas. Propuestas por el gobierno pero llevadas a cabo por el sistema financiero, cuya misión última, recordemos, es la canalización de los recursos allá donde se necesitan.
Todos debemos mirar a los detalles si queremos superar las "dificultades económicas". El gobierno aportando los recursos y proponiendo soluciones para los más afectados; el sistema financiero haciendo circular el dinero con más racionalidad, fijándose más en a quién se lo presta y conteniendo su voracidad; los inversores analizando mejor la seguridad de dónde invierten aunque la rentabilidad sea menor; y los consumidores ajustando nuestras necesidades a nuestra capacidad de generación de recursos. Porque al final, y como dice Gunnar Myrdal, premio Nobel de Economía en 1974, las ciencias sociales, y la nuestra es una de ellas, no son más que sentido común con un grado de sofisticación.

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