miércoles, 3 de septiembre de 2008

La crisis española. ¿Para cuándo una respuesta realista de los grandes partidos?

Si el general se dirige a sus hombres de forma repetida y suave, en tono mesurado, es que ha perdido el respeto de su tropa, si se otorgan muchas recompensas es que necesita mucha ayuda… si el ejército enemigo se muestra airado y se enfrenta a ti durante mucho tiempo, sin llegar al ataque o proceder a la retirada, deberás examinar cuidadosamente la situación.
Desgraciadamente, lo que augurábamos muchos de los profesionales de la economía hace unos meses ha sido corroborado por los últimos datos: la recesión económica está a la vuelta de la esquina. Con el segundo trimestre de este año en un crecimiento prácticamente nulo, 0,1%, y unas previsiones para el actual que no mejoran, la recesión en su más estricta definición, dos períodos sin crecimiento, es un hecho por mucho que el gobierno se empeñe en seguir enmascarándolo con una terminología que movería a la risa si no fuera por la gravedad de la situación – el presidente ha pasado de los informativos a los programas de humor -.
Dos hechos políticos empeoran, además, los problemas económicos a los que se enfrenta nuestro país: la actitud del gobierno de seguir ‘negando la mayor’, utilizando eufemismos para algo que otros países de nuestro entorno ya han reconocido: el fin de semana pasado el ministro de economía británico afirmaba que era la peor crisis de los últimos 60 años; y la de la oposición, empeñada en utilizar cualquier arma para criticar la política gubernamental, pero sin aportar ninguna idea positiva y sin ningún ofrecimiento de colaboración.
El que el gobierno no reconozca la crisis plantea a su vez un doble problema: hace menos creíbles las medidas de política económica que trata de aplicar, ya que si la situación no es tan grave no tiene sentido emplear medidas enérgicas. Es como dar quimioterapia sin haber reconocido antes que existe un cáncer sino una ‘enfermedad complicada’; y por otro lado, posibilita el resurgimiento de la vieja mentalidad española que nos dice que si alguien niega el problema debes buscar ya mismo una solución, porque este es mucho más grave de lo que se afirma –siguiendo con el símil, si el médico nos dice que la enfermedad es grave pero que seremos capaces de superarla ya ‘sabemos’ que es mortal-. De esta forma, el gobierno ha reforzado la pérdida de confianza de los consumidores, elemento clave en la actual crisis económica española. Porque no olvidemos que una parte importante de esta crisis se encuentra en la confianza de los consumidores de nuestro país que han decidido retraer su gasto previendo un futuro que se vislumbra mucho más negro de lo que probablemente vaya a ser. Somos españoles, y por ello dados a sobrerreaccionar: hace un año éramos los más ricos de Europa –recuerden que habíamos superado en renta per cápita a Italia y en algún medio se llegó a afirmar que éramos la locomotora de Europa- y ahora somos pobres de solemnidad.
Por su parte, el PP vuelve a aplicar la misma política que ya le hizo fracasar en la pasada legislatura, si bien esta vez en lugar de utilizar el terrorismo ha elegido la crisis económica. Su táctica: echarle la culpa al gobierno de todo lo que pasa, no colaborar y, sobre todo, no ofrecer ninguna alternativa. En este comienzo de curso no hemos visto en ningún momento al señor Rajoy y a su partido hacer ni una sola propuesta positiva que sea aplicable en la solución de la crisis. Como decimos, esta estrategia le llevó a perder las pasadas elecciones y aunque la crisis le pasará factura al partido en el gobierno, la oposición no transmite ninguna capacidad para abordar esos mismos problemas económicos.
Como nosotros no deseamos actuar como la oposición, queremos seguir ofreciendo algunas ideas en este blog. La primera es obvia a partir de lo aquí expuesto: el gobierno debe explicar a los ciudadanos la gravedad real de la crisis económica española, los márgenes de actuación, y las medidas que está aplicando para cambiar un modelo de crecimiento ya agotado, basado en la construcción, por otro que debería estar sustentando por la creatividad y la innovación. Con seriedad, sin brindis al sol, llamando a las cosas por su nombre y haciéndose creer. Y por favor, una política de austeridad en el gasto público corriente y en las promesas electorales y los pactos de financiación autonómica: no estamos para dilapidar nuevamente 10.000 millones de euros por una ocurrencia.
Y a la oposición le recomendamos lo de siempre: colaborar. La situación económica es lo suficientemente grave como para requerir un pacto de estado. Ya se hizo una vez incluso por políticos que se habían enfrentado en una guerra civil. Eso si fue un acto de patriotismo.

No hay comentarios: